Lo de Barcelona se exagera mucho; no es tanto el número de robos sino la dureza de dichos robos (palizas, pinchazos) y la sensación que en ciertas zonas, a ciertas horas, efectivamente, te puede pasar algo. Y esa sensación, hace unos 15-20 años, no la tenías.
La Barcelona, digamos, del 1992 al 2008, ha pasado a la historia. Veías a panchos a principios de los 2000 y te reías sin malicia de ellos con la curiosidad típica mediterránea, en plan "realmente están llegando hasta aquí, estos pringadetes que pasó". A partir de los 2010 la cosa dejó de tener gracia con la oleada de bereberes (aunque la mayoría eran casados muy currantes con un par de hijos o sin ellos), chusma balcánica y mucho nigga subsahariano. Y sólo ha ido a más en las siguientes oleadas Perrosanchistas, con aún más bereberes (pero esta vez casi todos chusma, que han colonizado el Raval y el Poble Sec), más chusma balcánica y de los peores barrios de Rumanía y Uacrania, muchos niggas más (manteros todos), y casi lo peor de todo (al menos para mi), una auténtica invasión de pakis e indios con sus Supers24horas y tiendas de mierdasouvenirs en pleno centro, Eixample y barrio gótico. Incluso los flamantes restaurantes de la Rambla y el Port Vell han sido colonizados por ellos. A su lado, los chinos quedándose con el Bar Paco en Les Corts o en La Sagrera se queda en chiste.
Y esa gente no sólo ha incrementado la dureza de los robos, como decía más arriba (antes había el típico perfil de robacarteras marsellés que se ha encontrado en todas las grandes urbes mediterráneas desde hace muchas décadas ya), ahora toda esta chusmilla ha traído sus costumbres del tercer mundo o, en todo caso, no europeas, transformando la Barcelona post-crisis financiera en una mezcla infame de tonos de piel, idiomas y modos de ver la vida que deprime mucho, y que, efectivamente, la ha creado la grandísima hija de perra palurda y vengativa de la Colau. Y el maricón que hay ahora al mando no va a cambiar nada (es del PSC, sanchista, por el amor de Dios).