Jose David
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¿Alguna vez, Wetty, has sentido como se te parte el esternón en tres fragmentos?
Yo tampoco, pero creo que no es agradable, y teniendo en cuenta que a la segunda hostia es eso precisamente lo que te podría pasar, yo que tú cerraría los ojos, abríría los labios un poco, y preguntaría:
- Jose David, ¿con lengua o sin lengua?
Por lo demás, ¿cuanto cobras para hacer el dibujo de la portada de un libro?
...
Yo tampoco, pero creo que no es agradable, y teniendo en cuenta que a la segunda hostia es eso precisamente lo que te podría pasar, yo que tú cerraría los ojos, abríría los labios un poco, y preguntaría:
- Jose David, ¿con lengua o sin lengua?
Por lo demás, ¿cuanto cobras para hacer el dibujo de la portada de un libro?
...
Librillo de super heroes rebuznó:Wetamir recibió su última inyección de líquido espeso y negro, directamente al torrente sanguíneo. Sus mandíbulas se apretaron y su respiración se hizo tensa. Los ojos de blanco iridiscente brillaban, reflejándose en las gafas oscuras que Ilovezorras siempre lleva puestas en el laboratorio. El médico extrajo la aguja y observando la información detallada en la cara interna del cristal.
- Eso es todo, Wetamir. Ahora solo es cuestión de hacer la prueba.
- Créeme, lo estoy deseando – y a cada frase dejaba entrever los abismos del odio puro.
Se puso en pie y miró a su alrededor. Veinticuatro dosis de suero y radiación hiperespacial por etapas controladas. Jamás se había hecho algo así con un meta humano latente.
Wetamir era un meta humano de cuarto nivel. Los de este tipo están en el mismo límite de expresar sus metafunciones, pero rara vez lo hacen. Permanecen escondidas, latentes, excepto en casos de necesidad extrema, de tensión absoluta, cuando aparecen unas leves trazas del poder que llevan dentro, pero sin pasar jamás de un intento del verdadero poder.
Wetamir era distinto. Su vida no fue fácil.
Rechazado por la sociedad, sometido a las más terribles humillaciones a lo largo de su vida, se había hecho cada vez más fuerte. A cada mala jugada, su odio crecía y se revertía sobre su instigador. Y así fue como un poder destinado a potenciar el poder de otros meta humanos surgía en ocasiones. Lo cual resultaba aún más cruel.
En cierta ocasión una telépata de tercer nivel empezó a insultarle públicamente, sacando oscuros secretos a la luz, pasadas desdichas. Apenas tocaba los pensamientos superficiales de su mente, pero el odio hizo que su poder se expresase, y la telépata, al estar dentro del radio de su alcance, pudo, por unos instantes, ahondar como nunca en la mente de otra persona.
Lo destrozó, sacó sus defectos y los retorció a la vista de todos, contó sus fracasos y frustró sus planes. Todo porque él la había rechazado como pareja.
Fue entonces cuando se dio cuanta, por ese y otros acontecimientos surgidos desde su adolescencia, que ese poder que tenía era más una carga, una condena, que algo de lo que servirse. Sólo se expresaba cuando se concentraba a través del odio, y lo único que sucedía era que los insignificantes meta humanos con los que se había tropezado a lo largo de su vida, habían conseguido, gracias a él, aumentar sus poderes.
Entonces se hizo una promesa a si mismo: “día llegará en que pagareis por esto, montón de mierda”.
Cambió, de un chico normal a rencoroso, y de ahí a un ser corrompido desde su misma esencia hasta cada célula de su cuerpo.
Fue entonces cuando, mientras se dedicaba a sobrevivir en trabajos cada vez peor pagados y con condiciones laborales más extremas, escuchó de boca de uno de sus compañeros de tertulia de la cafetería donde descansaban aquello que había esperado oír largo tiempo.
- Ese tío está loco, en serio. Tiene a gente encerrada y atada a cables, metidas en celdas y les inyecta cosas.
Jhony7, así le llamaban todos. Era el mensajero de una empresa de paquetería, y de vez en cuando llevaba alguno a los laboratorios donde supuestamente investigaban las funciones del hiperespacio, pero que se sospechaba secretamente que se hacían experimentos con gente.
Ahora Jhony7, después de entregar el paquete a uno de los jefes de planta, se equivocó de camino y se metió alguno de los laboratorios semi privados del bloque.
Lo que vio aun le hacía temblar, mientras lo contaba a sus compañeros.
- En serio, ¡os lo juro!, había una cámara grande y un chaval medio metido dentro. Le pusieron una inyección y cerraron la puerta de esa cosa. El chaval aparecía y desaparecía, era como magia…
Wetamir había leído lo suficiente sobre los meta humanos, temidos por todos hasta que se descubrió que sus poderes eran tan insignificantes que apenas podían considerarse ventajosos para nada, como para saber que el hiperespacio tenía mucho que ver en los dones que la naturaleza y el mismo universo les otorgaba de manera tan vacua, casi burlesca.
Si lo que Jhony7 decía era cierto, en ese laboratorio se hacían pruebas con el hiperespacio, y había personas implicadas. Eso solo significaba una cosa: experimentos con meta humanos.
Durante un tiempo indagó en secreto, invitó a Jhony7 varias veces, obtuvo toda la información que fue capaz a través de Internet, e incluso sobornó a algunos guardias de seguridad del complejo para que le informasen con mayor detalle.
La respuesta a sus plegarias estaba en el Dr. ILZ, experto el hiperespacio y en campos pulso biológicos que daban los humanos los poderes que expresaban.
Intrigó y espió hasta que consiguió una entrevista con ILZ, haciéndose pasar por un inversor privado. Pero cuando rebeló al doctor su don, y le pidió que se lo extirpara, a cambio de lo que él tuviera a bien pedirle. ILZ sonrió fríamente y le propuso un trato.
- Haré algo más que eso, Wetamir. Si me dejas estudiarte en profundidad, haré que tu poder no solo desaparezca, sino que se revierta - La mirada interrogadora de Wetamir le hizo explicarse con mayor detalle – sé lo suficiente sobre experimentos hiperespaciales como para asegurarte que tu condición puede polarizarse y conseguir un efecto contrario. ¡Incluso podrías anular bio campos de primer nivel!.
Wetamir seguía sin comprender.
- ¿Qué me está diciendo, doctor?.
ILZ lo miró como a un animalillo de laboratorio, relamiéndose con anticipación por los experimentos que pensaba hacerle. Wetamir lo miraba impasible. Después de toda una vida de dolor, lo que ocurriera ya no tenía mayor importancia, con tal de cambiar el estado mísero de su vida.
- Si tengo razón – dijo al fin el científico – podrás anular el poder de cualquier meta humano que se te acerque – serán tan indefensos como cualquier otro. Entonces estaréis en igualdad de condiciones.
Wetamir sonrió. Una mueca espantosa en una cara marcada por los deseos de venganza. El vínculo se había forjado.
Y ahora, dos años después, tras cientos de continuos experimentos y sesiones en la cámara hiperespacial, tras supresores nanotecnológicos de bio campo, Wetamir estaba preparado para, al fin, probar su nuevo y desarrollado poder. Sencillamente, el poder anular a cualquier meta humano que se atreviese a acercársele. Igualdad, al fin. Igualdad para poder matar sin que ningún maldito héroe interfiriese.