La culpabilidad es una emoción perniciosa y estéril, sólo sirve para vivir atormentado por algo que ya no tiene remedio. No hay gloria en revolcarse en la culpa como un cerdo en el barro, eso es narcisismo disfrazado de humildad.
La culpa perpetua no es virtud, es cobardía emocional, mientras uno se convence de que sentirse mal es suficiente: no eres mejor persona por fustigarte a diario con el cuento del pecado.
El hombre sabio toma sus malos actos, los estudia, reflexiona y aprende de ellos.
"No cargues con tus errores como una pesada cadena; úsalos como una antorcha que te ilumine el camino".
—Buda.