B
Blicero
Guest
Os voy a contar una historia de las que gustan por aquí. Supongo que todos hemos actuado alguna vez como auténticos parguelas con las mujeres, o al menos la mayoría, bueno, los que no tenemos ese instinto goleador de 9 puro. Esto transcurrió en el año 2012, aunque es una historia que si me sucediera hoy probablemente acabaría igual porque soy una persona muy tímida.
Quedé con una chica que conocía de internet desde hace años. Ella por motivos laborales se había ido de España y al volver pues quedamos para vernos. No me la había follado nunca, aunque nos gustábamos nunca habíamos pasado de darnos unos besos y tal. En fin, quedamos en un conocido centro comercial, en La Vaguada concretamente, y ya la cosa empezó mal. Yo de aquellas tenía una blackberry, un dispositivo con muchas y muy buenas cualidades pero que entre las cuales no se encuentra un gps. Me dio por ir en coche, cosa inusual en mí puesto que no me gusta conducir por vías muy transitadas que no conozco bien, e inevitablemente me perdí en la jungla de asfalto. La mujer estaba ya atacada de los nervios, me llamaba y yo le pedía paciencia. Guiado por mi instinto di vueltas y vueltas, me orientaba por las torres esas tan grandes que hicieron. Perdí los nervios y estaba a punto de echarme a llorar cuando vi un cartel que indicaba la dirección del centro comercial Madrid 2. Recordé el anuncio que había visto mil veces en la tele de pequeño:
Por fin llegué allá y aparqué, y pude reunirme con ella, que tenía un cabreo importante. Llegué como una hora tarde. Con la excusa de que la blackberry no tenía GPS se suavizó un poco la cosa y, en fin, las cosas fueron transcurriendo. Nos fuimos a un lugar con terraza, pues yo por aquel entonces fumaba como un carretero, prácticamente encendiendo un cigarrillo con la colilla de otro. Esto le causó sorpresa, pero como ella era fumadora ocasional creo que incluso le intrigó mi vicio. En un rato le pegué un buen tiento a un paquete de fortuna de 25, y la verdad es que las cosas fluían bien. Era una conversación amena y divertida, me contaba que había encontrado España muy cambiada y blao.
En fin, se hizo de noche y salimos del centro comercial a dar un paseo por la zona, en algún momento nos sentamos en un banco y empezamos a besarnos como adolescentes y yo, con mi mente fría y neurótica, rompí la magia diciendo que temía que cerraran el parking y se quedase mi coche allí. Fuimos a por el coche y me dio unas indicacones para ir hasta la casa del familiar donde se hospedaba. Naturalmente, aparcar era imposible, así que estacioné en un sitio para minusválidos que había vacío. Allí volvimos a charlar y al final fuimos al asiento trasero a revolcarnos dentro de las posibilidades que el pequeño espacio permitía.
De pronto, con una especie de sexto sentido, sentí cómo alguien se asomaba y nos observaba. Se me heló la sangre. Resultaron ser un grupo de jóvenes que se rieron y al final dijeron "va, dejadles en paz". Follar parecía algo inevitable, sólo tenía que empujar la pelota a puerta vacía. Mi mente, fría y neurótica, me recordó que el coche era nuevo y el asiento se iba a manchar de fluidos, lo que ya empezó a hacer que tuviera "segundos pensamientos", como dicen los anglosajones. Y allí seguíamos, y yo no sabía si desabrocharle el pantalón o qué, hasta que ya mi cerebro dijo basta. Le dije que lo sentía pero que no veía apropiado que folláramos por vez primera en un coche, que eso era impropio. Ella no se lo tomó a mal, empezó a hablar sobre las circunstancias, que no era nada malo, que blao, pero yo ya tenía la idea clara de que me quería ir de allí. Así que saqué el coche del estacionamiento para minusválidos y la dejé en su portal.
Por circunstancias, a los pocos días se me fue mucho la olla y le escribí por whatsapp insultándola. Eres una zorra, le dije. No sé a qué vino eso pero como es natural no he vuelto a saber nada de ella. A veces hago un barrido por redes sociales y google, sé más o menos que le va bastante bien y me alegro mucho por ella.
Y eso es todo. La verdad es que no me arrepiento, excepto por lo de insultar por whatsapp, que fue de muy mal gusto y no tenía razón alguna para hacerlo. Aquella época de mi vida, justo hace diez años, mi cabeza hizo catacrocker durante un par de meses, y fruto de ello es esta historia, que espero les haya entretenido tanto como a mí escribirla.
Quedé con una chica que conocía de internet desde hace años. Ella por motivos laborales se había ido de España y al volver pues quedamos para vernos. No me la había follado nunca, aunque nos gustábamos nunca habíamos pasado de darnos unos besos y tal. En fin, quedamos en un conocido centro comercial, en La Vaguada concretamente, y ya la cosa empezó mal. Yo de aquellas tenía una blackberry, un dispositivo con muchas y muy buenas cualidades pero que entre las cuales no se encuentra un gps. Me dio por ir en coche, cosa inusual en mí puesto que no me gusta conducir por vías muy transitadas que no conozco bien, e inevitablemente me perdí en la jungla de asfalto. La mujer estaba ya atacada de los nervios, me llamaba y yo le pedía paciencia. Guiado por mi instinto di vueltas y vueltas, me orientaba por las torres esas tan grandes que hicieron. Perdí los nervios y estaba a punto de echarme a llorar cuando vi un cartel que indicaba la dirección del centro comercial Madrid 2. Recordé el anuncio que había visto mil veces en la tele de pequeño:
Por fin llegué allá y aparqué, y pude reunirme con ella, que tenía un cabreo importante. Llegué como una hora tarde. Con la excusa de que la blackberry no tenía GPS se suavizó un poco la cosa y, en fin, las cosas fueron transcurriendo. Nos fuimos a un lugar con terraza, pues yo por aquel entonces fumaba como un carretero, prácticamente encendiendo un cigarrillo con la colilla de otro. Esto le causó sorpresa, pero como ella era fumadora ocasional creo que incluso le intrigó mi vicio. En un rato le pegué un buen tiento a un paquete de fortuna de 25, y la verdad es que las cosas fluían bien. Era una conversación amena y divertida, me contaba que había encontrado España muy cambiada y blao.
En fin, se hizo de noche y salimos del centro comercial a dar un paseo por la zona, en algún momento nos sentamos en un banco y empezamos a besarnos como adolescentes y yo, con mi mente fría y neurótica, rompí la magia diciendo que temía que cerraran el parking y se quedase mi coche allí. Fuimos a por el coche y me dio unas indicacones para ir hasta la casa del familiar donde se hospedaba. Naturalmente, aparcar era imposible, así que estacioné en un sitio para minusválidos que había vacío. Allí volvimos a charlar y al final fuimos al asiento trasero a revolcarnos dentro de las posibilidades que el pequeño espacio permitía.
De pronto, con una especie de sexto sentido, sentí cómo alguien se asomaba y nos observaba. Se me heló la sangre. Resultaron ser un grupo de jóvenes que se rieron y al final dijeron "va, dejadles en paz". Follar parecía algo inevitable, sólo tenía que empujar la pelota a puerta vacía. Mi mente, fría y neurótica, me recordó que el coche era nuevo y el asiento se iba a manchar de fluidos, lo que ya empezó a hacer que tuviera "segundos pensamientos", como dicen los anglosajones. Y allí seguíamos, y yo no sabía si desabrocharle el pantalón o qué, hasta que ya mi cerebro dijo basta. Le dije que lo sentía pero que no veía apropiado que folláramos por vez primera en un coche, que eso era impropio. Ella no se lo tomó a mal, empezó a hablar sobre las circunstancias, que no era nada malo, que blao, pero yo ya tenía la idea clara de que me quería ir de allí. Así que saqué el coche del estacionamiento para minusválidos y la dejé en su portal.
Por circunstancias, a los pocos días se me fue mucho la olla y le escribí por whatsapp insultándola. Eres una zorra, le dije. No sé a qué vino eso pero como es natural no he vuelto a saber nada de ella. A veces hago un barrido por redes sociales y google, sé más o menos que le va bastante bien y me alegro mucho por ella.
Y eso es todo. La verdad es que no me arrepiento, excepto por lo de insultar por whatsapp, que fue de muy mal gusto y no tenía razón alguna para hacerlo. Aquella época de mi vida, justo hace diez años, mi cabeza hizo catacrocker durante un par de meses, y fruto de ello es esta historia, que espero les haya entretenido tanto como a mí escribirla.