Cruzada contra el porno y la prostitución

Trujamán

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Forero de mierda
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14 Ene 2024
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La prostitución y la pornografía, presentadas muchas veces como expresiones de “libertad”, ocultan en realidad profundas heridas para el cuerpo, la mente y el alma. No son simples prácticas privadas: generan una cadena de sufrimiento humano y social difícil de medir.

En el cuerpo, la prostitución expone a enfermedades de transmisión sexual, a embarazos no deseados, a violencia física y a un desgaste orgánico acelerado. La pornografía, aunque no siempre implique contacto directo, degrada la percepción del cuerpo humano, reduciéndolo a un objeto de consumo, lo que abre la puerta a conductas compulsivas y a la pérdida de respeto por la salud propia y ajena.

En la mente, ambas industrias siembran distorsiones profundas. La persona prostituida suele cargar con traumas, depresión, ansiedad y un sentimiento constante de despersonalización. El consumidor de pornografía queda atrapado en una espiral de adicción, donde la dopamina sustituye al afecto real y donde la insatisfacción crece sin remedio. El deseo deja de ser un camino hacia el encuentro humano y se convierte en un laberinto de obsesiones.

En el alma, el daño es aún más silencioso. La prostitución arranca a la persona de su dignidad y la somete a la lógica del mercado: su ser se cotiza, se negocia, se compra. La pornografía anestesia la conciencia, enfría la capacidad de amar y convierte el misterio de la intimidad en un espectáculo vulgar. Ambas prácticas erosionan la noción de persona como fin en sí mismo, sustituyéndola por la idea de objeto para usar y desechar.

En conjunto, prostitución y pornografía levantan una cultura de la cosificación, donde el amor verdadero pierde terreno y donde la ternura se sustituye por la transacción. El cuerpo, que debería ser templo y lenguaje de entrega, se vuelve mercancía. La mente, que debería albergar pensamientos nobles, se acostumbra a la obsesión y al vacío. El alma, llamada a la comunión y a la esperanza, se siente rota y sin horizonte.

El camino de sanación requiere mirar de frente esta realidad, defender la dignidad de cada persona y volver a descubrir que el amor humano es más que deseo: es entrega, respeto y comunión.
 
La prostitución y la pornografía, presentadas muchas veces como expresiones de “libertad”, ocultan en realidad profundas heridas para el cuerpo, la mente y el alma. No son simples prácticas privadas: generan una cadena de sufrimiento humano y social difícil de medir.

En el cuerpo, la prostitución expone a enfermedades de transmisión sexual, a embarazos no deseados, a violencia física y a un desgaste orgánico acelerado. La pornografía, aunque no siempre implique contacto directo, degrada la percepción del cuerpo humano, reduciéndolo a un objeto de consumo, lo que abre la puerta a conductas compulsivas y a la pérdida de respeto por la salud propia y ajena.

En la mente, ambas industrias siembran distorsiones profundas. La persona prostituida suele cargar con traumas, depresión, ansiedad y un sentimiento constante de despersonalización. El consumidor de pornografía queda atrapado en una espiral de adicción, donde la dopamina sustituye al afecto real y donde la insatisfacción crece sin remedio. El deseo deja de ser un camino hacia el encuentro humano y se convierte en un laberinto de obsesiones.

En el alma, el daño es aún más silencioso. La prostitución arranca a la persona de su dignidad y la somete a la lógica del mercado: su ser se cotiza, se negocia, se compra. La pornografía anestesia la conciencia, enfría la capacidad de amar y convierte el misterio de la intimidad en un espectáculo vulgar. Ambas prácticas erosionan la noción de persona como fin en sí mismo, sustituyéndola por la idea de objeto para usar y desechar.

En conjunto, prostitución y pornografía levantan una cultura de la cosificación, donde el amor verdadero pierde terreno y donde la ternura se sustituye por la transacción. El cuerpo, que debería ser templo y lenguaje de entrega, se vuelve mercancía. La mente, que debería albergar pensamientos nobles, se acostumbra a la obsesión y al vacío. El alma, llamada a la comunión y a la esperanza, se siente rota y sin horizonte.

El camino de sanación requiere mirar de frente esta realidad, defender la dignidad de cada persona y volver a descubrir que el amor humano es más que deseo: es entrega, respeto y comunión.
Sí, pero da mucho gusto en los huevos tener un buffet con el que descargar sin tener que aguantar las locuras de la pirada de turno.
Todo lo que sea socavar, minar y debilitar LA ÚNICA BAZA Y ELEMENTO DE NEGOCIACIÓN QUE TIENEN LAS MUJERES, me parece sumamente positivo independientemente de las consecuencias psíquicas y de la decadencia moral que ello conllevare.
De peores cosas se nutre la gente y no se muere.
 
Editado cobardemente:
Sí, pero da mucho gusto en los huevos tener un buffet con el que descargar sin tener que aguantar las locuras de la pirada de turno.
Todo lo que sea socavar, minar y debilitar LA ÚNICA BAZA Y ELEMENTO DE NEGOCIACIÓN QUE TIENEN LAS MUJERES, me parece sumamente positivo independientemente de las consecuencias psíquicas y de la decadencia moral que ello conllevare.
De peores cosas se nutre la gente y no se muere.
De ahí se deduce que usted es un ser débil que se deja dominar por las mujeres ya que si no fuera así la prostitución ni se le pasaría por la cabeza.

Usted no consume prostitución, la prostitución le consume a usted: consume su dinero, su testosterona, su dignidad, su salud mental, su alma...
 
Editado cobardemente:
La prostitución y la pornografía son más antiguos que el cristianismo.
En sentido místico, el cristianismo se entiende como la manifestación eterna de la Verdad divina encarnada en Cristo, que trasciende el tiempo histórico. Antes incluso de la venida de Jesús, la semilla de su misterio estaba presente en la creación, en las Escrituras y en las aspiraciones del espíritu humano. Así, el cristianismo no comienza en un punto cronológico, sino que ha existido desde siempre como principio eterno de unión entre Dios y el hombre, revelado plenamente en Cristo en la historia.
 
Editado cobardemente:
Yo hablo de historia, no de fantasías místicas. El cristianismo empieza en el siglo I. Como no puede ser otra manera.
La realidad de la mística se apoya en la experiencia directa y transformadora de lo divino, que se repite en distintas tradiciones y épocas con un asombroso parecido en sus descripciones: unión, luz, plenitud, amor. Más allá de doctrinas o lenguajes, la mística se presenta como un conocimiento vivido, no teórico, que otorga coherencia interior y sentido último a la existencia, lo que sugiere que responde a una dimensión real de la experiencia humana y no a una mera ilusión subjetiva.
 
¿Pero tú de dónde sales, quién coño se corre por primera vez folleteando antes de hacerse un pajote? Ni Echenique, fíjate lo que te digo.
Yo ocho años, mi prima diez cuando comenzamos. Nos hacíamos cositas. La cosa duró años.

Algo muy normal en las aldeas de catetos endogámicos como yo.
 
Editado cobardemente:
Yo ocho años, mi prima diez cuando comenzamos. Nos hacíamos cositas. La cosa duro años.

Algo muy normal en las aldeas de catetos endogámicos como yo.
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Venga ya.
 
En sentido místico, el cristianismo se entiende como la manifestación eterna de la Verdad divina encarnada en Cristo, que trasciende el tiempo histórico. Antes incluso de la venida de Jesús, la semilla de su misterio estaba presente en la creación, en las Escrituras y en las aspiraciones del espíritu humano. Así, el cristianismo no comienza en un punto cronológico, sino que ha existido desde siempre como principio eterno de unión entre Dios y el hombre, revelado plenamente en Cristo en la historia.
Pues de antes aún data la paja.
 
De ahí se deduce que usted es un ser débil que se deja dominar por las mujeres ya que si no fuera así la prostitución ni se le pasaría por la cabeza.

Usted no consume prostitución, la prostitución le consume a usted: consume su dinero, su testosterona, su dignidad, su salud mental, su alma...

Pero que yo hace veinte años que no voy de putas, cojones, de qué me hablas?
 
Pero que yo hace veinte años que no voy de putas, cojones, de qué me hablas?
Pues habla en términos como si hubiera ido anoche.

De todas formas quien recurre a la prostitución cruza un umbral que no se borra con el paso del tiempo, pues esa acción forma parte de su historia vital y de su identidad moral. Aunque deje de consumir durante años, la experiencia no desaparece: permanece inscrita en su biografía, marcando la forma en que se relaciona con la sexualidad, con las personas y consigo mismo. Así, ser consumidor de prostitución no depende solo de la frecuencia actual, sino del hecho irreversible de haberlo sido alguna vez.
 
Pues habla en términos como si hubiera ido anoche.

De todas formas quien recurre a la prostitución cruza un umbral que no se borra con el paso del tiempo, pues esa acción forma parte de su historia vital y de su identidad moral. Aunque deje de consumir durante años, la experiencia no desaparece: permanece inscrita en su biografía, marcando la forma en que se relaciona con la sexualidad, con las personas y consigo mismo. Así, ser consumidor de prostitución no depende solo de la frecuencia actual, sino del hecho irreversible de haberlo sido alguna vez.
Que hablo del pornooooooooooooooooooo, hjioputaaaaaaa.
 
Pues habla en términos como si hubiera ido anoche.

De todas formas quien recurre a la prostitución cruza un umbral que no se borra con el paso del tiempo, pues esa acción forma parte de su historia vital y de su identidad moral. Aunque deje de consumir durante años, la experiencia no desaparece: permanece inscrita en su biografía, marcando la forma en que se relaciona con la sexualidad, con las personas y consigo mismo. Así, ser consumidor de prostitución no depende solo de la frecuencia actual, sino del hecho irreversible de haberlo sido alguna vez.
Vaya, no sé borra igual que cuando le petó el kakas el cura para el hacía de monaguillo y le rellenó de simiente sacerdotal como si fuera un buñuelo.
 
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