DÍA 5 (y último)
Como casi todos los viajes, pillamos un día más de recomendado para ir a nuestra bola, en plan descanso, y aunque siempre quedan cosas por ver, el último solemos dedicarlo a pasear e ir a nuestro rollo sin prisas, sin reloj y sin rumbo fijo.
Empezamos dedicando la mañana a buscar souvenirs para la familia (phorers) por el mercado de los paños. Lo típico es el ámbar del báltico, mil objetos de madera o cualquier cosa de Juan Pablo II. Y todo muy barato y de calidad.
Se me olvidó comentar hablando de la plaza Rynek Glowny, que hay una escultura curiosa y polémica. Se llama Eros Bendato y es del escultor más famoso de la zona, Igor Mitoraj.
Pa' cabeza la mía, dijo el polaco.
Después fuimos paseando por el paque Planty hasta la colina de Wawel a visitar la catedral, la zona gratuita, la de pago no merece la pena y no es precisamente barata.
Los ladrillos estos son reconstruidos, los austriacos se los llevaron para otro sitio y después de la segunda guerra mundial empezaron a recaudar entre juden de todo el mundo, poniendo su nombre en ellos.
Unos de los edificios del castillo, antes se puden ver las antiguas casas medievales que había dentro del recinto, en cimientos, porque los austriacos también decidieron que era buen sitio para hacer prácticas de tiro y obuses.
Catedral.
Al bajar y sentarnos en un banco del parque se pararon unos guiris que estaban haciendo un tour en bici y el guía les explicó que la casa que teníamos detrás fue donde vivió Oskar Schindler.
La segunda planta encima del nº 7.
Recordando la película, la escena donde está a caballo junto a una de sus amantes (era un follarín) viendo la llegada nazi y la expulsión de judíos, en donde aparece la niña del abrigo rojo, se rodó en la colina de Wawel.
Por el jardín botánico pasó un phorero.
A media mañana ya apretaba el hambre y decidimos probar un petzel de los miles de puestos que hay con estos quitahambres. 1,60zt (0,40€). Bastante bueno y barato, el mío al menos era con sabor a cebolla, pues como pan de ajo con el sabor que quieras. Similar a lo de NY.
Para comer escogimos el
W Starej Cuchni.
Otro de comida polaca y muy acogedor por dentro. Regentado por una pareja, se ganaron el sueldo ese día porque coincidimos con un grupo de unos 40 alemanes del Imsersën que además, se dedicaron a pagar en monedas. Polishlol.
Plato típico.
Tabla de tres carnes.
Como buenos veganos nos pedimos una tabla de tres carnes y el “plato polaco recomendado”, así lo ponía en la carta, tal cual, con un par de salchichas, pierogi, empanadillas y carne en salsa, etc.
Pero antes nos pusieron un entrante en plan portugués, si lo quieres lo dejas y lo pagas y si no le dices que se lo lleven, pero como el hambre apretaba nos pareció un puntazo, además con los nancys iban ya con retraso en cocina. Se llama Smalec (la zurrapa de toda la vida), una crema de manteca de cerdo, bacon, cebolla y ajo picados, y alguna especia. Acompañado de pan para untar, hace llorar a Lech Walesa cuando se acaba.
Smalec.
De vuelta al hotel y para bajar el bolo alimenticio, nos pillamos unos helados artesanos de 4zt (1€).
La tarde fue para otro paseo en bici dando vueltas por la ciudad y el Vistula y parando donde nos apetecía.
Por la noche la cena tocaba en la plaza Nowy, donde cenamos la zapiekanki, pero esta vez en los puestos que hay alrededor de la plaza. Salchichas. Unos 10zt cada una (2,5€).
Yo no sé a los demás, pero a la koki le gustan grandes.
Por cierto, el dueño del puesto, phorero del mancuernas fijo, daba miedo.
Después, helado típico en Good Loop, en el edificio del mercado que la zapiekanki. Una cola de la hostia y una fama que ni Los Italianos (Graná). Pero luego no era para tanto. Eso sí, a tope de cantidad y barato, que no merece la pena por la puta cola.
La foto es una mierda y no se ve lo que quería capturar, que era el culo de las dos que esperan su cucurucho con dos bolas. Guiño guiño.
Paja y a dormir.
Y hasta otra, skurwysyny.