Va, os voy a contar la historia.
La Ovra Social de Caixa Galicia tenía una biblioteca en pleno centro histórico de Santiago que visitaba, religiosamente, cada sábado. Al lado, además, había una librería de viejo en la que husmeaba fantaseando poder llegar a la cantidad de pesetas suficientes como para comprarme algunos comics que vendía.
Un poco más acá se encuentran (aún hoy), los jipis (que no hippies

), en donde tenía un amiguete moruno de
Mililla. Cuando paso por allí lo saludo (a él y a alguno de sus seis o siete hijos

)
El puesto está más hacia la derecha.
Pero bueno, centrémonos; total que iba a la biblioteca y, aparte de pillarme libros chorras, comics de Blueberry o la Biblia del Forero en apuros (más de mil duros en Coronel Tapiocca),
pues nos ponían pelis que veíamos en una sala en la planta de arriba sentados en el suelo; en plan complet monguers.
Normalmente nos ponían tontás de Disney, Cristal Oscuro, La Princesa Prometida y demás morralla, pero un día, se les debió de ir la pinza a los del vidriocluc y les mandaron en la caja lo siguiente
La chavalada acojonada y broncón de los padres a los encargados porque sus hijitos se habían traumatizado con la pinícula. Yo por mi parte, me parece recordar que lo que más me flipó fue ver cómo el hijoputa del malo apretaba las manos de un niño sobre alambre de espino que hacía de cuerda de un pozo (o algo así

)
Y esta es la bonita historia que tenía para vosotros.