Alcaudon
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- 18 Abr 2005
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Lo primero que tengo que admitir es que siento cierta envidia hacia los autómatas del mundo, dígase, todas aquellas personas que reducen su cosmovisión y moral a una doctrina religiosa y/o política.
Su vida es muy fácil: esto es blanco, esto en negro, y no hay escala de grises.
Chapó en pragmatismo.
Pero yo no puedo moverme por una ideología, porque lo que manejo son ideas, y muchas de ellas radicalmente contrarias.
¿Soy el único al que le pasa?
Me explico...
Aunque hay cosas que dilucido como malas perfectamente, como el abuso de niños, el genocidio, la esclavitud, el ensañamiento innecesario; hay otras que no las puedo ver de forma objetiva, pues, el relativismo de las ideas posteriores a la ruptura con la doctrina monolítica del cristianismo en Occidente, me impiden tener un propósito y cosmovisión inmutable.
Voy a poner mis ejemplos particulares, teniendo en cuenta que cada un tendrá los propios.
¿Merece la pena rebelarse contra los cánones, o trae más paz el dejarse llevar por la comodidad y el deseo inmediato?
¿Acepto la derrota existencial desde una perspectiva catastrofista, o lucho por darle un sentido artificial pero meditado a mi vida?
¿Apuesto por el biologicismo radical para perpetuar mi linaje a toda costa, o doy la espalda a la programación instintiva?
¿Me vuelco al materialismo económico por completo, o abandono todo para encontrar la trascendencia retirándome a la naturaleza?
¿Me conformo con hacer y crear, o decido VIVIR como el Calígula de Camus?
¿Humanismo, dándole la enésima oportunidad de redención al prójimo, o misantropía aislacionista?
¿Tiene sentido luchar por algo o por alguien?
Y así con cien preguntas más que me acribillan cada día.
Lo peor es que, al igual que el científico, cuanto más descubro me surgen todavía más interrogantes.
Veamos qué dice tal autor, veamos qué dice este otro, voy a investigar filosofías orientales para ver qué se cuentan.
Pero eso todavía me provoca la aparición de más ideas que no soy capaz de jerarquizar, ya que un día me convencen plenamente y al siguiente me resultan vomitivas.
¿Le sucede a alguien más y, si es así, cómo lidiáis con ello?
Su vida es muy fácil: esto es blanco, esto en negro, y no hay escala de grises.
Chapó en pragmatismo.
Pero yo no puedo moverme por una ideología, porque lo que manejo son ideas, y muchas de ellas radicalmente contrarias.
¿Soy el único al que le pasa?
Me explico...
Aunque hay cosas que dilucido como malas perfectamente, como el abuso de niños, el genocidio, la esclavitud, el ensañamiento innecesario; hay otras que no las puedo ver de forma objetiva, pues, el relativismo de las ideas posteriores a la ruptura con la doctrina monolítica del cristianismo en Occidente, me impiden tener un propósito y cosmovisión inmutable.
Voy a poner mis ejemplos particulares, teniendo en cuenta que cada un tendrá los propios.
¿Merece la pena rebelarse contra los cánones, o trae más paz el dejarse llevar por la comodidad y el deseo inmediato?
¿Acepto la derrota existencial desde una perspectiva catastrofista, o lucho por darle un sentido artificial pero meditado a mi vida?
¿Apuesto por el biologicismo radical para perpetuar mi linaje a toda costa, o doy la espalda a la programación instintiva?
¿Me vuelco al materialismo económico por completo, o abandono todo para encontrar la trascendencia retirándome a la naturaleza?
¿Me conformo con hacer y crear, o decido VIVIR como el Calígula de Camus?
¿Humanismo, dándole la enésima oportunidad de redención al prójimo, o misantropía aislacionista?
¿Tiene sentido luchar por algo o por alguien?
Y así con cien preguntas más que me acribillan cada día.
Lo peor es que, al igual que el científico, cuanto más descubro me surgen todavía más interrogantes.
Veamos qué dice tal autor, veamos qué dice este otro, voy a investigar filosofías orientales para ver qué se cuentan.
Pero eso todavía me provoca la aparición de más ideas que no soy capaz de jerarquizar, ya que un día me convencen plenamente y al siguiente me resultan vomitivas.
¿Le sucede a alguien más y, si es así, cómo lidiáis con ello?
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