Bien, paso a relatar los tres días idílicos que he pasado en un camping lleno de carroña humana.
Llegamos cuatro bandarras y mi persona con dos tiendas de campaña tipo iglú con capacidad para cuatro personas cada una. Yo y mi colega más cercano dormíamos en una de ellas y los otros tres en a otra. Nuestra intención era la de, por la noche, ligar con dos guarras ubicadas en dicho camping, traérnoslas a la tienda, darles más alcoholol y/o drogaína y ponerlas mirando para Pamplona en complicidad, y centramos nuestras energías en ello durante nuestra estancia... Pero con nefasto resultado.
Tal como llegamos a nuestras parcelas para apalancar las tiendas ya vimos de qué pasta estaban hechos los vecinos. A un lado, cuatro mendas alrededor de un Seat León con las puertas abiertas, escuchando a todo trapo música de mierda regguetonera (o como coño se escriba) y hablando a voz en grito. A otro lado, una familia con tres desechos genéticos chillando también como energúmenos, mientras sus putos padres hacían caso omiso y desconocían a qué altura del diccionario quedaba la palabra "Civismo".
Tuvimos reunión de urgencia mientras montábamos las tiendas para decidir cómo afrontaríamos aquello sin tener que amenazar a nadie con un bardeo o algo. La decisión final fue ponernos hasta el ano de todo y asín pues que nos sudara la polla del ruido y de todo, y eso hicimos.
Dejamos todo montado, entramos en una de las tiendas y nos hicimos varios bongs de maripepa. Con los ojos inyectados en sangre y los párpados caídos nos colocamos el bañados del Carrefour y nos fuimos a la piscina. Allí comprobamos que si nos metíamos en aquella bañera gigante corríamos serio peligro de contraer cáncer de sida, misteria de la carne mechá y su puta madre más de bacterias chungas. Incluso olía mal y todo, seguramente debido a los niños chicos que se cagan encima, a los peos que se tira la peña deambulando por el borde de la piscina, a las cremas de mierda que se unta todo dios, etc. Estando asín el panorama, decidimos apostarnos en la barra del chiringuito y violetear con la mirada a todas las teens que por allí danzaban.
Papeamos unas hamburguesas cutres a más no poder pero que entraban de gloria gracias a la hierba y nos fuimos a las tiendas a descansar un rato. Como hacía un calor de cojones, más que nada porque daba el sol casi de lleno en lo arto de las tiendas, decidimos bajar a la beach. Más culos y tetas por todas partes y más ascazo al acercarnos a la orilla. El agua se veía gris, joder, GRIS!! Abortamos la misión de bañarnos y nos refugiamos a la sombra de las sombrillas cada uno mirando pa un lao y pensando en sus mierdas, casi sin hablar entre nosotros.
Dos horas más tarde, a eso de las 19:00 volvimos al camping para darnos una ducha y una vuelta por la noche. Las duchas eran peor que las del talego, y no exagero. Funcionaban de pena, sin apenas presión, restos de sobrecitos de jabón acumulados en el desagüe, pintadas en los azulejos, y lo más chocante de todo fue que en el compartimento contiguo al mío, había un gordo de unos 50 años lavando a una niña pequeña y enjabonándola con demasiado empeño sus zonas pudendas. No entré en acción porque pensé que igual la cría se había cagao encima y la estaba frotando a conciencia para limpiarla bien, pero estuve al loro escuchando desde mi plato de ducha por si la niña se quejaba o algo. Ya pensaba en entrar en su ducha, tirarle jabón a los ojos, y con el talón de uno de mis zapatos abrirle la cabeza a golpes, luego llevar a la niña a la recepción del camping y llamar a los Topboxes. Finalmente la niña no sólo no se quejó sino que ambos salieron a los dos minutos escasos y se fueron. Quise pensar que solamente la lavaba y me olvidé del tema.
Nos encontramos todos, ya duchaos, en las tiendas y decidimos que como nos íbamos a poner moco, mejor no coger el car para ir al pueblo, que lo mejor era quedarnos allí dentro del camping dejándonos la pasta en el chiringuito. Cuando nos dirigíamos hacia éste reparamos en que las pandillas de chavalillos se habían hecho con el control de la zona con sus botellones y su música a todo carajo, mezclándose una con otra en una cacofonía hortera de mucho cuidao.
Nos emborrachamos y nos metimos unas lonchas mientras charlábamos de todo un poco hasta que nos dieron la una de la madrugada, hora en la que el chiringo cerraba y nos obligaba a retirarnos a las tiendas. Cuando llegamos, además de los veinteañeros liándola, aún había niños dando por culo correteando de acá pallá mientras sus madres les llamaban a gritos. Aquello era insoportable y avergonzante a partes iguales.
Pusimos en marcha nuestro plan de seguir dándonos caña hasta caer rendidos, y a eso de las 3, el segurata del camping se dio un rulo por la zona para terminar de callar a los que siguieran molestando. A partir de ahí se hizo casi el silencio total y decidimos hacernos un bong bien cargao para caer puyeros. Uno de los que dormía en la otra tienda y yo no nos podíamos dormir y nos quedamos cuchicheando en voz baja hasta que se nos pasara del todo el efecto de la farlopia. Entonces reparamos en que en una tienda tipo canadiense que había justo en frente, una parejita de veinteañeros estaban ahí dándole al follaje, pero con la cremallera de la tienda abierta. La brisa que corría se encargaba de apartarla de vez en cuando y se les veía en full HB; como mi colega es de la misma condición que yo, lo que hicimos fue el paripé de que nos chapábamos en nuestra tienda, pero en realidad dejamos un trozo sin cerrar por debajo, lo justo para poder sacar un poco la cabeza y mirar el especta-culo.
La golfa subida encima del nota botando a ritmo medio con tol culo mirando pa nosotros, gimiendo a nivel medio también, y él dándole algún que otro cachete. Mi colega y yo nos mirábamos mientras nos pajeábamos dentro de la tienda con los acompañantes sobaos y roncando como osos. Los dos iglús con las dos cabezas asomando y zarandeándose levemente al ritmo de la paja; parecíamos allí dos tortugas con parkingson. El menda agarró a la guarra por el culo bien fuerte, gruñó y le soltó toda la cuajada dentro del chocho, yo me corrí casi al unísono en cuanto vi eso, como si estuviera haciendo un trío con ellos, Mi colega tardó unos minutos más pero también soltó los calostros.
Al día siguiente resacón en la cafetería desayunando y vuelta a empezar durante dos días más con lo que acabo de contar, salvo que ya no hubo más espectáculo voyeur ni posible pedrófilo al que hostiar. Vacilón mezclado con resaca, ruído, calor, suciedad y la piscina y la playa impracticables.
No volveré a repetir nunca mais, pero eso sí, en la memoria tengo como para quinientas pajas con la de culos y tetas firmes de tirititeens que vi por allí. De aquí a na ya estamos otra vez poniéndonos nuestros jerséis y nuestras chupas y que le den por el puto culo al ver-ano.