No sé si ustedes conocerán a Sergio Ciclismo aka ciclismo2005. Personalmente soy un ultra fan de su estilo depurado y su histérica vena hater, y eso que el ciclismo ni siquiera me encanta.
Total, que hoy escribe sobre Yeray y aquí lo cago porque me parece una cosa muy épica:
El positivo de Pogacar
por Sergio
ciclismo2005 / 2025-07-11 19:1575
No tenía ninguna esperanza al respecto, pero tenía que mantener la cortesía hasta el último momento, y no escribir hasta pasada la etapa de hoy. Había que esperar a que ganase el que iba a ganar si o si, y ver si algún periodista -jugándose el puesto y la animadversión de sus “compañeros”- iba a preguntar a Pogacar por el hecho de que su médico y preparador físico haya logrado su primer positivo en el fútbol.
En otro tiempo, en otro lugar, que el positivo anunciado ayer por el jugador del Bilbao conocido como Yeray Álvarez hubiese provocado ondas de impacto en pleno Tour de Francia: “Tadej, ¿qué opinas que Iñigo San Millán, el médico que te ha convertido en lo que eres por su oscura teoría de las mitocondrias, tenga un jugador con un positivo por un enmascarante?” “Tadej, no eludas la pregunta, ¿crees que tienes que continuar en carrera mientras no se sabe la sustancia con la que ha dado positivo en un compromiso internacional?”
En fin, ese tipo de preguntas lícitas, porque el vaso comunicante es directo, y con un tubo de considerable diámetro. No ha pasado nada, y nadie preguntará a Pogacar por el asunto. Ni a Matxín. Ni a Ayuso. Ni a Del Toro. Ni a Almeida, destartalado hoy por una caída. Nadie preguntará nada a los Gianettiboys, porque supuestamente San Millán ya no lleva la preparación del equipo, ahora lo lleva un pupilo suyo.
Aquí quedan dos opciones: dejar fe y constancia de lo que ha pasado en las tres últimas del Tour -muy poca cosa, todo es un monólogo de Pogacar, y otro de Healy al mismo nivel que su exhibición en Itzulia, pero esta vez con un compañero que no ha acudido al Tour por una cagalera-, o bien tratar el tema del positivazo en el Bilbao Balompié, donde ejerce como médico deportivo el mismo preparado de Pogacar: el que ha logrado el moderno Frankenstein capaz de ganar todos los días.
Del caso de Yeray se sabe lo que ha dicho el mismo con un comunicado, pero ya es suficiente para ver todos los elementos comunes para todos los que seguimos el ciclismo. Primero, el positivo se ha producido en una competición internacional, fuera del amparo benefactor de la Liga española, y un partido donde su equipo se jugaba llegar a una final europea por primera vez en muchas décadas. Equipos españoles y finales europeas de balompié: siempre hay al menos uno desde hace 25 años.
Es normal, el equipo ha experimentado una mejora del rendimiento deportivo desde la llegada del médico de Pogacar y del Saunier Duval. De ser un equipo del montón, propio de la ciudad donde está radicado, ha pasado a ganar un título -el primero en 40 años, dejando aparte ese torneo de verano llamado “Supercopa”- y encima este año se ha clasificado para la Copa de Europa (“Champions”), algo que no obtenía desde hacía mucho tiempo.
La posibilidad de jugar la final europa que, en un dato no baladí, se iba a disputar en su estadio pagado con dinero público, aporta un adecuado contexto al positivazo de Yeray Álvarez que, en su mendaz comunicado, nos ofrece el relato, pero no el dato. El relato es que, por un “error humano”, tomó un producto para la calvicie (“alopecia”) que, vaya por Dios, se fue a detectar en ese partido clave, y no antes. Será que empezó a notar la caída de los folículos capilares ese día, o se vertió más cantidad en el “cuero cabelludo”.
Es un relato, malo y barato, que hunde su argumentación en que este mismo jugador tuvo un “cáncer” (sic) allá por 2017, ese de testículos relativamente habitual en jugadores de balompié. Estaría bien hacer un poco de divulgación entre las diferencias entre “cáncer”, “tumor” y “protuberancia”, una ambigüedad intencionada que usa muy bien la clase política, y también la deportiva, cuando les conviene, pero no tengo ni ganas, ni tiempo. Dicen que fue un “cáncer”, pues eso: “cáncer”. Cono en el zodiaco.
El relato lo vende el propio protagonista -ojo, no el club, y dense cuenta de este importante aspecto- masticadito, consensuado, y dando bien orientada la argumentación para los medios de propaganda: como tuve “cáncer”>normal que tome algo contra la alopecia: “desde que superé mi enfermedad, llevo años en un tratamiento contra la alopecia”.
Bueno, pues no es normal. La alopecia provocada por el cáncer es coyuntural, y cesa cuando termina el tratamiento. No es algo secreto, pero el futbolista Álvarez y los que le están asesorando te venden el pack completo. O lo tomas, o lo dejas: pobre chico, tomando medicinas que dan positivo porque no quiere estar calvo al haber tenido un “cáncer”. Si fuese verdad lo que dice Álvarez, significaría que todavía está en tratamiento contra el cáncer, o sea que tiene un TUE, cosa que ninguno duda, porque como demostró Fancy Bears, los TUE tienden a ser vitalicios.
Vendido el relato, que hoy han repetido como cacatuas disciplinadas todos los propagandistas, queda lo sustancial: no dice con qué sustancia ha dado positivo. No lo dice. En los tratamientos anticalvicie no hay ninguna sustancia que de positivo por sí misma, porque en el fondo y la forma son placebos: como demuestran varios multimillonarios calvos (Bezos, Berlusconi), no hay un tratamiento contra la calvicie, te venden agua con milodexil, una sustancia que ayuda crecer el cabello, pero que jamás daría positivo.
Ojo, que incluso en esto tienen preparada la argumentación. Existen marcas comerciales muy conocidas que ofrecen la piedra filosofal de acabar con la calvicie o la caída de cabello (Alpecin, muy vinculada con el ciclismo), pero por esa vía no podría ir el argumento, exactamente igual que el solomillo de Irún de Contador y la supuesta “contaminación alimenticia” (sic, así lo dijo él), porque el vacuno tenía trazabilidad y se podría seguir la pista.
Por eso mismo, el futbolista Álvarez, del Bilbao, seguía un tratamiento contra la alopecia que debía ser una fórmula magistral preparada por Gargamel, porque contenía una sustancia que ha dado positivo. ¿Qué sustancia? No la sabemos, simplemente el relato preparado para el consumo de las horas de aficionados y simpatizantes del balompié, el deporte donde no hay dopaje, únicamente positivos aislados.
Sabino Pastillas quitando el arcoiris a Indurain porque quería ganar a Conconi
Se da la circunstancia añadida de que el Bilbao es un club donde se registró un conocido caso de dopaje. Gurpegui, un molondro joven, dio positivo por nandrolona en un primer partido de Liga (fase de carga) hace más de dos décadas, cuando la preparación física del equipo la llevaba otro médico proveniente del ciclismo, el famoso Sabino Padilla que llevó a Indurain a lograr todo su palmarés. Todo, en cuanto aprendió las técnicas de Conconi y Ferrari.
Padilla, también conocido como Pastillas, llegó a aquel Bilbao que había acabado segundo de la Liga en 1998, en plena #EPOGoldenAge y viendo como un equipo periférico y de segunda B histórica como El Coruña había logrado subir a posiciones de disputar títulos aplicando los avances médico-deportivos de la época. Normal que un equipo “unique in the world” quisiese estar al paso con los tiempos, manteniendo viva esa tradición que ustedes seguramente conocen.
Esa carrera armamentística -Sabino Pastillas, Gurpegui, aquel chacal trotón llamado Etxeberría- llevó a que su rival histórico se pusiese las pilas (o otras cosas intravenosas) con Eufemiano Fuentes, el médico durante la temporada 2002-2003, donde llegaron al último partido con opciones de ganar la Liga con un entrenador senil francés que no sabía hablar el idioma, un Xabi Alonso dispuesto a todo (por algo su padre fue futbolista en la época de las anfetas), y otra serie de mercenarios ocasionales de los que no se volvió a saber nada, como el celebérrimo Nihat, que corría tres campos de fútbol.
En fin, historia conocida, y fácilmente trazable. Como la sustancia con la que ha dado positivo Álvarez, que si estaba presente en un tratamiento contra la alopecia es porque es simplemente un enmascarante de algo mucho más específico, de esas cosas que dan a los futbolistas en ocasiones de partidos clave, como lo era el partido de ida de la Europa League (la UEFA) donde el Bilbao estaba a dos partidos de jugar una final en su estadio. La gabarra, y toda esa mítica casposa y caduca.
¿Qué sustancia será? Con ocasión del positivo de Sergio Ramos en la final de la Copa de Europa (“Champions League”) en 2017 tampoco se supo la sustancia, y suerte hemos tenido de saber que un jugador del Equipo Estatal daba positivo en una final de su competición predilecta. No albergo muchas esperanzas de conocer la sustancia en esta ocasión.
Berasategui, la primera deportista española que confesó su dopaje: “solo una vez y en mi última carrera, en casa”
Es fútbol. Lo dejarán todo para ellos, el jugador Álvarez cumplirá una sanción que tildarán de “injusta” (“tuvo un cáncer”) y todos darán por bueno el veredicto, pero no creo que la excusa de la alopecia sirva en la WADA, últimamente saturada con estas cosas, como ha pasado con Sinner. Recuerden que el deporte del dopaje es el ciclismo, y en estos deportes de toallitas, pausas, y ahora pausas de hidratación, nunca hay drogas. Ni siquiera recreativas.
Yo simplemente quiero que se queden en que un jugador responsabilidad del médico y preparador de Pogacar da positivo, y nadie pregunta al ciclista por esa circunstancia. La batalla se ha perdido desde hace tiempo (¿hace cuánto tiempo que no hay un positivo en el Tour? ¿es normal el blancazo de Lenny Martínez y que siga en carrera? Pues eso: perdida), y sabemos como siempre quienes son los colaboradores necesarios para que esto pase: los que viven de este modelo de deporte basado en el rendimiento económico y la lluvia de millones, y donde cualquier riesgo es asumible porque la recompensa es máxima y la penalización, prácticamente inexistente.