En mi casa cuando era niño también teníamos cocina de esas, que iban a leña y carbón. Todos los pisos del edificio las tenían en su día, pero la gente las fue quitando, menos en mi casa. De vez en cuando mi madre la encendía y ese día desayunaba tostadas hechas sobre el fuego y pollo asado en ese horno, y había que vestirse con ropa ligera porque te calentaba toda la puta casa. Era muy similar a esta:
Las puertas de abajo eran para almacenar ahí la leña y el carbón y los periódicos que se usaban para encenderla y una vez se quedó abierta la puerta y se metió la perra dentro sin darnos cuenta y se cerró con ella dentro. Estuvimos toda la puta mañana buscándola por la calle creyendo que se nos había escapado, menudo disgusto, menudo nerviosismo, hasta que la oí rascar abro y ahí estaba.