Bueno ya conté hace tiempo cuando me quedé inconsciente en un bar de tapas y me cagué encima. Pero como no me llevaron al hospital esa no cuenta.
Voy a contar la peor experiencia de mi vida en un médico.
Tenía unos tiernos 15 años, y empezaba a tener instintos de cubrir a la ninfa de enormes pechos y cara de Quique San Francisco, que tenía por novia.
Pero me voy a ir un poco mas atrás en el tiempo.
Ya desde que empecé ha hacerme pajillas con 12 años, veía que la piel no bajaba del todo como en las revistas de mi tío.
El caso es que empecé a leer y encontré que eso era FIMOSIS.
Desde que descubrí que tenía remedio siempre quise operarme ya que leí en un manual médico de la biblioteca que aquello podía suponer problema a la hora de profanar compañeras de clase.
Lo que me daba miedo y era un miedo atroz , aunque aderezado con unos enormes chorros de verguenza , era decírselo a mis padres, ya que la operación no podría mantenerla en secreto al ser menor.
Se lo tendría que decir, y luego ellos sabrían que yo ya no iba a ser nunca mas su niñito, iban a mirarme como esos padres que se enteran que sus hijos son unos violadores o algo peor.
Según se fue desarrollando mi adolescencia y me salían mas pelos en diferentes partes de mi cuerpo cada vez se acercaba mas ese horrible momento.
Hasta que un día...
- Mama, mira que creo que tengo FIMOSIS. (Con la cabeza gacha, mirando al suelo)
- Pues el Pediatra y la Médico nunca dijeron nada. (Con un cierto tono de ofensa en la voz, como si yo fuera el culpable de algo).
En ese momento salió del salón, y cogió el teléfono para pedir cita en el ambulatorio.
Al final me dió la sensación de que me había quitado un peso de encima, el cual había atormentado mi mente los últimos años. Había sido rápido.
Al día siguiente, en el médico.
- Prefiero entrar yo solo que me da verguenza.
- Bueno como quieras.
Según abro la puerta el Doctor Tostón no estaba. Había una mujer doctora y una enfermera. Sin rodeos le digo a la profesional:
- Mire es que vengo porque creo que tengo fimosis. (Yo pensando que al ser profesionales no iba a ocurrir nada mas y simplemente me iban a dar cita para especialista...)
Las dos se miraron y me empezó a hablar con voz como entrecortada y nerviosa. Diciéndome:
- Entonces notas como que no baja la piel.
- No, no baja.
- Bájate el pantalón y siéntate ahí.
Me quedé con mi micropene allí sentado y asustado, observando uno de esos carteles raros que hay, mientras se ponía unos guantes. El caso es que me dice:
- Vamos a ver "Tileno". (Mientras me coge el pito y empieza a tirar hacia abajo)
- ¿Te duele?
- Sí, un poco
- Es un caso común de fimosis (Le comenta a la enfermera)
- ¿Ves que solo baja hasta aquí?
- ¿A ver?
- Ya veo ya
..
Tras esos primeros segundos de miedo y pene contraido empiezo a notar horrorizado como mi maldito organismo empieza a irrigar más sangre justo a donde no quiero que vaya. Debió ser el movimiento de subir y bajar la piel varias veces. Pero me puse rojo como un tomate,a igual que la enfermera y todo ello a pesar de no haberme llegado a empalmar del todo. Pero la médico seguía hablando de tratamientos antes de los 11 años y no me la soltaba. Hasta que de repente debió notar algo a través del latex y soltó como si le hubiera dado calambre , mandándome vestir.
Salí del ambulatorio avergonzado pero con la cita para el Urólogo.
La primera cita con el urólogo fué mucho mejor de lo que esperaba. Me examinó un viejo, sin rodeos, rápidamente me dijo que había que operar.
No hubo nada a destacar, mas que los lloros de un agricultor que decía que le había saltado un palo y que le dolía mucho un testículo. Además ayudó ver a mas chicos que debían estar en la misma situación.
Al final un bonito día me dieron cita para la operación en el Hospital de la Regla, al lado de la Catedral de León. Sería por convenio o algo ya que era y creo es, privado.
El día de la operación iba tranquilo, toda la gente me había dicho que era una operación muy fácil y que no me preocupara.
Al entrar me llevaron a la sala de operaciones, no tuve que esperar nada, me pidieron que me desnudara, aunque me dejaron llevar puesta una camiseta interior blanca que traía de casa.
Allí tumbado de repente empecé a ponerme nervioso mientras veía como preparaban el instrumental. Acojonaba todo aquello un montón.
Además el que me iba a operar no era el viejo que me había reconocido, no. Era su ayudante ya que él estaba de vacaciones....
Primero me rasuraron toda la pelambrera que tantos años me había costado conseguir. Y tras ello empezó el calvario.
Primero me pincharon con una aguja gigante 5 o 6 veces en diferentes partes de la pilila. Una de ellas en pleno capullo que me hizo ver las estrella y contraerme . Ahí empecé a entender porqué había otras 2 enfermeras en la sala de operaciones, eran las encargadas de sujetarme las piernas.
Tras unos minutos el médico empezó a practicar el medievo.
Primero me cortó y yo grité, la anestesia no me había hecho efecto del todo, vino mas gente a sujetarme. Entre ellas 2 monjas.
Dios, no he sentido mayor tortura en mi vida, lo notaba todo y lo veía todo.
En la lámpara de operaciones se reflejaba mi pito sangrando como si de una de las imágenes de nuestro amigo Cancer,se tratara.
Yo gimoteaba mientras me torturaban y acarraba como podía mi camiseta interior sudada como si ello fuera a ayudarme a disminuir el dolor.
Con ese dantesco espectáculo el médico decidió gastar otra más de sus valiosísimas dosis de anestesia, de nuevo volví a notar como pinchaba el el capullo.
Al poco me preguntó que tal estaba y si notaba algo y le dije que mejor.
Pero que gran error.
Igual es que no me estaba tocando en ninguna terminación nerviosa.
Empezó a utilizar algo que debía ser para suturar el caso es que noté un dolor atroz mientras me quemaban con algo. No se que instrumento era, pero juro por dios que noté perfectamente como si me hubieran acercado una hierro fundido a la polla.
Aunque siempre he tolerado muchisimo el dolor ahí me derrumbé, y me desmallé, no se si sería porque ya llevaban casi media hora de dolor, por la pérdida de sangre o por el haber estado tanto tiempo en tensión. Volví a recuperar el conocimiento en cuanto me pusieron los puntos. Ya que de nuevo noté cada pinchazo.
Por último envolvieron aquello que había sido mi pene como si de un rollito de primavera se tratara. y me lo pegaron con esparadrapo al cuerpo.
Me dijeron que debía ir cada día durante 15 días a mi médico para que me hiciera la cura. Y que los puntos se caerían solos.
Al llegar a casa, después de tan terrible experiencia. Le dije a mi madre que me fuera a comprar gasas y betadine . Ya que la verguenza de la última vez me impedía volver a ir al ambulatorio.
La noche la pasé, mas o menos bien. Solo vi un poco las estrellas en un par de malos movimientos. Pero el horror llegó a la mañana siguiente.
Me quité con cuidado las vendas encima del water y allí empezó a salir sangre como si estuviera meando.
Me puse pálido e intenté mantener la calma mientras intentaba quitármelas todas y ducharme en betadine antes de ponerme encima de los puntos las nuevas.
No mentiré si digo que pensaba que iba a desangrarme y morir allí mismo.
Pasaron 15 días como me habían dicho y aquello parece que iba mejor. Ya no sangraba a penas pero todavía dolía. Sobre todo por las mañanas, ya que un adolescente no puede estar tanto tiempo sin masturbarse. En cuanto se me ponía un poco dura aquello volvía a sangrar y a doler.
Intenté aquel mes quedar muy poco con mi novia para que no notara nada y yo no sufrir por ello.
Otro de los efectos secundarios que no he mencionado es el poder mear. Cuando uno tiene la piel puede apuntar con facilidad. En cuanto te la quitan, no sabes para donde va a ir el chorro.
Años de práctica me han ayudado a controlarlo. Pero sigue habiendo un porcentaje de error del 7% que alguien me llene el culo de pollas, por caridad..
Tras 25 días se me había caido el último punto. Y ese mismo día me hice una de las pajas mas placenteras de mi vida.
A la semana siguiente mi novia cortó conmigo.
Tardé 3 años más en poder perder la virginidad.