Hace ya algunos años me enamoré perdidamente de mi mujer.
Por entonces era una chiquilla de 21 años súper protegida por un padre militar y una madre estricta y celosa.
Con el tiempo, paciencia y muchas conversaciones la influencia inquisitorial fue diluyéndose dejando salir a la luz a la mujer que llevaba dentro, esa mujer resultó ser abierta y liberal. Poco a poco fue ampliando sus experiencias y venciendo esa timidez impuesta y disfrazada de virtud.
Llegó a ser la pareja sexual ideal, dispuesta a nuevas experiencias, en muchas ocasiones por medio de juegos en los que interpretaba el papel de otra persona, creo que de alguna manera al interpretar un personaje se deshacía de sus convencionalismos impuestos por años de ecuación represiva. A modo de ejemplo, en aquellos juegos interpretó en varias ocasiones a prostitutas, desde la escort de lujo en la cafetería de un buen hotel, hasta la callejera ofreciéndose semi desnuda en lugares en los que abundaba aquella práctica.
Le encantaba desnudarse ante la cámara de fotos insinuante en cada pose, y gracias a Internet hizo realidad su fantasía juvenil de posar desnuda y que muchos hombres pudieran verla e incluso masturbarse con sus fotos. En el momento álgido, y por voluntad propia, tuvimos varias experiencias con terceras personas, de ambos sexos, unas fueron muy satisfactorias y divertidas y otras no tanto aunque ninguna, afortunadamente, llegó a ser desagradable.
A través de Internet practicó bastante cibersexo, su nick “Takones” era sinónimo de conversaciones subidas de tono para provocar la excitación del contertulio y su inevitable alivio.
Pero para mi desgracia todo esto ha cambiado, desde hace ya casi un año ni siquiera le apetece tener un simple roce, no quiere arreglarse para salir, cuando hace poco le encantaba lucir modelitos de lo mas turbador. He tratado de hablar, pero se cierra en banda, no hay manera de averiguar la razón del cambio aunque alguna tiene que haber.
He barajado cientos de posibles causas, incluso que hubiera contraído alguna enfermedad de transmisión sexual en un hipotético encuentro. El caso es que echo de menos a la golfa, dicho en el mejor de los sentidos, que fue.
Ya me imagino que os la suda, pero necesitaba contarlo.
Ah! Y creo que si habéis visto fotos suyas.
Por entonces era una chiquilla de 21 años súper protegida por un padre militar y una madre estricta y celosa.
Con el tiempo, paciencia y muchas conversaciones la influencia inquisitorial fue diluyéndose dejando salir a la luz a la mujer que llevaba dentro, esa mujer resultó ser abierta y liberal. Poco a poco fue ampliando sus experiencias y venciendo esa timidez impuesta y disfrazada de virtud.
Llegó a ser la pareja sexual ideal, dispuesta a nuevas experiencias, en muchas ocasiones por medio de juegos en los que interpretaba el papel de otra persona, creo que de alguna manera al interpretar un personaje se deshacía de sus convencionalismos impuestos por años de ecuación represiva. A modo de ejemplo, en aquellos juegos interpretó en varias ocasiones a prostitutas, desde la escort de lujo en la cafetería de un buen hotel, hasta la callejera ofreciéndose semi desnuda en lugares en los que abundaba aquella práctica.
Le encantaba desnudarse ante la cámara de fotos insinuante en cada pose, y gracias a Internet hizo realidad su fantasía juvenil de posar desnuda y que muchos hombres pudieran verla e incluso masturbarse con sus fotos. En el momento álgido, y por voluntad propia, tuvimos varias experiencias con terceras personas, de ambos sexos, unas fueron muy satisfactorias y divertidas y otras no tanto aunque ninguna, afortunadamente, llegó a ser desagradable.
A través de Internet practicó bastante cibersexo, su nick “Takones” era sinónimo de conversaciones subidas de tono para provocar la excitación del contertulio y su inevitable alivio.
Pero para mi desgracia todo esto ha cambiado, desde hace ya casi un año ni siquiera le apetece tener un simple roce, no quiere arreglarse para salir, cuando hace poco le encantaba lucir modelitos de lo mas turbador. He tratado de hablar, pero se cierra en banda, no hay manera de averiguar la razón del cambio aunque alguna tiene que haber.
He barajado cientos de posibles causas, incluso que hubiera contraído alguna enfermedad de transmisión sexual en un hipotético encuentro. El caso es que echo de menos a la golfa, dicho en el mejor de los sentidos, que fue.
Ya me imagino que os la suda, pero necesitaba contarlo.
Ah! Y creo que si habéis visto fotos suyas.