Cuando se critica, sobre todo públicamente, es conveniente no caer en el ridículo para que así no consigas lo contrario de lo que deseabas. Esas críticas desaforadas al rey, seguramente se volverán, como un bumerán, en simpatías del pueblo español a Juancar, solo con un simple recuento de quienes son los partidos políticos, personajes y catadura moral de los que realizan todas esas hipérboles con triple salto mortal.
El mejor ejemplo político es el que nos ha dejado para la posteridad Marco Tulio Cicerón, cónsul y escritor romano, al que sus enemigos atacaban sin piedad en el Senado. El optimate de familia patricia, Metelo Nepote, le hizo esta pregunta retórica para desprestigiarlo políticamente ante el Senado y el pueblo de Roma:“después de todo, quién es tu padre, Cicerón?” sabiendo que Cicerón era de origen humilde, lo que provoca la risas de sus partidarios en el Senado. Cometiendo “craso error”, nunca mejor dicho, ya que le respondió Cicerón: “ Tú madre, Metelo, ha hecho que esa pregunta sea muy difícil de contestar para ti”.