Un placer tenerlo entre los vivos mi estimado.
Como siempre el maestro de las formas, la elegancia en el lenguaje, un verdadero placer (NO H0M0)
Los amigos debemos estar a todo, duras y maduras, por poner un pero, en lo substancial, quizá tanto untarse cosas en el cabezo le hagan ver algún que otro fantasma de esos que decía Kant. Fantasmas, oiga, que lo mismo, por otra parte, haberlos haylos.
No se si me explico que va ser que no.
Hombreeee, qué alegría, Mr. Ignacio, que se halle también con nos entre ellos y todos, pensé que había dejado la casa puesto que estuve un tiempo sin leer su inteligente perspicacia.
No estoy calvo aún, mi alter ego aquí, sí, y a esa calva aludía. No obstante hay verdad en tus palabras, no tanto por el unte craneal y sí por lo de los fantasmas kantianos.
Soy intuitivo e irracionalista, porque como no creo en las purezas de la razón, entiendo que la única manera de acercarse, si acaso, a tal pureza de la razón, sea por medio de lo irracional, ya que esa pomposa razón hace aguas por todas partes cuando vivimos, llegando a la conclusión de que ni conocemos y ni comprendemos, y entonces sea a puro sentimiento y emoción como de verdad nos ponemos en contacto con esa, vida.
O sea, que solo creo en lo que sueño.
Una vez leí en un diccionario (la importancia de las palabras que hasta sanan o matan) que, la intuición, es actividad inconsciente de la inteligencia... Y me dije; ¡ooondiaaaaá!..., mira tú, hay inteligencia que no es consciente, que se nos viene encima, nos asalta, allana y viola esa bóveda sixtina que tenemos por calva, que nos pinta las más sublimes imágenes de Dios, del mundo y del hombre en el intradós de sus techumbres.
Las ideas, que Goethe llamaba, las madres.
De ese modo creo que las intuiciones son instintos animales dormidos por el nacimiento de las palabras. El olfato, tal vez, en la parte frontal del cerebro, donde la imaginación (no sé, por decir algo poético, pero suena bien).
Luego no creo en nada que no haya relucido en mi mente, descubierto por mí mismo cual Miguel Ángel paleto, ni tampoco en nada que no haya experimentado, sentido, emocionado por mí mismo, y no porque sea un solipsista. No no, es que por conocerme a mí mismo, mis bajezas y ruindades, no puedo creer en aquellos que son tan miserables como yo.
Concluyendo, lo que me dice el olfato sobre el tema es que ni murciélagos ni vacunas, y sí 'murciégalos' y medicamentos, y el resto, crecepelo. Y a los vendehúmos antaño, con buena razón les hacían así.
Brea y plumas, pero hoy la, ¡razónnnnnn!, no nos lo permite. Así nos va.
Un abracísimo, tronco.