Hace un rato he ido de compras, pertrechado con guantes de látex y mascarilla. Tenía miedo de hacer el ridículo, pero qué va, los raros son los que van sin protección.
En el Consum siguen con una persona en la puerta que te obliga a ponerte desinfectante y guantes. Como ya llevaba de casa los de látex y es un engorro poner y quitar me ha tocado embadurnarlos con la loción (obviamente no se absorbe) y ponerme por encima los de plástico. En el interior menos clientela que la semana pasada. Había de casi todo. Los huecos más llamativos eran en la sección de limpieza: ni una botella de lejía, de ninguna marca, ni con detergente ni sin, cero, nada. En la sección de snacks y aperitivos también había huecos: nada de pipas ni palomitas de microondas, y muy pocos frutos secos. En cuanto al personal, también había menos que la semana pasada. En los mostradores de carnicería, pescadería y charcutería al corte solo había una persona por sección, cuando normalmente hay dos o tres.
En el horno no dejan entrar a más de dos personas, pero a la hora que he ido tampoco había cola. En los pakis toda la gente con guantes y mascarilla y pagando con tarjeta, pero están bien abastecidos de fruta y verdura fresca. Supongo que los mercados de abastos deben funcionar con normalidad.
Me parece que, una vez pasada la novedad, la gente se ha acostumbrado a esta nueva rutina. El ambiente es bastante más deprimente que hace unos días. Ya no hay sonrisas de complicidad. Cada uno va a lo suyo, sin levantar la cabeza, y evita incluso el contacto visual. Encima hace un día feo, gris y nublado.