Troy McClure
Freak total
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¿Qué tal, amigos? Estos días he estado meditando en una playa abarrotada de gente de diversas nacionalidades. La playa está en La Pineda, cerca del Glorioso Puerto de Tarragona y a una distancia desde la cual se puede sentir el campo gravitatorio del culo de @Sekhmet.
Aparcan los putos barcos en cualquier parte.
Aquí había turisteo español, francés y algún despistado alemán pero, oh amigo, cuando te acercabas al infecto Salou, el panorama se tornaba desolador.
La mención especial se la llevan, cómo no, nuestros queridos Britons. Una suerte de deficientes mentales, estéticamente marcados por esa fealdad endogámica, esos dientes desnortados, sus fofos y atrofiados cuerpos y que no paran de llamar la atención con sus gilipolleces.
No había grupo de ingleses que no mostrase alguna actitud reprochable. Imbéciles gritando y avasallando, escupiendo babas, caminando sin camiseta en lugares cerrados, bebiendo como subnormales con la tolerancia de un chaval de cuatro años...
Familias enteras de gilipollas berreando y haciendo el subnormal en las máquinas esas de pegar puñetazos y ver quién es más retrasado. Alcohólicas embutidas en trajes tres tallas menores provocando el vómito de la concurrencia. Carcamales espoleando a chavales de no más de trece años para que bebiesen de la pinta y la liasen ahí mismo. Cánticos futbolísticos al azar y vergüenza ajena a vagones. Y sólo estuve tres cuartos de hora.
Que sí, que sí, que ya sé que es una muestra no necesariamente representativa, que seguro que hay otros habitantes de la Pérfida Albión capaces, sociables y respetables, pero hay que ser tajantes. Con tal de perder de vista a estos subnormales, que bombardeen sus naves, tabiquen el túnel del Canal de la Mancha y construyan alambradas de espino bordeando sus costas.
Aparcan los putos barcos en cualquier parte.
Aquí había turisteo español, francés y algún despistado alemán pero, oh amigo, cuando te acercabas al infecto Salou, el panorama se tornaba desolador.
La mención especial se la llevan, cómo no, nuestros queridos Britons. Una suerte de deficientes mentales, estéticamente marcados por esa fealdad endogámica, esos dientes desnortados, sus fofos y atrofiados cuerpos y que no paran de llamar la atención con sus gilipolleces.
No había grupo de ingleses que no mostrase alguna actitud reprochable. Imbéciles gritando y avasallando, escupiendo babas, caminando sin camiseta en lugares cerrados, bebiendo como subnormales con la tolerancia de un chaval de cuatro años...
Familias enteras de gilipollas berreando y haciendo el subnormal en las máquinas esas de pegar puñetazos y ver quién es más retrasado. Alcohólicas embutidas en trajes tres tallas menores provocando el vómito de la concurrencia. Carcamales espoleando a chavales de no más de trece años para que bebiesen de la pinta y la liasen ahí mismo. Cánticos futbolísticos al azar y vergüenza ajena a vagones. Y sólo estuve tres cuartos de hora.
Que sí, que sí, que ya sé que es una muestra no necesariamente representativa, que seguro que hay otros habitantes de la Pérfida Albión capaces, sociables y respetables, pero hay que ser tajantes. Con tal de perder de vista a estos subnormales, que bombardeen sus naves, tabiquen el túnel del Canal de la Mancha y construyan alambradas de espino bordeando sus costas.
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