Estertor
Baneado
- Registro
- 8 Nov 2019
- Mensajes
- 317
- Reacciones
- 154
Estos días he estado recordando una conversación en especial que tuve un día con mi padre en aquellos años de mi infancia. Intentaré transcribirla más o menos fielmente:
- A ver, Estertor, quiero hacerte una pregunta.
- Dime papá.
- Quiero que me respondas a algo. ¿Tú qué te consideras: un árbol o un junco?
- ¿Yo? ¡Un árbol!
- ¿Por qué?
- Pues porque los árboles son fuertes.
- Bien. Te diré algo: ¿tú sabes que pasaría si viniera una gran tormenta con vientos muy fuertes? Que el árbol troncharía, mientras que el junco al ser más flexible se doblaría, pero quedaría ileso.
- Ajá.
- Entonces dime, ¿tú qué te consideras: un árbol o un junco?
- ¡Un árbol papá!
- Pero criatura, ¿tú has entendido que el árbol troncharía?
- Sí, pero yo soy árbol, y si viene el viento y me troncha, pues troncho, ¡pero troncho a gusto!
- ...
El caso es, que si de algo me arrepiento en mi vida, es de obzecarme. Siempre he sido alguien que no escuchaba a nadie y cuando tomaba una decisión iba hasta el final. Creo que he hecho sufrir a seres queridos con mi forma de ser, y es algo de lo que me arrepiento. También me aportó determinación para obtener objetivos en la vida, sí, pero tengo la sensación de haberme perdido muchas cosas por haber sido así. En fin, todos tenemos defectos. Todos nos equivocamos, ¿no es verdad? Todos fuimos tiernos niños inocentes en el pasado. Todos hemos sido la mayor ilusión de alguien en algún momento. Recuerda esas tardes de verano en las que eras feliz, sin responsabilidades, sin preocupaciones. Disfrutando completamente inmerso en la cotidianeidad de tus juegos infantiles, viviendo cada momento en plenitud. Después fuiste creciendo y comenzando a desarrollar ilusiones sobre ciertos temas y a despositar esperanzas y expectativas en el futuro. Todo esto antes de que el peso del mundo aplastara tu espíritu. No pasa nada, era inevitable. El entusiasmo era poderoso, y la prudencia débil. Pusiste los pies en los pasos que tenías que dar. La vida es así. Nada que reprocharse.
Y ahora te miras en el espejo, ¿y a quién ves? ¿Queda algo de aquel niño del pasado? ¿La persona que ves era lo que soñaste ser?
¿Te arrepientes de algo que hiciste?
¿De qué te arrepientes de NO haber hecho?
- A ver, Estertor, quiero hacerte una pregunta.
- Dime papá.
- Quiero que me respondas a algo. ¿Tú qué te consideras: un árbol o un junco?
- ¿Yo? ¡Un árbol!
- ¿Por qué?
- Pues porque los árboles son fuertes.
- Bien. Te diré algo: ¿tú sabes que pasaría si viniera una gran tormenta con vientos muy fuertes? Que el árbol troncharía, mientras que el junco al ser más flexible se doblaría, pero quedaría ileso.
- Ajá.
- Entonces dime, ¿tú qué te consideras: un árbol o un junco?
- ¡Un árbol papá!
- Pero criatura, ¿tú has entendido que el árbol troncharía?
- Sí, pero yo soy árbol, y si viene el viento y me troncha, pues troncho, ¡pero troncho a gusto!
- ...
El caso es, que si de algo me arrepiento en mi vida, es de obzecarme. Siempre he sido alguien que no escuchaba a nadie y cuando tomaba una decisión iba hasta el final. Creo que he hecho sufrir a seres queridos con mi forma de ser, y es algo de lo que me arrepiento. También me aportó determinación para obtener objetivos en la vida, sí, pero tengo la sensación de haberme perdido muchas cosas por haber sido así. En fin, todos tenemos defectos. Todos nos equivocamos, ¿no es verdad? Todos fuimos tiernos niños inocentes en el pasado. Todos hemos sido la mayor ilusión de alguien en algún momento. Recuerda esas tardes de verano en las que eras feliz, sin responsabilidades, sin preocupaciones. Disfrutando completamente inmerso en la cotidianeidad de tus juegos infantiles, viviendo cada momento en plenitud. Después fuiste creciendo y comenzando a desarrollar ilusiones sobre ciertos temas y a despositar esperanzas y expectativas en el futuro. Todo esto antes de que el peso del mundo aplastara tu espíritu. No pasa nada, era inevitable. El entusiasmo era poderoso, y la prudencia débil. Pusiste los pies en los pasos que tenías que dar. La vida es así. Nada que reprocharse.
Y ahora te miras en el espejo, ¿y a quién ves? ¿Queda algo de aquel niño del pasado? ¿La persona que ves era lo que soñaste ser?
¿Te arrepientes de algo que hiciste?
¿De qué te arrepientes de NO haber hecho?