Eso ya está demostrado, como bien han dicho. En numerosísimas ocasiones cuatro zarrapastrosos se han colado en el Capitolio y donde les ha dado la puta gana, no es novedad. En Buckingham Palace llegó a colarse un fulano hasta el dormitorio de la Reina y la despertó para darle la turra con sus cosas.
Hay imágenes de policías quitando barreras para que pasen.
Ahí estabas tú, que te vi en Constitution Avenue
A ver si no nos flipamos, que en la puerta de un Walmart en Black Friday se agolpa más gente y más furibunda.
Esto está muy por debajo del Watergate. Pero mucho.
A mí tanto Trump como el otro me la sudan. No soy de ninguno, no es mi guerra, no soy de ninguno de los dos, como no soy de ningún equipo de la NFL y me la suda quien gane la Super Bowl o la NBA. Me fascina ver a españoles, a los que nos separan tantísimas cosas de los americanos aparte del océano, tomar parte como si votaran a demócratas o republicanos, me flipa ver a algunos que lo más cerca que habéis estado de EE.UU. ha sido cuando os fuisteis de vacaciones a Galicia, asumir los postulados de un tío de Nueva York, Los Ángeles o Tennessee. Flipo con cómo es posible que no toméis la debida distancia.
Se monta una manifa gorda,
se deja pasar a los más mentecatos de entre ellos al Capitolio, se pegan los correspondientes tiros -estamos en EE.UU., un tiro allí es como un porrazo aquí- con sus correspondientes consecuencias, se vandalizan las dependencias del Capitolio con el TREMEBUNDO balance de un atril y dos ceniceros robados, unos papeles cambiados de sitio, uno que no tiró de la cadena y unas manchas en la moqueta- y luego se saca a dichos mentecatos. Se echa todo el mundo las manos a la cabeza porque oh dios -mientras que con lo de BLM todo era silbar y mirar para arriba- y a construir un discurso golpista-histórico-apocalíptico que tirarle al Trumpo a la cabeza.