Libros El hilo de los fragmentos memorables

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"Los hombres que envejecen solos son mucho menos dignos de compasión que las mujeres en la misma situación. Ellos beben vino malo, se quedan dormidos, les apesta el aliento; se despiertan y empiezan otra vez; y se mueren bastante deprisa. Las mujeres toman calmantes, hacen yoga, van a ver a un psicólogo; viven muchos años y sufren mucho. Tienen el cuerpo débil y estropeado; lo saben y sufren mucho. Pero siguen adelante, porque no logran renunciar a ser amadas."

"Las partículas elementales" (1998)
Michel Houellebecq.
 
Ciertamente, tenía que repetirlo, no había que imitar a los cristianos de Abisinia, de los cuales ya había hablado. Tampoco había que imitar a los apestados de Persia, que lanzaban sus harapos sobre los equipos sanitarios cristianos invocando al cielo a voces para que diese la peste a los infieles, que querían combatir el mal enviado por Dios. Pero tampoco, ni mucho menos, había que imitar a los monjes de El Cairo que en las epidemias del siglo pasado daban la comunión cogiendo la hostia con pinzas para evitar el contacto de aquellas bocas húmedas y calientes donde la infección podía estar dormida. Los pestíferos persas y los monjes pecaban igualmente; pues para los primeros el sufrimiento de un niño no contaba y para los segundos, por el contrario, el miedo al dolor, harto humano, lo había invadido todo (…) Pero había otros ejemplos que Paneloux quería recordar. Según el cronista de la gran peste de Marsella, de los ochenta y un religiosos del convento de la Merced sólo cuatro sobrevivieron a la fiebre, y de esos cuatro tres huyeron. Esto es lo que dijeron los cronistas y su oficio no les obligaba a decir más. Pero al leer estas crónicas, todo el pensamiento del Padre Paneloux iba hacia aquel que había quedado solo, a pesar de los setenta y siete muertos y, sobre todo, a pesar del ejemplo de sus tres hermanos. Y el Padre, pegando con un puño en el borde del púlpito, gritó: “¡Hermanos míos, hay que ser ése que se queda!”.

Camus, La peste
 
Releyendo a Juan Rulfo

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. «No dejes de ir a visitarlo —me recomendó. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte.» Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después de que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.
Todavía antes me había dicho:
—No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio... El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.

Esto es literatura. Lo demás, insustancialidades o insustancialismos, como gusten ustedes.
 
Releyendo a Juan Rulfo
Esto es literatura. Lo demás, insustancialidades o insustancialismos, como gusten ustedes.

Leí Pedro Páramo hace muchos años. Muchos. Me aburrió y no lo dejé a medias porque es un libro pequeño, y por mis cojones que tenía que terminarlo. Quizá no era tampoco el mejor momento de mi vida para leer algo así. Lo mismo me ocurrió con El ruído y la furia.

Hace unos 3 años los volvía a leer. Los dos. Y lo dicho por Cuellopavo: Literatura. Sin artificios. Cuando acabas estos libros, están ahí, todavía, durante muchos días, en tus sueños, en tu pensamiento, en tu inconsciente, llamando a tu puerta.

...Cuando la sombra del marco de la ventana se proyectó sobre las cortinas, eran entre las siete y las ocho en punto y entonces me volví a encontrar a compás, escuchando el reloj. Era el del Abuelo y cuando Padre me lo dio dijo, Quentin te entrego el mausoleo de toda esperanza y deseo; casi resulta intolerablemente apropiado que lo utilices para alcanzar el reducto absurdum de toda experiencia humana adaptándolo a tus necesidades del mismo modo que se adaptó a las suyas o a las de su padre. Te lo entrego no para que recuerdes el tiempo, sino para que de vez en cuando lo olvides durante un instante y no agotes tus fuerzas intentando someterlo. Porque nunca se gana una batalla dijo. Ni siquiera se libran. El campo de batalla solamente revela al hombre su propia estupidez y desesperación, y la victoria es una ilusión de filósofos e imbéciles...
 
-Dijiste que bailarías conmigo si te traía una rosa roja -le dijo el estudiante-. He aquí la rosa más roja del mundo. Esta noche la prenderás cerca de tu corazón, y cuando bailemos juntos, ella te dirá cuanto te quiero.

Pero la joven frunció las cejas.

-Temo que esta rosa no armonice bien con mi vestido -respondió-. Además, el sobrino del chambelán me ha enviado varias joyas de verdad, y ya se sabe que las joyas cuestan más que las flores.

El Ruiseñor y la Rosa.


Nadie supo expresar con tanta elegancia, veracidad e ironia lo hijas de puta que son las mujeres como Oscar Wilde. Puede que desde la misoginia del rencor de su homosexualidad prohibida; pero conforme pasan los años relees su obra,por casualidad o por simple gusto, y te das cuenta de cuanta razon tenia y cuantos años hacen falta para darse cuenta.
 
Lo artificioso que admira

[TD="width: 576"]y lo dulce que consuela[/TD]

[TD="width: 576"]no es de aquel violín que vuela[/TD]

[TD="width: 576"]ni de esotra inquieta lira;[/TD]

[TD="width: 576"]otro instrumento es quien tira[/TD]

[TD="width: 576"]de los sentidos mejores.[/TD]

[TD="width: 576"] No son todos ruiseñores [/TD]

[TD="width: 576"] los que cantan entre las flores, [/TD]

[TD="width: 576"] sino campanitas de plata [/TD]

[TD="width: 576"] que tocan a la alba, [/TD]

[TD="width: 576"] sino trompeticas de oro, [/TD]

[TD="width: 576"] que hacen la salva [/TD]

[TD="width: 576"] a los soles que adoro. [/TD]


Pero Gongora: culmen de nuestra lengua denostada por panchinweys, estuvo un peldaño por encima.

PD:Las tildes me las he follado como suele proceder.
 
Última edición:
Tres cosas me tienen preso
de amores el corazón,
la bella Inés, el jamón,
y berenjenas con queso.


Esta Inés, amantes, es
quien tuvo en mí tal poder,
que me hizo aborrecer
todo lo que no era Inés.
Trájome un año sin seso,
hasta que en una ocasión
me dio a merendar jamón
y berenjenas con queso.

Fue de Inés la primer palma;
pero ya juzgarse ha mal
entre todos ellos cuál
tiene más parte en mi alma.
En gusto, medida y peso
no le hallo distinción:
ya quiero Inés, ya jamón,
ya berenjenas con queso.

Alega Inés su bondad,
el jamón que es de Aracena,
el queso y la berenjena
la española antigüidad.
Y está tan en fiel el peso
que, juzgado sin pasión,
todo es uno, Inés, jamón,
y berenjenas con queso.

A lo menos este trato
destos mis nuevos amores
hará que Inés sus favores
nos los venda más barato.
Pues tendrá por contrapeso
si no hiciere razón,
una lonja de jamón
y berenjenas con queso.





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Baltasar del Alcázar
 
Pues qué quieres que te diga, Tunak :?

Berenjenas con queso :?
 
De Lonesome Dove:



JOSH DEETS
Served with me 30 years. Fought in 21 engagements with the Commanche and Kiowa.
Cheerful in all weathers, never shirked a task. Splendid behaviour.​
 
Pues qué quieres que te diga, Tunak :?

Berenjenas con queso :?

Hombre, a dia de hoy con todo lo que sabemos y el "todas putas" pues puede que no impresione mucho, pero escribirlo en el 1500 y pico tiene su merito cuando tenias a Garcilaso vomitando arcoiris de colores.
 
[h=1]“If a man could pass through Paradise in a dream, and have a flower presented to him as a pledge that his soul had really been there, and if he found that flower in his hand when he awoke - Aye! and what then?”[/h]

Samuel Taylor Coleridge, Anima poetae.



 
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