Frente Negro
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Redacción.- La Razón de hoy publica un comentario al libro de Rafael Pi “¿Fumas porros, gilipollas?” que va por la segunda edición. El libro se ha convertido en una referencia para el movimiento anti-antiprohibicionista. Que también existe y está formado por todos aquellos que consideramos que los efectos benéficos del porro no están suficientemente contrastados, pero sí su relación con otras drogas mayores. Rafael Pi nos explica algunas de sus tesis.
“GILIPOLLAS ES AQUEL QUE SE HACE DAÑO A SI MISMO, PENSANDO QUE SE HACE UN BIEN”
(entrevista con Rafa Pi, autor de “¿Fumas Porros, gilipollas?”)
P.- Si querías provocar, lo has conseguido, el título es más que provocador, es casi insultante...
R.- En absoluto, es la calificación que admite el diccionario de la Real Academia de la Lengua. Gilipollas es aquella persona que se hace daño a sí misma, pensando precisamente que se está haciendo un bien”. Los porreros tienen tendencia a pensar que el porro les relaja, y probablemente es cierto, pero esas aguas pueden traer otros lodos.
P.- ¿Es posible demostrar una relación entre “drogas duras” y “drogas blancas”?
R.- Lo es. Son dos conjuntos diferentes... solo que todos los consumidores de drogas duras, sin excepciones conocidas, antes han sido consumidores de drogas blandas. Insisto: sin excepciones. Así que relación, haberla, hayla. Ahora bien, no cometamos el error de amenazas con las penas del infierno a todo porrero. En la mayoría de los casos se trata de una costumbre banal de juventud que no pasa a mayores. Pero un 2% de los fumadores compulsivos de porros, corren el riesgo de convertirse en heroinómanos. Y esto ya no es banal: por que la heroína, cortada o no, destruye el núcleo de la personalidad.
P.- Sin embargo, en tu libro eres partidario de una máxima libertad de opción.
R.- Efectivamente, todos somos libres de arrojarnos por una ventana creyéndonos Supermán. Incluso de matarnos. Pero ya no somos dueños de causar daños a terceros, ni al que pasa por debajo nuestro, ni a aquel otro sobre el que podemos caer. Y cualquier droga es susceptible de provocar daños, no solo en nosotros mismos –es nuestra libertad, nosotros somos los responsables- sino en gente que no tiene nada que ver con nosotros.
P.- Esto vale con la heroína, pero ¿también con el porro?
R.- También. Tu no puedes conducir un coche bajo los efectos del porro. Puedes provocar un accidente. Ni puedes desempeñar un trabajo cualquiera, te puedes caer del andamio, puedes equivocarte en un trabajo de precisión o bien, sientes apatía y no produces lo que se espera de ti. Lo lamento, pero hay que ser muy claro: el porro reduce los reflejos, la capacidad de respuesta del cerebro y provoca sus efectos resacosos no desaparecen inmediatamente.
P.- Supongo que habrás tenido tus más y tus menos con los anti-prohibiconistas.
R.- Uno es demócrata de estricta observancia, así que tiene a bien dialogar con quien le ponen delante y no perder los estribos fácilmente. Con los oponentes ha habido de todo: en algunos programas de radio se han tomado a mal el calificativo de ”gilipollas”. Sin embargo, lo eran. En otros casos, el diálogo ha sido más franco: hay dos posiciones, la de los que fuman porros y las de los que no recomendamos los porros. Yo pertenezco a estos últimos. He visto demasiados destrozos cvomo para callarme, especialmente en este momento en el que el porro parece ser aceptado socialmente y su uso casi normalizado.
P.- Sin embargo está prohibido...
R.- Pssst... alto. Está prohibido su comercio, no su cultivo para uso personal ni su consumo. Hay algunas ordenanzas municipales que multan el fumar porros en la calle. Nada, no se aplican, en ningún pueblo o ciudad de la geografía nacional. Hay no menos de 500 empresas dedicadas a la comercialización de productos que tienen que ver con el cultivo, dos revistas “lujosas”, tres revistas gratuitas que basan su difusión en la publicidad... Hoy el que quiere liarse un porro no encuentra ningún tipo de obstáculo ni el que quiere cultivarlo, ni el que quiere estimular el cultivo para su propio negocio. Si es cierto, por el contrario, que existe represión sobre el tráfico. Y es bueno que así sea.
P.- Los antiprohibicionistas dicen todo lo contrario...
R.- ... creo que esto no es discutible: si no hubiera represión habría más consumo. Afortunadamente un 25% de las drogas producidas no llegan al mercado. Solo faltaría que algún cretino afirme que la “represión es inútil”. Todo lo contrario, no hay represión suficiente contra el narcotráfico, entre otras cosas por que falta voluntad política y apoyo social. Hoy, la cocaína es un riesgo, pero hace solo diez años, era de buen tono atizarse unos tiritos de coca. Aquellas aguas trajeron estos lodos: hoy hay más ingresados de urgencias por consumo de cocaína que de heroína...Pueden estar orgullosos los mentecatos que decían que un tirito de fin de semana iba bien p’al cuerpo.
P.- Tu, en tu libro te jactas de haber “experimentado” con todo tipo de drogas...
R- Si, algunos tenemos curiosidad y fuerza suficiente como para aguantar el embate de la droga. ¿Por qué? Quizás por que tenemos una constitución interior más fuerte. O por que somos más maduros que otros que sucumben. O por que tenemos un organismo con una mayor tolerancia. No lo sé, francamente. Pero te voy a decir dos cosas: experimentar con drogas es evitable, los paraísos artificiales son de baja calidad, hay otros sistemas psicofísicos para tener las mismas o parecidas experiencias; dado que unos sobrevivimos y otros caen, lo aconsejable es mantenerse lejos de algo que aporta sólo problemas al organismo.
P.- ¿Sólo problemas? Jünger y otros autores, los simbolistas franceses, creaban bajo efecto de alucinógenos...
R.- Si, pero no todos somos Jünger y los simbolistas franceses que, por cierto, acabaron todos muy mal a edades tempradas. Habitualmente, cuando se consumen porros, no se hace para buscar grandes respuestas a los enigmas del cosmos, sino para agarrar un pedal del patín... La abrumadora mayoría de consumidores no buscan experiencias existenciales o psíquicas intensas, sino pasar un rato de ocio. La droga se ha banalizado... ese es el problema.
P.- Escohotado y el lobby antiprohibicionista explican que siempre ha existido consumo de drogas en todas las sociedades...
R.- Y tienen razón, siempre... sólo que bajo el control del chamán o del brujo de la tribu y siempre en fechas concretas o en situaciones de iniciación personal, nunca por libre y cuando a uno le da la gana. Pero hay algo más, el gran problema de la droga hoy es que por primera vez en la historia de la humanidad, ha alcanzado a ser un fenómeno de masas. De masas: millones de personas que no tienen nada que ver con el habitat natural de los pueblos que en otro tiempo consumieron drogas, las consumen ahora de manera completamente descontrolada. Esto sin contar con el destrozo ecológico que supone dedicar cada vez más miles de hectáreas a los cultivos ilícitos.
P.- En su libro atacas mucho a Marruecos como primer productor de haschís del mundo...
R.- Es que lo es. Si fuera el segundo productor lo diría: pero es que es el primero. Y hay algo peor que eso, el cultivo de hachís cada vez crece más y mas. En los últimos tres años se ha duplicado. Marruecos engulle todos los fondos que se le entregan para erradicar los cultivos ilícitos. Todo el valle del Rif es hoy un inmenso campo de cultivo de haschís. Pero hay aún algo peor: Marruecos utiliza el hachís como arma contra España dentro del contexto de la Guerra de Baja Intensidad que ha emprendido desde su independencia contra nuestro país. Sus armas en estos momentos son tres: hachís, inmigración masiva y guerrilla económica. A todo esto, el gobierno, in albis... vendiendo talante en Casablanca.
P.- Pero, realmente, el hachís es un problema.
R.- Coño, si lo es... y tanto. Existe una cultura del hachís que se va extendiendo entre sectores de la juventud. Esta cultura se caracteriza por un un pasotismo extremo, una fuga de la realidad, razonamientos infantiloides y absurdos, huida de cualquier tipo de esfuerzo, compromiso o responsabilidad. No es una maravilla que digamos. Esto sin olvidar que un 2% de esos jóvenes consumidores, pasarán en un tiempo relativamente breve a ser consumidores de drogas más duras: esto es, arruinarán completamente su vida de manera irremisible. Buena parte del 98% restante dará a su familia y a su entorno problemas: es muy frecuente que los fumadores habituales experimenten un descenso en su rendimiento escolar. Y además me encontré mientras elaboraba el libro con una respuesta que me repitieron decenas de madres cuyos hijos iban permanentemente colocados: “El carácter de mi hijo, ha cambiado desde que fuma porros”.
P.- Entonces... ¿hay soluciones?
R.- Aumentar la represión sobre el narcotráfico. Hacerlo imposible desde Marruecos. Sancionar a Marruecos por sus cultivos ilícitos. Amenazas a Marruecos con cortar inversiones europeas de no terminar de un mes para otro con el narcotráfico. Y en nuestro país explicar de qué va el problema, sin falsos moralismos, sin amenazas apocalípticas, simplemente diciendo: “Muchacho, esto es lo que hay... el porro es como una mierda, pero sin el como, te va a dar poco y vas a arriesgar mucho, así que tu mismo, ejerce tu libertad, pero, al mismo tiempo ejerce tu responsabilidad”.
P.- ¿Es la conclusión de su libro?
R.- Es una de ellas, la otra es que el porro aliena la personalidad. Una personalidad alienada es una personalidad que no es ella misma. La esencia de nuestra civilización, desde Delfos consiste en estimular a la persona humana para que sea ella misma. El lema estaba escrito en una de las columnas de Delfos: “Sé tu mismo”. El porro no nos ayuda en esta larga marcha hacia el conocimiento de nosotros mismos, todo lo contrario, nos sumerge en paraísos artificiales exteriores a nosotros. Probablemente a alguien le gusta alienarse... bien, está en su derecho. Reivindico para los porreros el derecho a ser y a parecer gilipollas. Pero no para la sociedad.
P.- Sin embargo, los antiprohibicionistas suelen hablar de las virtudes terapéuticas del hachís...
R.- Si, pero hay en esto un equívoco. Estas virtudes están presentes en el hachís y en muchos otros vegetales. El hachís tiene un principio activo que puede extraerse del conjunto de la planta. Pero una cosa es destilar ese principio activo y presentarlo en forma de fármaco bajo el control médico y otra muy distinta legalizar el porro a efectos de ocio. Es evidente que hay un salto entre ambos conceptos. Nadie niega que el THC, el principio activo del hachís, tenga virtudes terapéuticas, lo que se niega es que liar un porro las tenga... Mas bien, lo contrario.
P.- Sin embargo, el alcohol y el tabaco son drogas legales, ¿por qué no el hachís?
R.- hombre, me parece evidente. Se trata de que haya menos drogas “legales”, no más drogas. Estoy de acuerdo en que el tabaco no es bueno para la salud y que con el abuso del alcohol ocurre tres cuartos de lo mismo... pero me parece que es mejor que haya sólo dos drogas legales a que haya tres. Se trata de evitar la inflación de drogas legales. Razonamientos como este dicen mucho sobre los desórdenes que causa el porro en la percepción de la realidad y en la lógica.
P.- A todo esto, ¿usted fuma?
R.- Soy dueño de mi libertad, y hago con ella lo que quiero. Y lo que quiero en estos momentos es no fumar. Probablemente si fuera un colgado, enganchado, necesitaría un porro. No lo soy. Soy un hombre libre. Puedo elegir entre fumar o no. Desgraciadamente un yonki no dispone de la misma libertad. Es apenas un enfermo que ni siquiera es dueño de su voluntad. ¿Me entiende?
© Testimonios recogidos para krisis.info – [email protected]
“GILIPOLLAS ES AQUEL QUE SE HACE DAÑO A SI MISMO, PENSANDO QUE SE HACE UN BIEN”
(entrevista con Rafa Pi, autor de “¿Fumas Porros, gilipollas?”)
P.- Si querías provocar, lo has conseguido, el título es más que provocador, es casi insultante...
R.- En absoluto, es la calificación que admite el diccionario de la Real Academia de la Lengua. Gilipollas es aquella persona que se hace daño a sí misma, pensando precisamente que se está haciendo un bien”. Los porreros tienen tendencia a pensar que el porro les relaja, y probablemente es cierto, pero esas aguas pueden traer otros lodos.
P.- ¿Es posible demostrar una relación entre “drogas duras” y “drogas blancas”?
R.- Lo es. Son dos conjuntos diferentes... solo que todos los consumidores de drogas duras, sin excepciones conocidas, antes han sido consumidores de drogas blandas. Insisto: sin excepciones. Así que relación, haberla, hayla. Ahora bien, no cometamos el error de amenazas con las penas del infierno a todo porrero. En la mayoría de los casos se trata de una costumbre banal de juventud que no pasa a mayores. Pero un 2% de los fumadores compulsivos de porros, corren el riesgo de convertirse en heroinómanos. Y esto ya no es banal: por que la heroína, cortada o no, destruye el núcleo de la personalidad.
P.- Sin embargo, en tu libro eres partidario de una máxima libertad de opción.
R.- Efectivamente, todos somos libres de arrojarnos por una ventana creyéndonos Supermán. Incluso de matarnos. Pero ya no somos dueños de causar daños a terceros, ni al que pasa por debajo nuestro, ni a aquel otro sobre el que podemos caer. Y cualquier droga es susceptible de provocar daños, no solo en nosotros mismos –es nuestra libertad, nosotros somos los responsables- sino en gente que no tiene nada que ver con nosotros.
P.- Esto vale con la heroína, pero ¿también con el porro?
R.- También. Tu no puedes conducir un coche bajo los efectos del porro. Puedes provocar un accidente. Ni puedes desempeñar un trabajo cualquiera, te puedes caer del andamio, puedes equivocarte en un trabajo de precisión o bien, sientes apatía y no produces lo que se espera de ti. Lo lamento, pero hay que ser muy claro: el porro reduce los reflejos, la capacidad de respuesta del cerebro y provoca sus efectos resacosos no desaparecen inmediatamente.
P.- Supongo que habrás tenido tus más y tus menos con los anti-prohibiconistas.
R.- Uno es demócrata de estricta observancia, así que tiene a bien dialogar con quien le ponen delante y no perder los estribos fácilmente. Con los oponentes ha habido de todo: en algunos programas de radio se han tomado a mal el calificativo de ”gilipollas”. Sin embargo, lo eran. En otros casos, el diálogo ha sido más franco: hay dos posiciones, la de los que fuman porros y las de los que no recomendamos los porros. Yo pertenezco a estos últimos. He visto demasiados destrozos cvomo para callarme, especialmente en este momento en el que el porro parece ser aceptado socialmente y su uso casi normalizado.
P.- Sin embargo está prohibido...
R.- Pssst... alto. Está prohibido su comercio, no su cultivo para uso personal ni su consumo. Hay algunas ordenanzas municipales que multan el fumar porros en la calle. Nada, no se aplican, en ningún pueblo o ciudad de la geografía nacional. Hay no menos de 500 empresas dedicadas a la comercialización de productos que tienen que ver con el cultivo, dos revistas “lujosas”, tres revistas gratuitas que basan su difusión en la publicidad... Hoy el que quiere liarse un porro no encuentra ningún tipo de obstáculo ni el que quiere cultivarlo, ni el que quiere estimular el cultivo para su propio negocio. Si es cierto, por el contrario, que existe represión sobre el tráfico. Y es bueno que así sea.
P.- Los antiprohibicionistas dicen todo lo contrario...
R.- ... creo que esto no es discutible: si no hubiera represión habría más consumo. Afortunadamente un 25% de las drogas producidas no llegan al mercado. Solo faltaría que algún cretino afirme que la “represión es inútil”. Todo lo contrario, no hay represión suficiente contra el narcotráfico, entre otras cosas por que falta voluntad política y apoyo social. Hoy, la cocaína es un riesgo, pero hace solo diez años, era de buen tono atizarse unos tiritos de coca. Aquellas aguas trajeron estos lodos: hoy hay más ingresados de urgencias por consumo de cocaína que de heroína...Pueden estar orgullosos los mentecatos que decían que un tirito de fin de semana iba bien p’al cuerpo.
P.- Tu, en tu libro te jactas de haber “experimentado” con todo tipo de drogas...
R- Si, algunos tenemos curiosidad y fuerza suficiente como para aguantar el embate de la droga. ¿Por qué? Quizás por que tenemos una constitución interior más fuerte. O por que somos más maduros que otros que sucumben. O por que tenemos un organismo con una mayor tolerancia. No lo sé, francamente. Pero te voy a decir dos cosas: experimentar con drogas es evitable, los paraísos artificiales son de baja calidad, hay otros sistemas psicofísicos para tener las mismas o parecidas experiencias; dado que unos sobrevivimos y otros caen, lo aconsejable es mantenerse lejos de algo que aporta sólo problemas al organismo.
P.- ¿Sólo problemas? Jünger y otros autores, los simbolistas franceses, creaban bajo efecto de alucinógenos...
R.- Si, pero no todos somos Jünger y los simbolistas franceses que, por cierto, acabaron todos muy mal a edades tempradas. Habitualmente, cuando se consumen porros, no se hace para buscar grandes respuestas a los enigmas del cosmos, sino para agarrar un pedal del patín... La abrumadora mayoría de consumidores no buscan experiencias existenciales o psíquicas intensas, sino pasar un rato de ocio. La droga se ha banalizado... ese es el problema.
P.- Escohotado y el lobby antiprohibicionista explican que siempre ha existido consumo de drogas en todas las sociedades...
R.- Y tienen razón, siempre... sólo que bajo el control del chamán o del brujo de la tribu y siempre en fechas concretas o en situaciones de iniciación personal, nunca por libre y cuando a uno le da la gana. Pero hay algo más, el gran problema de la droga hoy es que por primera vez en la historia de la humanidad, ha alcanzado a ser un fenómeno de masas. De masas: millones de personas que no tienen nada que ver con el habitat natural de los pueblos que en otro tiempo consumieron drogas, las consumen ahora de manera completamente descontrolada. Esto sin contar con el destrozo ecológico que supone dedicar cada vez más miles de hectáreas a los cultivos ilícitos.
P.- En su libro atacas mucho a Marruecos como primer productor de haschís del mundo...
R.- Es que lo es. Si fuera el segundo productor lo diría: pero es que es el primero. Y hay algo peor que eso, el cultivo de hachís cada vez crece más y mas. En los últimos tres años se ha duplicado. Marruecos engulle todos los fondos que se le entregan para erradicar los cultivos ilícitos. Todo el valle del Rif es hoy un inmenso campo de cultivo de haschís. Pero hay aún algo peor: Marruecos utiliza el hachís como arma contra España dentro del contexto de la Guerra de Baja Intensidad que ha emprendido desde su independencia contra nuestro país. Sus armas en estos momentos son tres: hachís, inmigración masiva y guerrilla económica. A todo esto, el gobierno, in albis... vendiendo talante en Casablanca.
P.- Pero, realmente, el hachís es un problema.
R.- Coño, si lo es... y tanto. Existe una cultura del hachís que se va extendiendo entre sectores de la juventud. Esta cultura se caracteriza por un un pasotismo extremo, una fuga de la realidad, razonamientos infantiloides y absurdos, huida de cualquier tipo de esfuerzo, compromiso o responsabilidad. No es una maravilla que digamos. Esto sin olvidar que un 2% de esos jóvenes consumidores, pasarán en un tiempo relativamente breve a ser consumidores de drogas más duras: esto es, arruinarán completamente su vida de manera irremisible. Buena parte del 98% restante dará a su familia y a su entorno problemas: es muy frecuente que los fumadores habituales experimenten un descenso en su rendimiento escolar. Y además me encontré mientras elaboraba el libro con una respuesta que me repitieron decenas de madres cuyos hijos iban permanentemente colocados: “El carácter de mi hijo, ha cambiado desde que fuma porros”.
P.- Entonces... ¿hay soluciones?
R.- Aumentar la represión sobre el narcotráfico. Hacerlo imposible desde Marruecos. Sancionar a Marruecos por sus cultivos ilícitos. Amenazas a Marruecos con cortar inversiones europeas de no terminar de un mes para otro con el narcotráfico. Y en nuestro país explicar de qué va el problema, sin falsos moralismos, sin amenazas apocalípticas, simplemente diciendo: “Muchacho, esto es lo que hay... el porro es como una mierda, pero sin el como, te va a dar poco y vas a arriesgar mucho, así que tu mismo, ejerce tu libertad, pero, al mismo tiempo ejerce tu responsabilidad”.
P.- ¿Es la conclusión de su libro?
R.- Es una de ellas, la otra es que el porro aliena la personalidad. Una personalidad alienada es una personalidad que no es ella misma. La esencia de nuestra civilización, desde Delfos consiste en estimular a la persona humana para que sea ella misma. El lema estaba escrito en una de las columnas de Delfos: “Sé tu mismo”. El porro no nos ayuda en esta larga marcha hacia el conocimiento de nosotros mismos, todo lo contrario, nos sumerge en paraísos artificiales exteriores a nosotros. Probablemente a alguien le gusta alienarse... bien, está en su derecho. Reivindico para los porreros el derecho a ser y a parecer gilipollas. Pero no para la sociedad.
P.- Sin embargo, los antiprohibicionistas suelen hablar de las virtudes terapéuticas del hachís...
R.- Si, pero hay en esto un equívoco. Estas virtudes están presentes en el hachís y en muchos otros vegetales. El hachís tiene un principio activo que puede extraerse del conjunto de la planta. Pero una cosa es destilar ese principio activo y presentarlo en forma de fármaco bajo el control médico y otra muy distinta legalizar el porro a efectos de ocio. Es evidente que hay un salto entre ambos conceptos. Nadie niega que el THC, el principio activo del hachís, tenga virtudes terapéuticas, lo que se niega es que liar un porro las tenga... Mas bien, lo contrario.
P.- Sin embargo, el alcohol y el tabaco son drogas legales, ¿por qué no el hachís?
R.- hombre, me parece evidente. Se trata de que haya menos drogas “legales”, no más drogas. Estoy de acuerdo en que el tabaco no es bueno para la salud y que con el abuso del alcohol ocurre tres cuartos de lo mismo... pero me parece que es mejor que haya sólo dos drogas legales a que haya tres. Se trata de evitar la inflación de drogas legales. Razonamientos como este dicen mucho sobre los desórdenes que causa el porro en la percepción de la realidad y en la lógica.
P.- A todo esto, ¿usted fuma?
R.- Soy dueño de mi libertad, y hago con ella lo que quiero. Y lo que quiero en estos momentos es no fumar. Probablemente si fuera un colgado, enganchado, necesitaría un porro. No lo soy. Soy un hombre libre. Puedo elegir entre fumar o no. Desgraciadamente un yonki no dispone de la misma libertad. Es apenas un enfermo que ni siquiera es dueño de su voluntad. ¿Me entiende?
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