Anda que tú también has nacido para el mal. Porque, claro, tú cuerpo es de acero y el del otro tipo de mierda líquida. Cuando estés creciendo y te toque reventar su caja torácica, tu fémur, que será como un lápiz, va a poder frente a las costillas y el esternón. Se va a romper el otro, no tú, que has nacido para el mal. Si hicieses lo que propones el tipo moriría reventado y tú morirías hecho migas como una bola comprimida.
No valéis para nada. Si tuvieseis imaginación y capacidad para el mal, os meteríais en el oído, le causaríais un brutal tinnitus y os regodearíais viendo como sufre y se vuelve loco poco a poco para, al cabo de varios días de insoportable e inevitable ruido, desconcertado y sin dormir, optase por el descanso eterno con el arma que piadosamente vosotros mismos le proporcionaríais.
Así es como pensamos los genios del mal y por eso no morimos aplastados dentro del cuerpo de otro.