Aún hay algún trasnochado diciendo que tomar tal o cual medida es Venezuela y son declaraciones que desprenden una candidez divina, porque les vemos aplicar las ópticas de un mundo que ya ha dejado de existir súbitamente. Se les ve discutir acerca de tal o cual audacia con la que hubiera habido más fortuna y desatan toda su ira e indignación contra el pobre diablo que le tocó por casualidad ser la cara visible de todo esto. Pero en el fondo saben que no existe apenas margen de maniobra tal y como está montado el tinglado, que es un problema estructural y eso no es algo que se pueda arreglar con alguna política ingeniosa; la carcoma lleva devorado durante décadas los cimientos que sustentan el suelo que pisamos.
Veamos.
Los temblores que está sufriendo el mundo son terriblemente caóticos. Yo suelo ser muy cauto y no lanzar predicciones, pero en base a lo que hay ya podemos decir alguna que otra cosa.
Muchos aún no lo habrán asimilado y estarán mirando en otra dirección, pero los grandes perdedores de esta guerra están siendo EEUU y UK. No porque vayan a perder más vidas (que todo apunta a que sí) o se puedan convertir en los más pobres, sino porque son los que más tienen que perder. Esto es el fin de un ciclo, de un relato ideológico que comienza con Margaret Thatcher y Ronald Reagan y muere estos días en sus encarnaciones degradadas y carnavalescas, Boris Johnson y Donald Trump.
El mandato neoliberal se ha basado desde siempre en un principio aberrante: el sistema va por una parte, la vida va por otra. Es su enorme maquinaria propagandística la que durante todo este tiempo ha mantenido la ilusión de que ambas eran una única y misma cosa -o al menos mantenían algo de correspondencia-, pero que bajo una fuerte sacudida se ha desmoronado todo para convertirse en un sálvese quien pueda. Esto ahora es perfectamente visible y cada vez será más evidente e insoportable. En muy pocos días la opinión pública ha pasado de considerar a china como a el gran otro malicioso y verla con suspicacia, a otorgarle la victoria moral e ideológica de este suceso con toda la propaganda del mundo en su contra, que ya empieza a mostrar signos de fatiga.
@ensaladadeestacas ,
@Nueces, poneos junto a mi, a la izquierda y a la derecha. Dadme la mano. No son tiempos de establecer un narcisismo de las pequeñas diferencias, son tiempos de altura. Tenemos al enemigo, al verdadero enemigo mordiendo el suelo e implora un fatalaty. Yo soy la síntesis de una tesis y una antítesis que no eran tales; agarradme fuerte de la mano mientras le hundimos el cráneo a este demonio, disfrutemos este momento y no permitamos que nada nos lo estropee.