Hace unos años iba al gimnasio un chino autista, de un tonelaje importante, que decía llamarse Gui o Wi, o como se escriba en su idioma. El jambo estaba gordo como un cebollo, hablaba bajito y apenas movía los labios, parecía ventrílocuo, un poco bracicorto y con menos energía y personalidad que un botijo. A veces, cuando se animaba un poco, y no venía de bajón, como la mayoría de las veces, nos contaba algunas cosas de China. Me hacía gracia las aversiones y odios que expresaba hacia los niggas y los japoneses, y decía cosas que en caso de ser caucásico lo hubieran tratado de nancy holocausteador y demás, y además se la pelaba todo, lo contaba abiertamente allí, sin cortarse lo más mínimo.
Luego le perdí la pista durante un tiempo, pero me lo volví a encontrar, todavía más gordo, creo que es el único chino mórbido que he visto, con unas manos que parecían las pezuñas de manatí, si es que tienen, ojos enterrados en carne y cuerpo de morsa grotesco. No creo que comiendo arroz tres delicias, rollitos de primavera o cualquier cosa por el estilo desarrolle nadie ese tonelaje. A veces le hacía bromas con el tema de la soja, que tanto les gusta, diciéndole que eso hacía que el manubrio se te encogiese hasta convertirse en un clítoris, entonces la expresión de su cara de hogaza de pan, totalmente plana, tomaba un rictus así, como de desaprobación, pero el luego el cabronazo se reía, simplemente sabía que era cierto.