Que sí. Que existe porque te lo dice una PCR. Es una enfermedad nueva, te lo dicen los ejpertos. Y se contagia como ninguna otra. Te lo dicen los datos de las PCR. Pero existir, existe. Sin género de dudas. Ni la más mínima.
Las enfermedades existen desde el momento que pruebas su existencia. Porque antes se tratará como otra cosa distinta. Y ni tan siquiera se tratará.
Mismamente el cobi: nadie en su sano juicio hubiera tenido fiebre hace tres años y se hubiera ido a hacerse una PCR. Creería que tendría gripe o un resfriado potente y asunto acabado. Y así le trataría el médico. En el momento que a eso se le llama cobi, la forma de enfocarlo cambia, porque es otra enfermedad distinta.
El relato del cobi es religión pura y dura sobre la que no se puede ni se permite discrepar. Y da igual que todo se sostenga desde el principio en absolutas barbaridades científicas (un virus que recorre el mundo en dos días pero que no pasa de una región a otra de China), protocolos médicos que se han llevado por delante a miles de personas y medidas sanitarias demenciales. Existe porque me he puesto malo y tiene que ser el cobi.
No. ¿De qué estás probando la existencia, si no existe antes de la prueba? ¿Te pones a probar la existencia de algo que no existe? ¿Y luego encima te sale que eso que no existía sí existe (!) y se crea a partir de que te sale a ti ese resultado? Las enfermedades existen, y luego la ciencia las descubre, las describe, las categoriza, pero existir existen antes.
Hace tres años si la gente hubiera tenido fiebres y mocos y tos y demás en pleno veranazo no hubieran creído que se trataba de gripe. Hubieran creído que se trataba de otra cosa. Si además se producen síntomas que la gripe no tiene, como por ejemplo lo de fatigarse grandemente días después de que se te haya pasado o las pérdidas de olfato y gusto tan inusuales, se hubiera creído que se trataba de otra cosa.
El relato del Cobi, y en eso
sí estoy de acuerdo, es una religión sobre la que no se permite discrepar y que te anatemiza si lo haces. Como toda religión, tiene sus fanáticos, sus extremistas, y por sus palabras y símbolos (doble mascarilla, guantes, pantalla protectora + mascarilla, hipervelocidad para llegar el primero a la cola de vacunación, orgullo en lucir sus pinchazos, etc.) los conoceréis. Luego están los popes de la iglesia covidiana, que hablan siempre la verdad, aunque un día la verdad sea blanco y al siguiente sea negro (la verdad muta en función de lo que toque vender). Estos popes incluso pretenden hacer pasar por verdad cosas que se dan de hostias unas con otras, pero eh, no te salgas del relato.
En resumen, estacas: yo estoy contigo en que todo lo que se ha montado alrededor de la enfermedad es una auténtica salvajada, un sindiós, una vergüenza de proporciones bíblicas, una de las mayores farsas de la historia de la humanidad y probablemente la primera a nivel global, algo muy peligroso y que sin duda nos avisa de peores peligros futuros y de lo fácil que va a serle a cualquier iluminado que detente el poder ponernos a todos de rodillas si así le da la gana. En todo eso yo te sigo y te lo firmo.
Lo único que no te firmo es que no exista la enfermedad que yo mismo he tenido, porque esto no lo había tenido nunca. No es necesario que la enfermedad no exista para montar todo ese circo. Montar todo ese circo falso tampoco implica que la enfermedad sobre la que se apoya sea falsa.