Main man
Limpia, fija e invita a putas a coca-colas
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El hilo abierto sobre las tetas, en general, me ha traído a la mente, en particular, este viejísimo debate interno que me corroe desde que recuerdo.
De siempre, como cerdo que uno ha nacido, ver las partes sensssuales del bello sexo ha despertado mi libido. Soy un perfecto voyeur, un mirón de libro. Escotes, ventanas, pantalones de tiro bajo y la playa y el top-less. Ah, amigos, el polémico, controvertido y oscuro mundo del top-less.
Y digo oscuro desde una posición absolutamente subjetiva. Disfruto como el cerdo que soy desde que nací observando a las mujeres liberadas de sostenes bajo el sol. Me imagino que puedo gozar de todas y cada una de ellas, que algún día serán mías, y juego a las puntuaciones: tetas de cabra, cántaros, tetazas, bellotas, perfectas, quién las pillara, ni con un palo, etcétera. Como todos, supongo.
¿Pero qué ocurre cuando es la legítima de uno a la que se le ven las tetas? Es más, ¿qué ocurre cuando es la legítima de uno la que está enseñando las putas tetas?
Llegas con ella a la playa, qué calor churri, has cogido el agua del coche, no, mejor vamos luego al chiringuito, ay, cómo te quiero, cari. Ponéis las toallas en la arena, te sientas, te quitas la camiseta, buscas el Ipod o la cremita, entretenido viendo tus apolíneas piernas de futbolista y cuando te giras, en cuanto mueves la cabeza a un lado, ves que LA MUY PUTA ya está en tetas.
Me cago en su puta madre. Las demás, que hagan lo que quieran, pero tú no, coño. Tú eres MI novia y tus tetas son MIS tetas. Todos esos cabrones te están mirando, están sobando con la vista mi juguete, nuestras tetas, nuestras tetitas, y se harán gayolas como babuinos al llegar a casa pensando en ti. En tus tetas, que son MIS tetas.
(Estas tetas fueron mías una vez. Ninguno de vosotros, ni siquiera Ilovegintonic, que tanto presume de ello, soñó jamás con algo semejante).
Sentado pues el hecho de que no soporto que mi pareja haga top-less, he de abundar en otro tema. Aunque me encanta y disfruto como un niño con una puta Nintendo mirando tetas, no puedo entender cómo hemos llegado a este punto de libertinaje. No me cabe en la cabeza, aunque goce con ello, que el 98% de las mujeres se pongan en tetas al llegar a la playa y que, al subir al paseo o llegar al apartamento te llamen cerdo si te asomas a su escote. Perdona, guarra, pero hace media hora me las estabas metiendo en la boca desde la toalla de al lado.
A todos nos ha pasado: quedada con amigas, top-less, vuelta al apartamento, arreglarse y salir a tomar algo. Se sentarán a tomarse la cervecita escotadas como hijas de Antonio Ozores, pero en cuanto se den cuenta de que tienes la vista clavada en el canalillo, las más prudentes se abrocharán ese último botón disimuladamente y las de más carácter te espetarán, con cara de mala hostia, algo como: "¿Qué coño miras? Joder, este tío es un cerdo".
Es, en ese momento, cuando uno de los aforismos sagrados de Esta Santa Casa cobra su más claro y definitivo sentido:
De siempre, como cerdo que uno ha nacido, ver las partes sensssuales del bello sexo ha despertado mi libido. Soy un perfecto voyeur, un mirón de libro. Escotes, ventanas, pantalones de tiro bajo y la playa y el top-less. Ah, amigos, el polémico, controvertido y oscuro mundo del top-less.
![tetas1-89c.jpg](https://j.photos.cx/tetas1-89c.jpg)
Y digo oscuro desde una posición absolutamente subjetiva. Disfruto como el cerdo que soy desde que nací observando a las mujeres liberadas de sostenes bajo el sol. Me imagino que puedo gozar de todas y cada una de ellas, que algún día serán mías, y juego a las puntuaciones: tetas de cabra, cántaros, tetazas, bellotas, perfectas, quién las pillara, ni con un palo, etcétera. Como todos, supongo.
¿Pero qué ocurre cuando es la legítima de uno a la que se le ven las tetas? Es más, ¿qué ocurre cuando es la legítima de uno la que está enseñando las putas tetas?
Llegas con ella a la playa, qué calor churri, has cogido el agua del coche, no, mejor vamos luego al chiringuito, ay, cómo te quiero, cari. Ponéis las toallas en la arena, te sientas, te quitas la camiseta, buscas el Ipod o la cremita, entretenido viendo tus apolíneas piernas de futbolista y cuando te giras, en cuanto mueves la cabeza a un lado, ves que LA MUY PUTA ya está en tetas.
Me cago en su puta madre. Las demás, que hagan lo que quieran, pero tú no, coño. Tú eres MI novia y tus tetas son MIS tetas. Todos esos cabrones te están mirando, están sobando con la vista mi juguete, nuestras tetas, nuestras tetitas, y se harán gayolas como babuinos al llegar a casa pensando en ti. En tus tetas, que son MIS tetas.
![ex-b88.jpg](https://j.photos.cx/ex-b88.jpg)
(Estas tetas fueron mías una vez. Ninguno de vosotros, ni siquiera Ilovegintonic, que tanto presume de ello, soñó jamás con algo semejante).
Sentado pues el hecho de que no soporto que mi pareja haga top-less, he de abundar en otro tema. Aunque me encanta y disfruto como un niño con una puta Nintendo mirando tetas, no puedo entender cómo hemos llegado a este punto de libertinaje. No me cabe en la cabeza, aunque goce con ello, que el 98% de las mujeres se pongan en tetas al llegar a la playa y que, al subir al paseo o llegar al apartamento te llamen cerdo si te asomas a su escote. Perdona, guarra, pero hace media hora me las estabas metiendo en la boca desde la toalla de al lado.
A todos nos ha pasado: quedada con amigas, top-less, vuelta al apartamento, arreglarse y salir a tomar algo. Se sentarán a tomarse la cervecita escotadas como hijas de Antonio Ozores, pero en cuanto se den cuenta de que tienes la vista clavada en el canalillo, las más prudentes se abrocharán ese último botón disimuladamente y las de más carácter te espetarán, con cara de mala hostia, algo como: "¿Qué coño miras? Joder, este tío es un cerdo".
Es, en ese momento, cuando uno de los aforismos sagrados de Esta Santa Casa cobra su más claro y definitivo sentido: