Dios no lo quiera y España no lo consienta, en el mundo sobran guerras y cainismo. Aunque considere que los catalanes y los vascos estarían mejor como naciones independientes, para mí seguirían siendo pueblos amigos y aliados, con los que compartir un pasado común y todo un acervo cultural que admiro, respeto y disfruto. No pienso renunciar a Ampurias ni a Baroja, seguiré sintiendo cercanos a Dalí y a Ibarrola.
No serán compatriotas pero formarán parte de mi cultura. Hay demasiados lazos familiares, económicos y culturares, demasiados emigrados, demasiados amigos que viven en las futuros miembros de la U.E para liarnos la manta a la cabeza y comenzar algo que no tiene sentido ni justificación. Los pueblos tienen derecho a elegir su destino. Desde la legalidad y el pragmatismo creo que los pueblos catalán, vasco y español pueden gestionar sus relaciones de forma más coherente y justa. Creo que este Estado tiene la madurez suficiente como para llegar a un acuerdo que nos beneficie a todos.