stavroguin 11
Clásico
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- 14 Oct 2010
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Los últimos años de mi vida han sido un negro sumidero de odio, una sentina de rencor, un despeñadero de fobias, un vertedero de bilis.
No necesito deciros que las mujeres han puesto la gasolina necesaria e incluso sobrante para mantener vivo ese incendio de negatividad interior que, cual antorcha olímpica, nunca se apagaba de todo, pero no siempre era visible desde fuera.
Pero me he cansado ya.
Aunque el hecho de desactivarme emocionalmente no implica pérdida de lucidez (espero).
La misoginia es un armazón sostenido por tres patas: experiencia, elaboración intelectual y reacción emotiva.
Las mujeres son como son, porque muchos conocemos al dedillo sus reacciones de autómatas, y además, Houellebecq, Shopenhauer, Quevedo, Sade y muchos otros no pueden estar tan errados.
Se puede ser consciente de ello, pero anulando la afectividad que lo acompaña.
No se puede vivir siempre en una lucha permanente de egos, en un juego de humillaciones recíprocas, en una hostilidad latente diaria...
Son animalitos, no pueden evitar ser como son, no van a cambiar...
Recientemente he tenido un problema de salud que parecía más grave de lo que las pruebas demostraron ( pueden ahorrarse los mps deseándome la muerte por triste o una pronta recuperación, e incluso metérselos por el culo, que no va de eso). Durante los muchos días angustiosos a la espera de las pruebas diagnósticas, me di cuenta de que con una buena salud todos los demás problemas son nimios, y que es ridículo ser infeliz por el comportamiento de seres que no puedes controlar ni modificar, que es una estupidez vivir en tensión permanente, amargándose por la estupidez y la soberbia ajena.
No es una conclusión muy original. Pero es la mía.
En el último mes he ensayado exitosamente la anulación de los sentimientos negativos que me causan habitualmente las mujeres. Sigo siendo misógino, pero soy capaz de oír su charla estúpida, de soportar su falta de educación, de ignorar sus mohínes soberbios sin el menor afán de venganza ni el menor gasto emocional.
Supongo que alguna debe de notar algo. Por primera vez en tres años, me han pedido una cita.
No necesito deciros que las mujeres han puesto la gasolina necesaria e incluso sobrante para mantener vivo ese incendio de negatividad interior que, cual antorcha olímpica, nunca se apagaba de todo, pero no siempre era visible desde fuera.
Pero me he cansado ya.
Aunque el hecho de desactivarme emocionalmente no implica pérdida de lucidez (espero).
La misoginia es un armazón sostenido por tres patas: experiencia, elaboración intelectual y reacción emotiva.
Las mujeres son como son, porque muchos conocemos al dedillo sus reacciones de autómatas, y además, Houellebecq, Shopenhauer, Quevedo, Sade y muchos otros no pueden estar tan errados.
Se puede ser consciente de ello, pero anulando la afectividad que lo acompaña.
No se puede vivir siempre en una lucha permanente de egos, en un juego de humillaciones recíprocas, en una hostilidad latente diaria...
Son animalitos, no pueden evitar ser como son, no van a cambiar...
Recientemente he tenido un problema de salud que parecía más grave de lo que las pruebas demostraron ( pueden ahorrarse los mps deseándome la muerte por triste o una pronta recuperación, e incluso metérselos por el culo, que no va de eso). Durante los muchos días angustiosos a la espera de las pruebas diagnósticas, me di cuenta de que con una buena salud todos los demás problemas son nimios, y que es ridículo ser infeliz por el comportamiento de seres que no puedes controlar ni modificar, que es una estupidez vivir en tensión permanente, amargándose por la estupidez y la soberbia ajena.
No es una conclusión muy original. Pero es la mía.
En el último mes he ensayado exitosamente la anulación de los sentimientos negativos que me causan habitualmente las mujeres. Sigo siendo misógino, pero soy capaz de oír su charla estúpida, de soportar su falta de educación, de ignorar sus mohínes soberbios sin el menor afán de venganza ni el menor gasto emocional.
Supongo que alguna debe de notar algo. Por primera vez en tres años, me han pedido una cita.