Doctor Banner
Freak total
- Registro
- 15 May 2004
- Mensajes
- 15.589
- Reacciones
- 0
Son las consecuencias de las conclusiones precipitadas. Nos encantaría que las cosas fueran cómo las pensamos, a veces hasta nuestros pensamientos y presuposiciones nos salen en voz alta.
No viene a cuento pero estoy leyendo un libro cojonudo de un tal Jan Harold Brunvand sobre leyendas urbanas, y en el apartado de "conclusiones precipitadas", viene esta historia:
UNA peluquera de una ciudad grande se queda una noche la última en la peluquería, limpiando un poco antes de irse a casa. Un hombre de aspecto distinguido vestido con traje y chaleco llama a la puerta y le ruega que le abra y le corte el pelo. Le explica que tiene una importante reunión de negocios por la mañana y necesita estar presentable. Le suplica y le ofrece pagar el doble del precio habitual, a lo que la peluquera accede.
Le pone el peinador alrededor del cuello y se vuelve para coger las tijeras. Al darse otra vez la vuelta, nota un movimiento rítmico en la zona media del peinador, en la parte de la entrepierna del hombre, y le entra un ataque de pánico al pensar que tiene a un pervertido sexual o algo peor en la silla.
Coge el secador de pelo y le atiza con todas sus fuerzas dejándolo inconsciente; luego llama a la policía y pide ayuda a gritos. Cuando llega la policía se encuentra al hombre todavía inconsciente y a la peluquera haciendo guardia al lado, arma en ristre. Le quitan el peinador al hombre y descubren que......... sólo se estaba limpiando las gafas.
No todo es lo que parece
No viene a cuento pero estoy leyendo un libro cojonudo de un tal Jan Harold Brunvand sobre leyendas urbanas, y en el apartado de "conclusiones precipitadas", viene esta historia:
UNA peluquera de una ciudad grande se queda una noche la última en la peluquería, limpiando un poco antes de irse a casa. Un hombre de aspecto distinguido vestido con traje y chaleco llama a la puerta y le ruega que le abra y le corte el pelo. Le explica que tiene una importante reunión de negocios por la mañana y necesita estar presentable. Le suplica y le ofrece pagar el doble del precio habitual, a lo que la peluquera accede.
Le pone el peinador alrededor del cuello y se vuelve para coger las tijeras. Al darse otra vez la vuelta, nota un movimiento rítmico en la zona media del peinador, en la parte de la entrepierna del hombre, y le entra un ataque de pánico al pensar que tiene a un pervertido sexual o algo peor en la silla.
Coge el secador de pelo y le atiza con todas sus fuerzas dejándolo inconsciente; luego llama a la policía y pide ayuda a gritos. Cuando llega la policía se encuentra al hombre todavía inconsciente y a la peluquera haciendo guardia al lado, arma en ristre. Le quitan el peinador al hombre y descubren que......... sólo se estaba limpiando las gafas.
No todo es lo que parece