Bomber Blonde rebuznó:
En resumen, todas hemos sido engañadas, manipuladas, estafadas y abanodnadas, eso si, todas tenemso unas deudas acojonantes pendientes por culpa de ellos.
A esto me refería, fijaos en la cantidad de veces que ha relatado y recordado que el negro le chuleaba la pasta y que le dejó una deuda enorme.
Esta tía no volverá a acercarse a un negro en su puta vida.
Una mujer no está preparada para desarrollar el papel de pagadora, está diseñada para ejercer justo el papel contrario, pero el efecto "Mujeres desesperadas", esa ficción en la que gente como Eire basa su idea de
"lo que pasa en la vida", puede hacer que a modo de capricho quieran imitar a la prota, elijan a un negro mulato para liarse con él porque según dice la tele eso es de ser muy modenna y guay, y puede asumir ese juego de chica pagalotodo unos meses, como una especie de locura que hay que probar alguna vez.
Una tía te puede pagar los vicios y la comida una vez, dos veces, tres veces si quieres. A la cuarta ya empieza a replanteárselo, y ya a partir de ese momento es cuestión de escaso tiempo para que se dé cuenta que está actuando en contra de su naturaleza, que está haciendo anormalmente con el negro justo lo que tendrían que hacer con ella, y sus genes empiezan a despertarse e imponerse, diciendo
"¿pero qué cojones está pasando aquí? ¿cómo cojones voy a ser yo la que pague con lo que tengo entre las patas?", y a partir de eso es cuando empiezan a producirse mensajes como el que escribió la follanegros que indica Bomber Blonde en su post.
Para un macho en cambio no, un macho puede pagar siempre sin arrepentirse ni dudar, durante toda su vida mantiene a su mujer como algo normal, con la misma naturalidad con la que se respira, pero una mujer no; para una mujer como para cualquier ser lo primero es la comida, y lo natural es que la mujer reciba comida a cambio de entregar su cuerpo al varón, como ocurre con nuestros primos y primas los y las chimpancés, y que los machos reciban sexo a cambio de dar comida.
Ahí es cuando todo falla y este tipo de relaciones no pueden funcionar, porque una mujer no puede aceptar ni desarrollar eternamente el papel de pagafantas que está reservado de modo congénito y exclusivo a nosotros.
Por eso destacan tanto las trampas y el dinero perdido, la famosa deuda de los 200.000 euros, porque una paliza dura unos minutos, te deja marcas durante unos días y ya desapareció, puedes olvidarlo, pero los 200.000 bolos que va a tener que pagar uno a uno siempre van a estar presentes y son los que le sirven de guía y prueba para reconocer que ha seleccionado al macho débil, aunque según mirabas "Mujeres desesperadas" parecía que realmente el negro fuera el macho fuerte.