El Loco de las Coles
Famelic escaleto
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- 29 May 2005
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Buenas noches. Me llaman el Loco de las Coles, y he estado más de un año alejado del mundo cibernético, salvo por pequeñas y siempre insuficientes incursiones.
Es inevitable, sobre todo porque tras algunas cosas que me han pasado, he decidido no mentir ni esconder, así que cerremos rápido el trámite del exhibicionismo inherente a todo ex-anoréxico:
Hola, soy especialista en dar asco.
En este largo año de ausencia he hecho de todo. Lo primero fue quitarme todos los pájaros de la cabeza, y con pájaros me refiero a sueños, a sentimientos heroícos, a fantasías de que el dinero llueve del cielo y de que tampoco es tan necesario. Encontré un trabajo, me fui de casa y me metí en un piso con mi chica. Una de ellas.
El relato de las aventuras y desventuras con ella es irrelevante. En el mundo exterior la gente sale, bebe, se droga y folla mucho, en casa y en los baños de los bares, si se tercia, y eso fue lo que hice, querer y follar, reir y soñar, aunque mis sueños estaban atados corto, porque hace mucho que me volví consciente y supe que las cosas no duran eternamente. Era ella la que no lo sabía, la que se dejó llevar por la ilusión de que yo era perfectamente normal, capaz de amar y de hilvanar los planes de una vida en común, definitiva.
¿Quién era yo para quitarle la ilusión?
Ni te imaginas la que se te viene encima, nena.
Durante este año de ausencia, que sin duda habrá de repetirse, he leído muchos libros, tal vez demasiados, y he comprobado que las obsesiones tienen la facultad de mutar, siempre acordes con las circunstancias de la vida y con el ambiente que nos rodea. Si en mi más tierna adolescencia perdía el culo y el sueño por las armas blancas, los arcos y los foros de internet, durante este último periodo no hice más que devorar libros sobre antropología, sobre la importancia de la carga genética y en resumen, sobre el sentido de ser hombre en el planeta tierra.
Y ha sido en estos libros donde he encontrado la explicación que por ahora más me satisface, la explicación que, si no fuese por mi cobardía y por mis exiguas ganas de vivir, me llevaría al suicidio instantáneo. El ser humano está limitado y guiado por las mismas leyes que el resto del mundo animal, y no quiero que nadie tome mis palabras a la ligera. No estoy hablando de chascarrillos de conductores insultándose en mitad de la carretera, ni siquiera de grupitos de machos dominantes ligando en discotecas. No muchachos, eso está muy trillado y se nos queda pequeño. Hablo de cosas universales, cosas que ocurren incluso en lugares donde no existen las discotecas ni los coches, cosas que han ocurrido desde el principio mismo del Homo Sapiens, y aún antes.
Hoy, sin ir más lejos, he recibido una llamada de mi madre. Sí, esa que algunos veteranos conocen de sobra, aunque no en el sentido bíblico de la expresión:
- ....blao blao blao... ah, estás trabajando?
- Sí madre, llevo un fin de semana bastante porculero
- Ayer estuve en una boda, y cuando la madre y el novio se abrazaron me emocioné mucho, ojalá te casases.
- No es el mejor momento madre, ya sabes lo que ha pasado.
- Ya, qué tal con XXXXXX? Ni siquiera os llamáis?
- No jodas madre, hace tiempo de eso.
Resulta, hermanos de foro, que todos llevamos dentro una carga genética, y resulta también que nuestro único objetivo REAL en la vida es combinar esa carga genética con otra y engendrar descendencia. Tanto es así, y tanto es verdad, que nuestro cuerpo, llegada una edad determinada, supone que nos hemos dado prisa y nos deja morir poco a poco, porque ya no tenemos nada útil que hacer en la tierra.
Espera madre Gea, que fui forero de PL y no me ha dao tiempo a echar un kiki!!
En el principio de los tiempos, y hasta hace bien poco, los mejores, los más fuertes, los válidos, engendraban descendencia de una forma más eficaz que los débiles, y así la especie se fortalecía. Como sabéis, echando un ojo a las páginas de este foro, la tendencia se ha invertido y ahora los débiles mentales pululan por el mundo a sus anchas, orgullosos de su miseria mental galopante. Ahora, la fuerza, el vigor, la belleza y otros signos externos de perfección genética se ven eclipsados por otros factores más refinados, como la inteligencia, el poder adquisitivo o, sin ir más lejos, un determinado gusto en la vestimenta o la devoción por cierto tipo de drojas.
Sí, la cosa se ha diversificado, y hoy en día puedes ir haciendo hijos por ser guapo y fuerte, o por llevar los bolsillos repletos de farlopa y billetes, no hay por qué demonizar el tema.
La cuestión principal que os quiero plantear se aleja mucho de la del pre-adolescente friki y pajillero que está triste porque no folla y todos se ríen de él en el cole. Yo follo, o al menos follaba hasta hace poco, y ya no voy al cole, y sin embargo siento que los conceptos de evolución y transmisión genética han envenenado mi cerebro hasta un punto irrecuperable. He perdido los pocos sentimientos que me quedaban, y no siento aprecio ni ternura por nada de este mundo, ni siquiera por lo más bello. Trato de pensar en las personas que se supone he amado, y no encuentro nada dentro de mí, porque lo que antes eran mujeres que me hicieron feliz, o amigos que me dieron la mano, ahora son cargas genéticas sin ningún interés más allá del puramente natural.
Seguramente os ha pasado a veces, el ir caminando por la calle y ver a alguien, un desconocido, un otro, e imaginar sin contemplaciones cómo te las arreglarías para matarlo, y si de verdad te importaría tener que hacerlo, arrancarle la vida y quedarte tan tranquilo. Intento ver personas y casi siempre veo animales, o cosas, y me doy cuenta de que he fingido muchos de los sentimientos que dije tener o albergar en determinados momentos. No eran reales, como tampoco era real el mundo en que los vivía. Por eso he roto con todo lo que no me parecía real, como también he roto, durante este tiempo, con todas mis amistades. Me relaciono únicamente con quien he conocido en el trabajo. Hasta tal punto que el desmoronamiento (intencionado y previsible) de la relación de la que he hablado durante un rato, vino causada por otra chica que simplemente apareció, y que desde el punto de vista de esas teorías genéticas, era mejor madre. No entramos a valorar si era más lista, que no lo era, o más conveniente, que tampoco, o mejor persona, que desde luego NO, pero parece ser, por lo que mi cuerpo hico, que era mejor madre para mis putos vástagos que nunca naceran.
Es la balanza más cruel que existe, porque da pesos exactos, y el plato que menos pesa, se vuelca.
Del otro lado viene la anorexia, de la que poco sabéis, salvo que yo he hablado mucho de ella. La anorexia consume tiempo y se alimenta de buenos momentos, que te arrebata. La anorexia destruye y te impide ser feliz y sincero, te impide ser una buena persona. La anorexia me llevó a engañar con la otra, y después a la otra con la una, porque la anorexia es el miedo a la rutina, pero también el miedo a perderla y salirse de un plan establecido. Es un monstruo asesino con el que, sin embargo, me resigno a convivir porque no conozco ya otra cosa. Y para muestra, El Fin de la Sonrisa.
No es casual.
[/IMG]
¿Y qué coño querrá decirnos el Coles con toda esta mierda de filosofía de primero de BUP? ¿Y por qué mete tanta foto suya y tanta morralla?
Hoy la cosa no va de bizarrismo, ni de conductas hijoputiles, ni siquiera de tetas o foreras putarracas. La pregunta es otra, y la hago para que la conteste quien la sepa, o quien sin saberla quiera contestarla. De antemano os diré que no debe preocuparos el estar jodidos, o cansados, o deprimidos, porque la suerte cambia de un día para otro, y basta un movimiento brusco para desencadenar toda una nueva línea de futuro, que sin embargo puede dejaros, meses después, como me está pasando a mí, en el mismo lugar en el que empezásteis el camino, aunque con la mochila llena de experiencia.
Si de verdad no somos más que bichos destinados a perpetuarnos, si nada importa en realidad porque nada es real, salvo lo más diminuto y simple, ¿estáis preparados para jugar a ése juego y ganarlo? ¿sabéis lo que sois y lo que tenéis que hacer?
Siento escribir un tocho tan horrible, sin loles ni fotos chanantes. Es mi retorno, tengo derecho.
Es inevitable, sobre todo porque tras algunas cosas que me han pasado, he decidido no mentir ni esconder, así que cerremos rápido el trámite del exhibicionismo inherente a todo ex-anoréxico:
Hola, soy especialista en dar asco.
En este largo año de ausencia he hecho de todo. Lo primero fue quitarme todos los pájaros de la cabeza, y con pájaros me refiero a sueños, a sentimientos heroícos, a fantasías de que el dinero llueve del cielo y de que tampoco es tan necesario. Encontré un trabajo, me fui de casa y me metí en un piso con mi chica. Una de ellas.
El relato de las aventuras y desventuras con ella es irrelevante. En el mundo exterior la gente sale, bebe, se droga y folla mucho, en casa y en los baños de los bares, si se tercia, y eso fue lo que hice, querer y follar, reir y soñar, aunque mis sueños estaban atados corto, porque hace mucho que me volví consciente y supe que las cosas no duran eternamente. Era ella la que no lo sabía, la que se dejó llevar por la ilusión de que yo era perfectamente normal, capaz de amar y de hilvanar los planes de una vida en común, definitiva.
¿Quién era yo para quitarle la ilusión?
Ni te imaginas la que se te viene encima, nena.
Durante este año de ausencia, que sin duda habrá de repetirse, he leído muchos libros, tal vez demasiados, y he comprobado que las obsesiones tienen la facultad de mutar, siempre acordes con las circunstancias de la vida y con el ambiente que nos rodea. Si en mi más tierna adolescencia perdía el culo y el sueño por las armas blancas, los arcos y los foros de internet, durante este último periodo no hice más que devorar libros sobre antropología, sobre la importancia de la carga genética y en resumen, sobre el sentido de ser hombre en el planeta tierra.
Y ha sido en estos libros donde he encontrado la explicación que por ahora más me satisface, la explicación que, si no fuese por mi cobardía y por mis exiguas ganas de vivir, me llevaría al suicidio instantáneo. El ser humano está limitado y guiado por las mismas leyes que el resto del mundo animal, y no quiero que nadie tome mis palabras a la ligera. No estoy hablando de chascarrillos de conductores insultándose en mitad de la carretera, ni siquiera de grupitos de machos dominantes ligando en discotecas. No muchachos, eso está muy trillado y se nos queda pequeño. Hablo de cosas universales, cosas que ocurren incluso en lugares donde no existen las discotecas ni los coches, cosas que han ocurrido desde el principio mismo del Homo Sapiens, y aún antes.
Hoy, sin ir más lejos, he recibido una llamada de mi madre. Sí, esa que algunos veteranos conocen de sobra, aunque no en el sentido bíblico de la expresión:
- ....blao blao blao... ah, estás trabajando?
- Sí madre, llevo un fin de semana bastante porculero
- Ayer estuve en una boda, y cuando la madre y el novio se abrazaron me emocioné mucho, ojalá te casases.
- No es el mejor momento madre, ya sabes lo que ha pasado.
- Ya, qué tal con XXXXXX? Ni siquiera os llamáis?
- No jodas madre, hace tiempo de eso.
Resulta, hermanos de foro, que todos llevamos dentro una carga genética, y resulta también que nuestro único objetivo REAL en la vida es combinar esa carga genética con otra y engendrar descendencia. Tanto es así, y tanto es verdad, que nuestro cuerpo, llegada una edad determinada, supone que nos hemos dado prisa y nos deja morir poco a poco, porque ya no tenemos nada útil que hacer en la tierra.
Espera madre Gea, que fui forero de PL y no me ha dao tiempo a echar un kiki!!
En el principio de los tiempos, y hasta hace bien poco, los mejores, los más fuertes, los válidos, engendraban descendencia de una forma más eficaz que los débiles, y así la especie se fortalecía. Como sabéis, echando un ojo a las páginas de este foro, la tendencia se ha invertido y ahora los débiles mentales pululan por el mundo a sus anchas, orgullosos de su miseria mental galopante. Ahora, la fuerza, el vigor, la belleza y otros signos externos de perfección genética se ven eclipsados por otros factores más refinados, como la inteligencia, el poder adquisitivo o, sin ir más lejos, un determinado gusto en la vestimenta o la devoción por cierto tipo de drojas.
Sí, la cosa se ha diversificado, y hoy en día puedes ir haciendo hijos por ser guapo y fuerte, o por llevar los bolsillos repletos de farlopa y billetes, no hay por qué demonizar el tema.
La cuestión principal que os quiero plantear se aleja mucho de la del pre-adolescente friki y pajillero que está triste porque no folla y todos se ríen de él en el cole. Yo follo, o al menos follaba hasta hace poco, y ya no voy al cole, y sin embargo siento que los conceptos de evolución y transmisión genética han envenenado mi cerebro hasta un punto irrecuperable. He perdido los pocos sentimientos que me quedaban, y no siento aprecio ni ternura por nada de este mundo, ni siquiera por lo más bello. Trato de pensar en las personas que se supone he amado, y no encuentro nada dentro de mí, porque lo que antes eran mujeres que me hicieron feliz, o amigos que me dieron la mano, ahora son cargas genéticas sin ningún interés más allá del puramente natural.
Seguramente os ha pasado a veces, el ir caminando por la calle y ver a alguien, un desconocido, un otro, e imaginar sin contemplaciones cómo te las arreglarías para matarlo, y si de verdad te importaría tener que hacerlo, arrancarle la vida y quedarte tan tranquilo. Intento ver personas y casi siempre veo animales, o cosas, y me doy cuenta de que he fingido muchos de los sentimientos que dije tener o albergar en determinados momentos. No eran reales, como tampoco era real el mundo en que los vivía. Por eso he roto con todo lo que no me parecía real, como también he roto, durante este tiempo, con todas mis amistades. Me relaciono únicamente con quien he conocido en el trabajo. Hasta tal punto que el desmoronamiento (intencionado y previsible) de la relación de la que he hablado durante un rato, vino causada por otra chica que simplemente apareció, y que desde el punto de vista de esas teorías genéticas, era mejor madre. No entramos a valorar si era más lista, que no lo era, o más conveniente, que tampoco, o mejor persona, que desde luego NO, pero parece ser, por lo que mi cuerpo hico, que era mejor madre para mis putos vástagos que nunca naceran.
Es la balanza más cruel que existe, porque da pesos exactos, y el plato que menos pesa, se vuelca.
Del otro lado viene la anorexia, de la que poco sabéis, salvo que yo he hablado mucho de ella. La anorexia consume tiempo y se alimenta de buenos momentos, que te arrebata. La anorexia destruye y te impide ser feliz y sincero, te impide ser una buena persona. La anorexia me llevó a engañar con la otra, y después a la otra con la una, porque la anorexia es el miedo a la rutina, pero también el miedo a perderla y salirse de un plan establecido. Es un monstruo asesino con el que, sin embargo, me resigno a convivir porque no conozco ya otra cosa. Y para muestra, El Fin de la Sonrisa.
No es casual.
¿Y qué coño querrá decirnos el Coles con toda esta mierda de filosofía de primero de BUP? ¿Y por qué mete tanta foto suya y tanta morralla?
Hoy la cosa no va de bizarrismo, ni de conductas hijoputiles, ni siquiera de tetas o foreras putarracas. La pregunta es otra, y la hago para que la conteste quien la sepa, o quien sin saberla quiera contestarla. De antemano os diré que no debe preocuparos el estar jodidos, o cansados, o deprimidos, porque la suerte cambia de un día para otro, y basta un movimiento brusco para desencadenar toda una nueva línea de futuro, que sin embargo puede dejaros, meses después, como me está pasando a mí, en el mismo lugar en el que empezásteis el camino, aunque con la mochila llena de experiencia.
Si de verdad no somos más que bichos destinados a perpetuarnos, si nada importa en realidad porque nada es real, salvo lo más diminuto y simple, ¿estáis preparados para jugar a ése juego y ganarlo? ¿sabéis lo que sois y lo que tenéis que hacer?
Siento escribir un tocho tan horrible, sin loles ni fotos chanantes. Es mi retorno, tengo derecho.