Vale, ya está. Continuamos para bingo.
FLAMEULLINA
Hay una sección del antro este dedicada a los hongos, tubérculos, ramuzos y hierbas en general encurtidas y envasadas al vacío. Nunca me había aventurado en esa jungla de lotos, bambuses y mostazas pero, por fin, he dado el paso.
He pillado lo que más pinta de picar tenía... y me he llevado una decepción.
Se supone que son setas, porque lo de la etiqueta en español se lo han pasado por el forro de las bolas de dragón. En cualquier caso, ese destello naranjoso me daba buenas vibraciones. El paquete es blandito y estrujable, como gelatinoso al tacto. No tiene mala pinta.
¿Alguien sabe pasar de kilojulios a kilocalorías sin mirarlo?
Y nada. Abro el sobre, dejo que se escurra lentamente el contenido para darle más tensión a la cosa, y ahí lo tenéis. La pinta no es tan terrible, de hecho hay un garito por aquí que sirve champiñones con un aspecto bastante más atroz.
Pero el olor. El olor, muchachos. Una especie de hedor a melaza rancia que te viola la pituitaria hasta el vómito. Aún tengo la ventana de la cocina abierta.
No obstante, soy una rumbera y si he pagado por ello, me lo como. Pero es que no. A la primera ganchada se han hecho realidad todas mis pesadillas. Dios.
Setas dulces. Es como si untaras rebollones en mermelada. Esto no tenía que pasar. Esto no tenía que existir.
Valoración: No.
MEDUSA (sin más)
Sí, eso que te pica en la playa, pues me lo voy a zampar.
Medusa, a trozos, en un sobre.
Y no engorda.
Con un ventanuco para que veas que no te dan gato por liebre.
Aquí es cuando he empezado a arrepentirme. Pero bueno, he empezado a racionalizar mis prejuicios culturales (esos por los que como sepia y no saltamontes) y se me ha pasado pronto.
Miento. La verdad es que me daba el mismo puto asco. Pero el gen explorador ha tirado de mí. Que viva el determinismo cuando me conviene.
Un zorrocotrón de la cabeza, probablemente. Como a saber de dónde ha salido eso, le he cambiado el agua (seguridad ante todo) y se han encogido un poquillo, pero sigue habiendo un buen número de tentáculos. Es más dura de lo que me pensaba, seguramente por la pérdida de agua. Al ser transparente parece que vas a hincarle el diente como si fuera un bollo de crema, pero no, en viscosidad es más o menos como los calamares. Viene con una salsita que dicen que pica mucho. En crudo sólo sabe a
mar. A agua sucia. Pero prueba a comerte un calamar sin aliñar, tontolhaba, y luego me cuentas.
Y aquí con la salsa.
A mí no me ha gustado, pero porque sabe a CHORIZO. Y aquí es donde no puedo ser imparcial; el chorizo es mi némesis, banearía el chorizo de la faz de la tierra y del resto del multiverso, por si acaso. El chorizo es un crimen que no debería tener siquiera entidad ontológica.
Me cago en dios, con lo feliz que era yo con mis celentéreos, qué cagada. Tenía que haber apartado unos tentáculos sin unto. Es que esto es como comerse una sepia a tope de grasaza con pimentón. Así no. Qué ascazo, joder. Se me inflaman las parótidas de acordarme.
Al haber sido cosa del puto apaño, puede que vuelva a hacer la prueba con mayonesa e incluso en bocadillo. El manjar en sí no es que sea totalmente abyecto, la verdad, me ha sorprendido.
Así que la
valoración es de
5/10, porque soy un
mar de dudas.