Derbi sin tensión
• Espanyol y Barça persiguen esta noche su consolidación en la última cita que albergará Montjuïc
JUAN TERRATS / JOAN DOMÈNECH
BARCELONA
Quinta jornada de Liga. Dos equipos sin urgencias, empatados a puntos, que buscan consolidarse y firmar un buen inicio liguero. Entrenadores debutantes cuya actitud se asemeja al fútbol que exhibían como jugadores: exento de agresividad. Plantillas que han repartido su atención con una jornada intersemanal. Clubs sin cuentas pendientes más allá de las diferencias personales entre los presidentes. Circunstancias que confluyen y eliminan del derbi cualquier rasgo de tensión, aunque se considera de alto riesgo por los precedentes entre los radicales de ambos sectores. Luego, cuando comience el duelo (22 horas, TV-3, La Sexta), Dios dirá.
Montjuïc baja esta noche el telón de los derbis entre el Espanyol y el Barça. El primero de Tintín Márquez y Pep Guardiola es el último que se celebra en el estadio Lluís Companys, a no ser que la Copa depare una eliminatoria barcelonesa. Una década de derbis ligueros, uno de Copa y otro de Supercopa (de abril de 1998 a septiembre del 2008) ha albergado la montaña olímpica. Muy pocos han dejado un recuerdo en el imaginario perico y culé. El de la temporada 2003-04, en el que hubo seis expulsiones, es el único que podría asemejarse a los de Sarrià. O a los futuros que se celebren en Cornellà.
RESPETO Y ELOGIOS
Allí no habrá pista de atletismo, una barrera invisible pero perceptible que separa la grada del césped, y que repudiaban ayer Márquez y Guardiola antes de encontrarse en el estadio en la protocolaria cita de ambos técnicos. Entre ellos hubo mucho respeto y muchos elogios. "Guardiola era un monstruo como futbolista, tenía un GPS moderno en la cabeza y como entrenador me gusta su propuesta, pero si queréis le insulto", bromeó Márquez, aludiendo a la concordia del duelo. Aunque el derbi barcelonés "siempre tiene un punto", Tintín admitió que la escasa relevancia del resultado en la clasificación resta dramatismo al partido.
El dramatismo residía, para Márquez, en elaborar la convocatoria por el alud de lesionados que sufre el Espanyol. Ocho, entre ellos cinco defensas --solo tiene los cuatro que alineará hoy--, De la Peña, Valdo y Rufete. "Lo peor del partido es que tengan tantas bajas. Los contrarios con papel de víctima me ponen muy nervioso", afirmó Guardiola, quien seguirá haciendo cambios en la alineación. Sin obligación alguna. "Las rotaciones ya me parecían bien cuando jugaba, y ahora más", explicó. El fin último que persigue es conseguir que todos sus hombres se sientan particípes para que exista la mejor convivencia en el vestuario. "Ojalá pudiera ser Aíto García Reneses, el entrenador del Unicaja de básquet para hacer cambios cada 10 minutos", apuntó.
PEDRO POR CÁCERES
Con Milito y Hleb, lesionados, a Guardiola le sobraron dos defensas. Sylvinho y Martín Cáceres, que cedió su puesto a Pedro, fueron descartados, pese a que la mayor preocupación azulgrana reside en frenar "la movilidad, la verticalidad y la capacidad goleadora" de Tamudo y Luis García.
De la titularidad a la grada ha pasado el central uruguayo. "Para dar ritmo al partido se necesita gente fresca de piernas y cabeza", expuso Guardiola como un argumento adicional. Tan importante como aquel. De efecto más inminente. El técnico necesita combatir con rapidez los bajones que experimenta el equipo, con un gol encajado por partido.
Necesita la victoria Guardiola. Como Márquez. Ninguno de los dos tiene un colchón de paciencia. "En un derbi vale todo para ganar, incluso hacer trampas si es necesario", dijo Márquez.