Bueno, empecemos por el principio.
Julio, con 20 años, compaginaba sus estudios de Derecho con su gran pasión, el fútbol. Nada más y nada menos que portero, en el Castilla. Con el horizonte, a lo lejos, de defender la portería del Real Madrid.
Según ha declarado alguna que otra vez:" Yo nunca hubiera podido ser un gran portero. Era muy flaquito. Tenía muchas ilusiones, pero no hubiera sido nunca una estrella en el fútbol. Dios me dio otra oportunidad"
El 22 de Septiembre de 1963, Julio sale de fiesta con unos amigos, y sufre un fatal accidente de coche en Majadahonda.
Según el parte médico, no podría volver a caminar. Tuvo varias fracturas y una lesión en la columna, que le dejó semiparalítico durante cierto tiempo. Le dejó secuelas para toda la vida. Estuvo sin poder levantarse de la cama durante meses, se llegó a dudar de que pudiera volver a andar. Tras una larga rehabilitación, año y medio, logró hacerlo, pero, obvio, tuvo que abandonar el fútbol.
“Yo ni me acuerdo ya. Estaba en mi cama, había tenido un accidente casi mortal, estaba todo soldado. Ahí aprendí a sentir a la gente, la música me lleva ahí. Creo que todos somos una circunstancia. Lo que más me acuerdo es la mirada de cariño de mi papá y de mi mamá. Estoy conforme por que he sido un buen hijo. Padre, no sé. Me acuerdo de lo último que hago. El futuro es lo único que me importa. Sé que he hecho mucho, pero eso pasó. Me da un miedo tremendo la muerte porque la he visto muy de cerca”
“Claro, por amor de Dios, esas imágenes, las camillas hacia la morgue y los niños llorando en maternidad, las tengo grabadas. La constante de saber la pequeña línea que separa la vida de la muerte la conozco de memoria. Por mí no pasa desapercibido nadie que tenga escrita ya en su cara la muerte, ni nadie que tenga bastón, ni nadie que atraviese por una circunstancia trágica y dolorosa. Los accidentes gravísimos nos dejan una huella imborrable en los seres humanos. Y en la fragilidad de la vida, sobre todo cuando eres una persona sensible, esos episodios extremos alertan todos los sentidos para siempre”.
Pero la casualidad hizo que un enfermero del Hospital de Eloy Gozalo, llamado Eladio Magdaleno, para lograr animar a Julio, le regala una guitarra, con la que pasar todas esas largas jornadas, y así mejorar la movilidad en sus manos.
“Esa es la historia. Me dieron una guitarra y con ella compuse “La vida sigue igual”, un pequeño himno sobre la vida tras ver pasar la muerte. Sales de ella y dices: “siempre hay por qué vivir, por qué luchar, siempre hay por quién sufrir y a quién amar”
Así que Julio coge la guitarra y se pone a componer, mientras consigue terminar la carrera de Derecho. Hagamos un fast forward a 1968, y vayamos a Benidorm, festival de la canción, de los más prestigiosos del mundo latino. Allí aparece Julio con su tema, compuesto por él (recuerdo para los desmemoriados que Julio es también compositor de muchos de sus temas, está en el Salón de la Fama de compositores latinos)
Y consigue alzarse con el triunfo. 17 de Julio de 1968. Empezaba así su ascenso al Olimpo.
Déjenme reseñar una última curiosidad. Ya en este su primer sencillo, dejaría para la posteridad una de sus señas de identidad: ese "LAS GENTES" que luego utilizaría en más temas, y que también usa en muchas de sus declaraciones. Las gentes, que puto crack.
Pongo tres versiones, la primera, camino de Eurovisión en 1970 (será la próxima entrega, hamijos) otra en directo en Viña del Mar y la del concierto en el Camp Nou en Barcelona 1988 ( incluida en un medley con Manuela-De niña a mujer-Un canto a Galicia)
Se me olvidaba, el éxito de Julio llevó a que se rodara una película sobre estos años, guionizando su vida, accidente y éxito. Ya se puso antes, recuerdo la carátula. Desconozco si se folló a Charo López.