Actividades extraescolares para los nenes

Hijo puta.te recuerdo que mi ídolo,en nunca veces ganador de nada john Stockton era algo taponcete y aún por encima creo que mormón(tenía 6hijos si mal no recuerdo,eso sí es enchufar)
Y la verdad es que tenía aire de forero.parecia más un oficinista de gestoria
que de jugador.
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O de embajador del Año Jubilar Lebaniego.
 
Baloncesto. Muchos años.

Me enseñaron cosas más importantes que el tirar de tres. Me enseñaron respeto por rivales, árbitros y compañeros, a trabajar las victorias y aprender de las derrotas.

Claro que con muy contadas excepciones el ambiente en los partidos de baloncesto es otro rollo. No es el puto fútbol.
 
Baloncesto. Muchos años.

Me enseñaron cosas más importantes que el tirar de tres. Me enseñaron respeto por rivales, árbitros y compañeros, a trabajar las victorias y aprender de las derrotas.

Claro que con muy contadas excepciones el ambiente en los partidos de baloncesto es otro rollo. No es el puto fútbol.
El baloncesto es un deporte de caballeros el 99% del tiempo salvo cuando hay de por medio griegos, italianos y balcánicos.
 
De niño y adolescente: ajedrez, Judo, Baloncesto, Voleibol; por mi cuenta: mecanografía, programación, biblioteca; ya de adulto: catequesis y rugby.
Es muy imporatnte que los chavales aprendan a socializar... y se den cuenta cuanto antes de que la mayoría de la gente es imbécil.
 
Baloncesto. Muchos años.

Me enseñaron cosas más importantes que el tirar de tres. Me enseñaron respeto por rivales, árbitros y compañeros, a trabajar las victorias y aprender de las derrotas.

Claro que con muy contadas excepciones el ambiente en los partidos de baloncesto es otro rollo. No es el puto fútbol.
Vamos, que no la metías ni por un aro del diámetro del Bernabeu.
 
Última edición:
Yo también fui a aprender a nadar, y lo aborrecía. Es posible que fuese el único que no aprendió en todo el tiempo que estuve, que no recuerdo cuánto sería. Un curso supongo. Me resultó humillante y desagradable. Y mi madre supongo que tampoco tendría pensamientos positivos. Tal vez se sintiese herida en su orgullo materno. O un poco humillada, viendo a su hijo chapotear como un perro día tras día.

Poco después aprendí yo solo en la piscina durante el verano.

Me llevaron a las pruebas del conservatorio para testear mis aptitudes musicales. Era un filtro para aceptar a los alumnos en el nuevo curso. No recuerdo nada concreto, pero si recuerdo a las madres juntas esperando en la calle, y luego a mi madre y a mí dejando el grupo atrás, enfilando el camino a casa derrotados, parias ignorados en ese grupo de madres e hijos jubilosos que celebraban la pequeña victoria. Tal vez yo fuese el único declarado no apto, de un grupo de siete u ocho.

En algún momento me apuntaron a clases de guitarra. Tendría ocho años.

No aprendí una puta mierda. El himno de la alegría tocado regular y punto. Odiaba aquello. Tengo recuerdos de Los Simpson en la tele por la tarde, y calles lluviosas y grises. Aquellas clases eran lo menos apetecible del mundo.

También en casa me obligaban a practicar. Me parecía todavía peor que las clases, así que tocaba el himno de la alegría una y otra vez por pura inercia, dejando pasar lentamente los minutos hasta que me señalaban que era suficiente por ese día.
Cuando hasta a mí me pareció que tocar lo mismo día tras día era demasiado sospechoso me puse a improvisar notas aleatorias mientras acallaba suspicacias con la trola de que estaba aprendiendo un tema nuevo.

No recuerdo cuando acabó aquello pero es evidente que también fracasé. Muchos años después aprendí algo por mi cuenta, pero todavía lo tengo como una espina clavada.

A academia de inglés fui también. Un verano, si acaso. La academia estaba en el mismo bloque que la casa de mi mejor amigo. Súmale que tanto mi padre (mi madre ya había picado ticket en la barca de Caronte) como los de mi amigo trabajaban de mañana, y ya tenemos los ingredientes para el fracaso. Falté un montón y mentí un montón. Mi padre se enteró, pero no fue tan contundente como yo esperaba, tal vez porque los malos tiempos que vivíamos le habían hecho mella, o pensaba que yo ya tragaba suficiente mierda con la situación familiar.

Años después me puse por mi cuenta un día y ya apenas fallé en mi rutina de estudio durante años. Hasta el C1 llegué.

Mi problema con el aprendizaje de cualquier cosa es que tengo que tener un interés genuino. No me gusta que me digan qué tengo que aprender ni como. Debe haber una chispa que me encienda, y entonces ya me pongo muy serio y aprendo lo que sea. Tal vez hace tres años si me hubiesen obligado a ir a clases de dibujo el resultado hubiese acabado en frustración, fracaso, aburrimiento y dinero tirado. Ahora que me he propuesto personalmente aprender a dibujar iría encantado a clases. Y de hecho lo acabaré haciendo cuando pueda.

En cuanto a los estudios y la elección de un camino formativo puedo decir exactamente lo mismo. Cuando al terminar el instituto me metí en alguna cosa fue por seguir a mis colegas, y lo dejé al poco tiempo. Cuando algo me interesó un poquito encontré razones para no salir de mi zona de confort y abandonar la idea. No fue hasta los 21 que me figuré que era lo que me interesaba y entonces le di duro por mi cuenta.

Ahora cuando veo algunas cosas en Youtube me entra una inquietud por según qué temas y una motivación acojonante. Ojalá hubiese tenido eso en los años de instituto. Vive dios que habría tenido una docena de ideas sobre qué camino seguir en la vida.
 
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De niño y adolescente: ajedrez, Judo, Baloncesto, Voleibol; por mi cuenta: mecanografía, programación, biblioteca; ya de adulto: catequesis y rugby.
Es muy imporatnte que los chavales aprendan a socializar... y se den cuenta cuanto antes de que la mayoría de la gente somos imbéciles.
Fixed. No se quite méritos.
 
Ahora cuando veo algunas cosas en Youtube me entra una inquietud por según qué temas y una motivación acojonante. Ojalá hubiese tenido eso en los años de instituto. Vive dios que habría tenido una docena de ideas sobre qué camino seguir en la vida.

Te doy toda la razón en esto.
 
En mi casa lo principal era trabajar y ganarse el pan cada uno, luego si en tus ratos libres ibas a la escuela, eso ya era cosa tuya. Para mí la escuela era ya como algo extra, algo de añadidura, que no era necesario, pero que bueno, que si quería ir y tal tampoco hacia daño a nadie y ahí estaba recogío.
 
Yo no fui a una puta mierda.
Todos mis vecinos y amigos de clase iban a kárate, baloncesto, atletismo, música, inglés y a la catequesis esa, que yo por puro desconocimiento la metía en el saco de actividades extraescolares.
Iba rulando a quien darle la brasa y a quien me apeteciese esa tarde me iba a esperarle a la salida de su actividad. En vez de su madre ahí estaba yo, esperando al chaval de turno. Mi actividad extraescolar era esperar a mis amigos a la salida de sus cosas.
Yo les preguntaba que qué hacían ahí dentro y todos decían que nada, que era un coñazo todo. Y yo ahí deseando enterarme de lo que harían dentro, intrigado de los secretos que a los pobres nos era terreno prohibido.

A los 14 o así nos metimos unos chavales repugnantes y yo, que también lo era, a la liga de fútbol 7. Éramos asquerosos, no teníamos ni equipación. Jugábamos con camisetas abanderado blancas, pero mira por donde arrasamos en la liga.
 
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Yo también fui a aprender a nadar, y lo aborrecía. Es posible que fuese el único que no aprendió en todo el tiempo que estuve, que no recuerdo cuánto sería. Un curso supongo. Me resultó humillante y desagradable. Y mi madre supongo que tampoco tendría pensamientos positivos. Tal vez se sintiese herida en su orgullo materno. O un poco humillada, viendo a su hijo chapotear como un perro día tras día.

Poco después aprendí yo solo en la piscina durante el verano.

Me llevaron a las pruebas del conservatorio para testear mis aptitudes musicales. Era un filtro para aceptar a los alumnos en el nuevo curso. No recuerdo nada concreto, pero si recuerdo a las madres juntas esperando en la calle, y luego a mi madre y a mí dejando el grupo atrás, enfilando el camino a casa derrotados, parias ignorados en ese grupo de madres e hijos jubilosos que celebraban la pequeña victoria. Tal vez yo fuese el único declarado no apto, de un grupo de siete u ocho.

En algún momento me apuntaron a clases de guitarra. Tendría ocho años.

No aprendí una puta mierda. El himno de la alegría tocado regular y punto. Odiaba aquello. Tengo recuerdos de Los Simpson en la tele por la tarde, y calles lluviosas y grises. Aquellas clases eran lo menos apetecible del mundo.

También en casa me obligaban a practicar. Me parecía todavía peor que las clases, así que tocaba el himno de la alegría una y otra vez por pura inercia, dejando pasar lentamente los minutos hasta que me señalaban que era suficiente por ese día.
Cuando hasta a mí me pareció que tocar lo mismo día tras día era demasiado sospechoso me puse a improvisar notas aleatorias mientras acallaba suspicacias con la trola de que estaba aprendiendo un tema nuevo.

No recuerdo cuando acabó aquello pero es evidente que también fracasé. Muchos años después aprendí algo por mi cuenta, pero todavía lo tengo como una espina clavada.

A academia de inglés fui también. Un verano, si acaso. La academia estaba en el mismo bloque que la casa de mi mejor amigo. Súmale que tanto mi padre (mi madre ya había picado ticket en la barca de Caronte) como los de mi amigo trabajaban de mañana, y ya tenemos los ingredientes para el fracaso. Falté un montón y mentí un montón. Mi padre se enteró, pero no fue tan contundente como yo esperaba, tal vez porque los malos tiempos que vivíamos le habían hecho mella, o pensaba que yo ya tragaba suficiente mierda con la situación familiar.

Años después me puse por mi cuenta un día y ya apenas fallé en mi rutina de estudio durante años. Hasta el C1 llegué.

Mi problema con el aprendizaje de cualquier cosa es que tengo que tener un interés genuino. No me gusta que me digan qué tengo que aprender ni como. Debe haber una chispa que me encienda, y entonces ya me pongo muy serio y aprendo lo que sea. Tal vez hace tres años si me hubiesen obligado a ir a clases de dibujo el resultado hubiese acabado en frustración, fracaso, aburrimiento y dinero tirado. Ahora que me he propuesto personalmente aprender a dibujar iría encantado a clases. Y de hecho lo acabaré haciendo cuando pueda.

En cuanto a los estudios y la elección de un camino formativo puedo decir exactamente lo mismo. Cuando al terminar el instituto me metí en alguna cosa fue por seguir a mis colegas, y lo dejé al poco tiempo. Cuando algo me interesó un poquito encontré razones para no salir de mi zona de confort y abandonar la idea. No fue hasta los 21 que me figuré que era lo que me interesaba y entonces le di duro por mi cuenta.

Ahora cuando veo algunas cosas en Youtube me entra una inquietud por según qué temas y una motivación acojonante. Ojalá hubiese tenido eso en los años de instituto. Vive dios que habría tenido una docena de ideas sobre qué camino seguir en la vida.

No diga mas, su inquietud es forjar acero damasquinado 14C28N para forjar la espada de Conan el Barbaro. Venga hombre, animese. :trump:

La natación no se preocupe, tambien aprendi yo a nadar y tarde como 4 veranos en cursillos de verano, con una flotabilidad menor que el Titanic. Es increible como me voy al fondo en cuanto no doy media brazada, ni que fuera senegales.
 
Que?contexto de eso por favor!!!!!

Pero que contexto quieres, el "Anchoucas" vendiendo humo de Cantabria Infinita (aka valles despoblados, todos los tontos de la Región en Santander- Torrelavega-y la Colonia extraorbital vasca de la costa oriental.) Quicir vengan pucelanos y vascos a repoblar Cantabronia y dejar sus horocs, que tenemos muchos vallucos muy chulos, y unas playas preciosas, muy seguras, en las que deberás luchar a muerte con medio Valladolid para conqusitar medio metro de arena, rezando a Cthulhu y Neptuno para que no venga una resaca o unas nubes a joder lloviendo.
 
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Mi padre vino un dia a casa con una guitarra española y su funda de semipiel mala marrón y el careto de mi madre fué antológico.
"Mi niño va a ser el nuevo Jimi Hendrix. “
Dicho y hecho: Acabé en una rondalla tocando jotas.
 
Yo fui a mecanografía, donde para asombro de propios y extraños, aprendí en un par de meses y me saqué el título con unas pulsaciones de vértigo, mi paso por aquella academia fue fugaz. A lo mejor si no me hubiera repugnado la asignatura de música podría haber aprendido a tocar el piano, con estos dedicos que tengo que parezco un marisco de esos que se ponen en navidad.

También me apuntaron a baloncesto, donde con más pena que gloria descubrí que odiaba los deportes de equipo, a una especie de inglés con muchos dibujitos donde no aprendí gran cosa, y luego en 1º de ESO a la Escuela Oficial de Idiomas, prácticamente gratis y mucho más provechoso, sacándome un maravilloso título medio que me dí cuenta que no servía para mucho una vez tuve que hablar con nativos.

Mi hijo con 5 años por supuesto que todavía no va a ninguna zarandaja de esas, bastante tiene con el inglés que le enseñan en el colegio, me parece absurdo que con esa edad les ocupen la tarde con chorradas cuando lo que tienen que hacer es ir al parque y jugar con los demás niños. Hice un amago de apuntarlo a natación este verano, pero ya con lo del virus se fue todo a la puta y seguirá haciendo aspavientos cuando le caiga una gota de agua en los ojos en la piscina.
 
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