Hola, hijos de la gran puta,
AVISO: esto es un ladrillo. Pero se trata de mi punto de vista como psicólogo, y lo que padezco tras siete largos y penosos años estudiando a ratos esta disciplina. Me presento como psicólogo y vengo con intención de ilustraros. Si os aburro, que os den por el puto culo.
Pues bien, soy estudiante de psicología. Con pocos créditos también.
Mi presentación se basa en explicarles, como bien demanda nuestro hamijo, a qué calaña pertenezco:
Pertenezco a esos especímenes raros de la facultad que leen libros. No me refiero a cualquier estudiante imbécil con capacidad mínima para buscar bibliografía; me refiero a un estudiante de verdad, que es capaz de entrar en la biblioteca y empezar a leer a mansalva libros y libros. De esos que en los trabajos se documenta, y pone bibliografía con citaciones, comparaciones, y tiene el suficiente tiempo libre para sintetizar el conocimiento hasta exponer puntos de vista críticos y personales sobre la materia. Es decir, no soy como la mayoría: "Mi título, ya; que me lo merezco y todos tenemos derecho a un título, por ser personas!"
Libros. Esa es mi primordial fuente de sabiduría, y en la mayoría de las veces la única que tengo;
¿Por?
MIS PROFESORES
Mis profesores suelen ser indigentes mentales. Sí, los tengo competentes. Pero, ¿la mayoría?
Ególatras gerontocráticos que se creen dueños del conocimiento y que retrasan la investigación, montados sobre la inefable capacidad de coartar a los becarios que intentan aplicar los nuevos métodos, porque el suyo, el antiguo, es el que siempre ha valido, sigue valiendo y siempre valdrá. Tengo a profesores gafapastas, filósofos de salón, y subnormales afines al movimiento de buen rollismo de la España sin traumas. Esa España que pare una sociedad políticamente correcta donde los niños han de ser limpiados de todo trauma (ni un cachetón pequeño en el culo), o realzan la falaz y triste proposición de que la mujer es más inteligente que el hombre.
Y ellas... cómo no. Feminazis en potencia. Profesoras detectoras de hombres en un mar de coños, fritas por enfilar a uno y denostarlo delante de la clase aludiendo a que muchos de los problemas de la depresión de la mujer actual se deben a conductas de tradición extrema impuestas por el franquismo, y que el sustrato es evidente: sigue habiendo machismo.
La psicología social individualista está produciéndome úlceras en el estómago. El servicio de las facultades a los políticos basa su vehículo de intercambio de mamadas simbólicas en esa rama: la puerca psicología social. Y es el enclave que permite al psicólogo eximirse (falazmente) con autoridad, para decidir el destino de adolescentes, empresarios, etnias, razas, etc, etc, etc.
(Todo esto, por no hablar de como se hace la investigación sobre todo en este último tema. Si quisieran que se lo cuenten y profundice en la psicologia social, por favor, no dudaré en poner otro post dedicado a ese respecto).
LA GENTE
El 70% lo componen ellas. Son dueñas y soberanas del saber. Aunque no saben una mierda.
Las niñatas, cosa que expuse ya en un post anterior de hace unos meses, suelen ser pijas de papá que no supieron donde meterse, o jippis de salón, o gafapastas poperas, o hijas de puta con problemas de personalidad, o baja autoestima. La mayoría suelen tener puntos de vista muy próximos, y es que ellas son el futuro de la comprensión y de la empatía, de la psicología. Ellas son las que portan la llave del saber de nuestra disciplina, y las que tienen la llave del entendimiento y del saber poner sonrisas en la boca de la gente.
Muchas veces, en clase, incluso en las asignaturas de quinto suelen preguntar al principio: "¿Por qué elegísteis la psicología?"
Y SIEMPRE hay una puta imbécil que dice: "para ayudar a las personas".
Se tiene la tendencia y el error común de confundir la psicología con una ONG. La psicología es una profesión y, aunque ayuda a las personas, un abogado también lo hace. Un puto sacerdote ayuda a las personas. Asesores sociales también, y hasta la puta policía en muchas ocasiones.
Se tiene la vil y paupérrima creencia de que la psicología está al servicio y bienestar de los seres humanos como si los psicólogos fuésemos seres comprensivos con eternas sonrisas en los labios dispuestos a escuchar siempre a las personas que están de capa caída.
Lo cierto es que no tengo ni la más puta mínima intención de escuchar a nadie, entre otras cosas, porue los problemas ajenos me sudan la polla. Todos tenemos problemas. Y la verdad, muchos tienen una característica común: no haberse replanteado, a menudo, las putas cosas.
Volviendo a ellas (ellos también), suelen componerse de iletrados profundos. Porque basan sus conocimientos profesionales en una alocada competición para terminar cuanto antes y sacarse el título. La mayoría, pues, entre los que el peso, repito, lo compone en su mayoría las arrogantes y lorealistas mujeres, salen de la carrera sin saber conceptos básicos. Como si entraran en una habitación, y se fueran por la otra puerta, sin recoger nada de dentro. Ellas sólo quieren su título y decir que molan y van a la última. ¿Cómo lo consiguen? Simple. Memorizan las diapositivas hasta aprendérselas como el padre nuestro. No interiorizan ni integran la información de modo que lo vomitan todo en el examen y se largan de rositas. Los principales culpables son la mayoría de los profesores, que ponen exámenes de alternativa múltiple cuya construcción psicométrica es nefasta e ineficaz, con una fiabilidad y validez de puta risa, y donde pequeñas premisas, ejemplificadas en pequeños párrafos prescindibles de los que memorizan, componen en su mayoría una buena tanda de puntos que ayudan a aprobar.
La solución sería poner los exámenes según la
taxonomía de bloom.
Si se hiciera así, el 90% de los estudiantes pasaríamos a ser hombres; las mujeres no pasarían esos tests.
MI PSICOLOGÍA
Mis aspiraciones son la psicometría. Soy conductista, y el trabajo de investigación me apasiona. Pero para llegar a él sé a lo que me expongo, y a lo que voy a encontrarme. Sé que tendré que mamar muchas pollas y coños hasta llegar a un despacho compartido por un sabandija trepador, chupasangre de las subvenciones del rectorado que esperará, junto a mí, la muerte total y definitiva del catedrático en cuestión que nos rija el departamento para poder ocupar un puesto decente. Considero la psicometría un tema apasionante, porque constituye, el problema de la medición, junto al de la definición de conceptos, uno de las tesituras más problemáticas con las que se enfrenta el psicólogo a la hora de llamar a la disciplina CIENCIA con orgullo. Por lo que no, no considero a la psicología como ciencia porque no cumple ciertos requisitos básicos, y el primordial es ese: la medición.
Con todo, no desecho las terapias, y el psicoanálisis me parece una lectura interesante, pero sólo eso: interesante.
¿Qué más puedo decir? Millones de cosas. Pero sólo puedo adelantaros que tengo un pequeño TOC, y la ansiedad (hay gran congruencia con ese trastorno), la tengo bastante elevada.
A veces pienso que cualquier día de estos voy a cometer una locura tremebunda... hablamos de quitar vidas y esas cosas.