No. Estábamos en las oficinas y empezó a sonar el telefonillo. "Uno que viene al bukkake". "Que espere abajo, que espere", dijo Torbe. Al par de minutos, otro telefonillazo. "Que esperen". Cada minuto o dos minutos sonaba el telefonillo con nuevas llegadas de bukkakeros. Llegada la hora, Torbe le dijo a uno de sus secuaces que se subiera a la troupe. Se abrió la puerta y empezó el desfile. Cada uno era peor que el anterior, y ya el primero que pasó por la puerta no pintaba bien. El desfile de los horrores, la parada de los monstruos. Y, de postre, al final de toda la fila, Ozito. "Hostias, es Ozito", dijo
@mundele, visiblemente emocionado.
Es uno de esos recuerdos que te persiguen toda la vida, la verdad.