- Registro
- 22 Feb 2009
- Mensajes
- 25.123
- Reacciones
- 3.262
Siempre me habían dicho que lo que diferencia a los hombres de los animales es la capacidad de razonar, de pensar, de discernir. Una teoría que queda rápidamente desmontada leyendo este foro o por cualquiera de los galardones que cada año otorgan los Premios Darwin.
Si no es la razón, entonces, qué es lo que nos diferencia de las bestias?
El hamor, hamigos míos. La capacidad de enamorarse.
Alguien podrá decir que los animales también se enamoran y que las plantas tienen sentimientos. Si sois de este tipo de gentuza os invito a ir registrando un user a enfemenino mientras recordáis la última muestra de amor que un ser humano recibió de un animal.
El amor es aquella capacidad sólo conocida en seres humanos, y no en todos, que hace que alguien sienta afección viva hacia una persona o cosa. Podemos enamorarnos de una mujer, de nuestra cuñada, de nuestra hermana, de la mujer de nuestro mejor amigo. Podemos enamorarnos de un cuadro, de una película, de un libro. De un plato, de un país, de un cenicero o de un tipo clavado en una cruz. Todos, por estraños que parezcan, son comprensibles.
"Estoy enamorado de la UPN, y me la pone dura como el cemento"
Sí, no es muy normal, pero es posible, comprensible y racional. Al fin y al cabo, el roce hace el cariño.
Pero ¿qué pasa cuando el amor surge de forma estúpida e incomprensible hacia lo intangible y lo desconocido? ¿Cuando se vuelve ilógico e irracional?
Cibernéticamente, por ejemplo.
Internet está lleno de casos de gente enamorada de otra gente que no ha visto en su puta vida. Personas que se enamoran de otras personas simplemente por leer cuatro textos estúpidos que cuelgan de un foro, o por los comentarios que surgen como réplica. Internautas enamorados de simples avatares, de textos de 140 carácteres, de falsos perfiles sociales.
No hace falta irse muy lejos para conocer alguno de estos casos, en nuestra pequeña comunidad ha habido alguno capaz de superar la larga distancia entre la periferia de la capital y los idílicos barrios bajos de canutolandia.
Amores sin ningún tipo de fundamento más allá de un sueño, de una imagen fraguada a golpes de teclado, de una esperanza idílica basada en la transmisión de bits. Amores bitales. Ilógicos. Irracionales.
Y paradójicamente, esta capacidad amar irracionalmente, esta capacidad de actuar sin ninguna lógica ni razón, es la que más nos distingue de los animales.
Donde pone amor, quería decir sexo gratis. Hay tesis que defienden todo lo contrario, que esto de internet es la criptonita del follar, pero aquí está la parroquia para refutarlo.
Viva el amor puro, y las pajas bien pegadas.
Si no es la razón, entonces, qué es lo que nos diferencia de las bestias?
El hamor, hamigos míos. La capacidad de enamorarse.
Alguien podrá decir que los animales también se enamoran y que las plantas tienen sentimientos. Si sois de este tipo de gentuza os invito a ir registrando un user a enfemenino mientras recordáis la última muestra de amor que un ser humano recibió de un animal.

El amor es aquella capacidad sólo conocida en seres humanos, y no en todos, que hace que alguien sienta afección viva hacia una persona o cosa. Podemos enamorarnos de una mujer, de nuestra cuñada, de nuestra hermana, de la mujer de nuestro mejor amigo. Podemos enamorarnos de un cuadro, de una película, de un libro. De un plato, de un país, de un cenicero o de un tipo clavado en una cruz. Todos, por estraños que parezcan, son comprensibles.

"Estoy enamorado de la UPN, y me la pone dura como el cemento"
Sí, no es muy normal, pero es posible, comprensible y racional. Al fin y al cabo, el roce hace el cariño.
Pero ¿qué pasa cuando el amor surge de forma estúpida e incomprensible hacia lo intangible y lo desconocido? ¿Cuando se vuelve ilógico e irracional?
Cibernéticamente, por ejemplo.
Internet está lleno de casos de gente enamorada de otra gente que no ha visto en su puta vida. Personas que se enamoran de otras personas simplemente por leer cuatro textos estúpidos que cuelgan de un foro, o por los comentarios que surgen como réplica. Internautas enamorados de simples avatares, de textos de 140 carácteres, de falsos perfiles sociales.
No hace falta irse muy lejos para conocer alguno de estos casos, en nuestra pequeña comunidad ha habido alguno capaz de superar la larga distancia entre la periferia de la capital y los idílicos barrios bajos de canutolandia.
Amores sin ningún tipo de fundamento más allá de un sueño, de una imagen fraguada a golpes de teclado, de una esperanza idílica basada en la transmisión de bits. Amores bitales. Ilógicos. Irracionales.
Y paradójicamente, esta capacidad amar irracionalmente, esta capacidad de actuar sin ninguna lógica ni razón, es la que más nos distingue de los animales.

Donde pone amor, quería decir sexo gratis. Hay tesis que defienden todo lo contrario, que esto de internet es la criptonita del follar, pero aquí está la parroquia para refutarlo.
Viva el amor puro, y las pajas bien pegadas.