Esos estimulos que nos traen recuerdos de juventuc y muertes en coches con nombres de mierda

Fucked de la vida

RangoMuerto por dentro
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7 Abr 2008
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Muchas gracias al que ha puesto lo de Fortuna. Ahora no puedo parar de ver anuncios ochenteros. Me recuerdan a cuando yo era un niño feliz que ambicionaba, me gustaba todo lo que salía en la tele y me imaginaba la vida de las personas que poseían esos objetos. El tiempo ha pasado y ahora tengo el alma tan podrida que la tv me abruma y me asquea, por no hablar de las necesidades que intentan crearte con la publicidad. Crecer era esto, estar amargado, menuda mierda, por qué no me moriría de niño.
 
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Muchas gracias al que ha puesto lo de Fortuna. Ahora no puedo parar de ver anuncios ochenteros. Me recuerdan a cuando yo era un niño feliz que ambicionaba, me gustaba todo lo que salía en la tele y me imaginaba la vida de las personas que poseían esos objetos. El tiempo ha pasado y ahora tengo el alma tan podrida que la tv me abruma y me asquea, por no hablar de las necesidades que intenta crearte con la publicidad. Creer era esto, estar amargado, menuda mierda, por qué no me moriría de niño.

Haberse muerto dormido en un Seat 124 color café, yendo por la carretera de la playa y oyendo un cassette de los Chunguitos...
 
Haberse muerto dormido en un Seat 124 color café, yendo por la carretera de la playa y oyendo un cassette de los Chunguitos...

Cuando leo este tipo de muertes y veo artistas de este país que han muerto en ese tipo de coches no sé si me parece del genero romántico o la peor muerte que pueda haber, desde Seat Ronda desllantado contra una farola, un BX contra una cuneta o vete a saber.
 
Muchas gracias al que ha puesto lo de Fortuna. Ahora no puedo parar de ver anuncios ochenteros. Me recuerdan a cuando yo era un niño feliz que ambicionaba, me gustaba todo lo que salía en la tele y me imaginaba la vida de las personas que poseían esos objetos. El tiempo ha pasado y ahora tengo el alma tan podrida que la tv me abruma y me asquea, por no hablar de las necesidades que intentan crearte con la publicidad. Crecer era esto, estar amargado, menuda mierda, por qué no me moriría de niño.

ambicionad shurs jejejejejeje

traidor
 
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Cuando leo este tipo de muertes y veo artistas de este país que han muerto en ese tipo de coches no sé si me parece del genero romántico o la peor muerte que pueda haber, desde Seat Ronda desllantado contra una farola, un BX contra una cuneta o vete a saber.

A mi me da nostalgia porque es un recuerdo mío, ir en ese coche mirando el mar y de fondo "Prisionero prisionero, estoy por tu culpita".
 
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Abrís unos hilos más indeterminados que el cantante de R.E.M. en pareo...

Por si acaso contestaré a dos opciones.

Opción A: (anuncios nostálgicos) Los cigarrillos Fortuna™ eran un símbolo para mí en el colegio. Eran los que fumaban las chicas traviesas de octavo mientras se reían sentadas en el bordillo del patio, pícaramente. Deseaba ser lo suficientemente mayor para fumar con ellas y besarlas en la parte de atrás del patio.
Cuando ese momento llegó, ya no había chicas pícaras en el patio y fumábamos Fortuna en un ambiente carcelario y deprimente. Abandoné el Fortuna decepcionado y me pasé al Lucky Strike en el instituto, con mucha mejor fortuna (hehehe) entre las chavalas rockeras...

Opción B: (viaje en un 124) Hay que ser un Boina Verde entrenado para soportar sin autoliquidarse los viajes a Espinosa de los Monteros en el 124 de mi tío Faustino escuchando siempre la misma cinta de chistes de Cassen.
Siempre la misma, no la cambiaba porque no tenia otra, decía, y la radio no funcionaba, solo las cintas.
La primera hora hacía gracia, la segunda era aburrida. Para el final del viaje tenía fantasías donde raptaba, martirizaba y ejecutaba a Cassen de mil formas diferentes a cada cual más ingeniosa y cruel.
Ojalá hubiera escuchado Los Chunguitos, seguramente hoy seria mejor persona...
 
Cuando era pequeño y me metía en la cama por las noches, ya con la luz apagada, proyectaba mi propia vida llena de objetos que veía en la tv. Recuerdo que había una telenovela donde salía el cuarto de un jambo con un balón en lo alto el armario. Sí, es un detalle insignificante, ahora entiendo que simbolizaba la adolescencia del personaje. Pero para un niño como yo que quería sobre todas las cosas un balón para poder darle patadas hasta reventar, no entendía cómo podía haber alguien en el mundo que tuviese un balón en su habitación y nunca jugase con él. Siempre estaba en el mismo sitio, siempre limpio, como nuevo.
Esto me hizo comprender que había gente en el mundo harta de todo. Entonces me imaginaba una habitación llena de cosas chulas, todo lo que quería estaba colocado perfectamente en mi imaginaria habitación. Todo: botas de fútbol, rodilleras, una equipación de la selección española, un monopatín, casco, wolkitolkis, un arco deportivo, una diana, un avión teledirigido. Cosas que tenían mis amigos y que veía en la tv. Suponía un esfuerzo tremendo, porque en una sola noche no podía recrear toda la habitación con todos los objetos perfectamente colocados. Disponía de un espacio, que eran las dimensiones de mi habitación real, y sobre eso iba colocando estanterías y cosas imaginarias. Hasta que caía rendido del esfuerzo mental y a la noche siguiente seguía acumulando más y más cosas en mi habitación imaginaria. No me imaginaba a mí mismo jugando con ellas, solo poseyéndolas.
Deseaba tanto aquellas cosas que solo con imaginarme que las tenía y las podía usar si quisiera ya me bastaba. También me gustaba la sensación de tener todo aquello y poder permitírmelo, porque el no tenerlas me producía ansiedad, y suponía que las personas que estaban colmadas de mierdas de estas serían felices y vivirían relajados y plenamente. Tener chorradas superfluas era de gente acomodada, y yo no quería ser pobre, era una mierda, yo quería sentir lo que siente los ricos al tener de todo. Y me montaba mis movidas en la oscuridad de la noche, y me sentía bien, la verdad, rodeado de abundancia etérea.

Ahora podría tener mi casa llena de mierdas de cuarentones solteros, libros de pseudointelectuales, una tv plana de 32", unos altavoces en las esquinas, un minibar acolchado, un póster de Kill Bill, souvenires de viajes exóticos, una colección de discos antiguos para tirarme el pegote. Pero no, sigo rodeado de miseria y proyectando estancias ideales. ¿Qué conclusión saco de esta reflexión? Ninguna, soy demasiado simplón. Solo quería comentároslo en mi hilo.
 
Sería poco antes del 2000 que una tía rubia para no sacarsela se estrelló con su novio contra un olivo, según se dijo ellos quedaron para hacer croquetas y el olivo para astillar.

Siempre que paso con el coche por ese árbol segado magnifico la imagen de esa chica joven y sus tersos pechos y esa peca en su cuello, jamás podré borrar esa tarde que estando jugando a fútbol ella y su novio pasaron acaramelados, llenos de vida y de pasión, sin vicio sucio, y como mirábamos al suertudo. Es curioso el destino que se los llevó días después.
 
Cuando era pequeño y me metía en la cama por las noches, ya con la luz apagada, proyectaba mi propia vida llena de objetos que veía en la tv. Recuerdo que había una telenovela donde salía el cuarto de un jambo con un balón en lo alto el armario. Sí, es un detalle insignificante, ahora entiendo que simbolizaba la adolescencia del personaje. Pero para un niño como yo que quería sobre todas las cosas un balón para poder darle patadas hasta reventar, no entendía cómo podía haber alguien en el mundo que tuviese un balón en su habitación y nunca jugase con él. Siempre estaba en el mismo sitio, siempre limpio, como nuevo.
Esto me hizo comprender que había gente en el mundo harta de todo. Entonces me imaginaba una habitación llena de cosas chulas, todo lo que quería estaba colocado perfectamente en mi imaginaria habitación. Todo: botas de fútbol, rodilleras, una equipación de la selección española, un monopatín, casco, wolkitolkis, un arco deportivo, una diana, un avión teledirigido. Cosas que tenían mis amigos y que veía en la tv. Suponía un esfuerzo tremendo, porque en una sola noche no podía recrear toda la habitación con todos los objetos perfectamente colocados. Disponía de un espacio, que eran las dimensiones de mi habitación real, y sobre eso iba colocando estanterías y cosas imaginarias. Hasta que caía rendido del esfuerzo mental y a la noche siguiente seguía acumulando más y más cosas en mi habitación imaginaria. No me imaginaba a mí mismo jugando con ellas, solo poseyéndolas.
Deseaba tanto aquellas cosas que solo con imaginarme que las tenía y las podía usar si quisiera ya me bastaba. También me gustaba la sensación de tener todo aquello y poder permitírmelo, porque el no tenerlas me producía ansiedad, y suponía que las personas que estaban colmadas de mierdas de estas serían felices y vivirían relajados y plenamente. Tener chorradas superfluas era de gente acomodada, y yo no quería ser pobre, era una mierda, yo quería sentir lo que siente los ricos al tener de todo. Y me montaba mis movidas en la oscuridad de la noche, y me sentía bien, la verdad, rodeado de abundancia etérea.

Ahora podría tener mi casa llena de mierdas de cuarentones solteros, libros de pseudointelectuales, una tv plana de 32", unos altavoces en las esquinas, un minibar acolchado, un póster de Kill Bill, souvenires de viajes exóticos, una colección de discos antiguos para tirarme el pegote. Pero no, sigo rodeado de miseria y proyectando estancias ideales. ¿Qué conclusión saco de esta reflexión? Ninguna, soy demasiado simplón. Solo quería comentároslo en mi hilo.
Jorge-Bucay.png

Vos no acsedihte a los bienes materiales anhelados cuando tocaba, y como mecanismo de defensa, desarroshaste una prodigiosa imaginasión, que es el puto don más presiado que tenés para sobreshevar la soledac y las carensias materiales pasadas, presentes y por supuesto, futuras. Je, je...

Son 90 pesos hargentinos. Pagá a mi secretaria al salir.
 
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Cuando era pequeño y me metía en la cama por las noches, ya con la luz apagada, proyectaba mi propia vida llena de objetos que veía en la tv. Recuerdo que había una telenovela donde salía el cuarto de un jambo con un balón en lo alto el armario. Sí, es un detalle insignificante, ahora entiendo que simbolizaba la adolescencia del personaje. Pero para un niño como yo que quería sobre todas las cosas un balón para poder darle patadas hasta reventar, no entendía cómo podía haber alguien en el mundo que tuviese un balón en su habitación y nunca jugase con él. Siempre estaba en el mismo sitio, siempre limpio, como nuevo.
Esto me hizo comprender que había gente en el mundo harta de todo. Entonces me imaginaba una habitación llena de cosas chulas, todo lo que quería estaba colocado perfectamente en mi imaginaria habitación. Todo: botas de fútbol, rodilleras, una equipación de la selección española, un monopatín, casco, wolkitolkis, un arco deportivo, una diana, un avión teledirigido. Cosas que tenían mis amigos y que veía en la tv. Suponía un esfuerzo tremendo, porque en una sola noche no podía recrear toda la habitación con todos los objetos perfectamente colocados. Disponía de un espacio, que eran las dimensiones de mi habitación real, y sobre eso iba colocando estanterías y cosas imaginarias. Hasta que caía rendido del esfuerzo mental y a la noche siguiente seguía acumulando más y más cosas en mi habitación imaginaria. No me imaginaba a mí mismo jugando con ellas, solo poseyéndolas.
Deseaba tanto aquellas cosas que solo con imaginarme que las tenía y las podía usar si quisiera ya me bastaba. También me gustaba la sensación de tener todo aquello y poder permitírmelo, porque el no tenerlas me producía ansiedad, y suponía que las personas que estaban colmadas de mierdas de estas serían felices y vivirían relajados y plenamente. Tener chorradas superfluas era de gente acomodada, y yo no quería ser pobre, era una mierda, yo quería sentir lo que siente los ricos al tener de todo. Y me montaba mis movidas en la oscuridad de la noche, y me sentía bien, la verdad, rodeado de abundancia etérea.

Ahora podría tener mi casa llena de mierdas de cuarentones solteros, libros de pseudointelectuales, una tv plana de 32", unos altavoces en las esquinas, un minibar acolchado, un póster de Kill Bill, souvenires de viajes exóticos, una colección de discos antiguos para tirarme el pegote. Pero no, sigo rodeado de miseria y proyectando estancias ideales. ¿Qué conclusión saco de esta reflexión? Ninguna, soy demasiado simplón. Solo quería comentároslo en mi hilo.
a mi tambien me cuesta sobar ahora. imagino que sera porque tengo ya la puta cabeza como un pinball, y no es cualquier cabeza, ojo
 
Cuando era pequeño y me metía en la cama por las noches, ya con la luz apagada, proyectaba mi propia vida llena de objetos que veía en la tv. Recuerdo que había una telenovela donde salía el cuarto de un jambo con un balón en lo alto el armario. Sí, es un detalle insignificante, ahora entiendo que simbolizaba la adolescencia del personaje. Pero para un niño como yo que quería sobre todas las cosas un balón para poder darle patadas hasta reventar, no entendía cómo podía haber alguien en el mundo que tuviese un balón en su habitación y nunca jugase con él. Siempre estaba en el mismo sitio, siempre limpio, como nuevo.
Esto me hizo comprender que había gente en el mundo harta de todo. Entonces me imaginaba una habitación llena de cosas chulas, todo lo que quería estaba colocado perfectamente en mi imaginaria habitación. Todo: botas de fútbol, rodilleras, una equipación de la selección española, un monopatín, casco, wolkitolkis, un arco deportivo, una diana, un avión teledirigido. Cosas que tenían mis amigos y que veía en la tv. Suponía un esfuerzo tremendo, porque en una sola noche no podía recrear toda la habitación con todos los objetos perfectamente colocados. Disponía de un espacio, que eran las dimensiones de mi habitación real, y sobre eso iba colocando estanterías y cosas imaginarias. Hasta que caía rendido del esfuerzo mental y a la noche siguiente seguía acumulando más y más cosas en mi habitación imaginaria. No me imaginaba a mí mismo jugando con ellas, solo poseyéndolas.
Deseaba tanto aquellas cosas que solo con imaginarme que las tenía y las podía usar si quisiera ya me bastaba. También me gustaba la sensación de tener todo aquello y poder permitírmelo, porque el no tenerlas me producía ansiedad, y suponía que las personas que estaban colmadas de mierdas de estas serían felices y vivirían relajados y plenamente. Tener chorradas superfluas era de gente acomodada, y yo no quería ser pobre, era una mierda, yo quería sentir lo que siente los ricos al tener de todo. Y me montaba mis movidas en la oscuridad de la noche, y me sentía bien, la verdad, rodeado de abundancia etérea.

Ahora podría tener mi casa llena de mierdas de cuarentones solteros, libros de pseudointelectuales, una tv plana de 32", unos altavoces en las esquinas, un minibar acolchado, un póster de Kill Bill, souvenires de viajes exóticos, una colección de discos antiguos para tirarme el pegote. Pero no, sigo rodeado de miseria y proyectando estancias ideales. ¿Qué conclusión saco de esta reflexión? Ninguna, soy demasiado simplón. Solo quería comentároslo en mi hilo.

Qué historia más triste la de usted. ¿no tenía amigo invisible y algún juguete fabricado de pobre niño pobre, como una caja de zapatos con ruedas?
 
Qué historia más triste la de usted. ¿no tenía amigo invisible y algún juguete fabricado de pobre niño pobre, como una caja de zapatos con ruedas?
No fui un niño pobre y tuve una Game Boy de cartón con el Blanka contra Ken. No se movían mucho, pero tampoco me quedaba sin batería.

#áfrica
#i+d
 
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No fui un niño pobre y tuve una Game Boy de cartón con el Blanka contra Ken. No se movían mucho, pero tampoco me quedaba sin batería.

#áfrica
#i+d

La finalidad del juego es propiciar el desarrollo físico y mental del niño. Dentro de las habilidades mentales, la imaginación y creatividad son fundamentales para que pueda afrontar su futuro de adulto.

Verruga debe ser un gran tipo tras su austera experiencia infantil.
 
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Propiciar ese conceto.

---+-----
Servidor estaba imaginando un relato donde un niño rico imagina como sería la vida de un niño pobre.
Mas ando con el selular y corto de seso (más) y de tiempo. Sepan disculpar.

Ka®ma propicia del prepucio
 
Que mal me caen los negros,tiene que ser una putada nacer negro .en fin,mala suerte,yo acabo de palmar una combi en bet365 por un puto gol anulado en el 93 del fachadolid, no todo es alegría en el mundo .
 
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Que mal me caen los negros,tiene que ser una putada nacer negro .en fin,mala suerte,yo acabo de palmar una combi en bet365 por un puto gol anulado en el 93 del fachadolid, no todo es alegría en el mundo .
Pero tienen unas pollas como la manga de un plumas.
Dios aprieta pero no ahoga.
 
Qué historia más triste la de usted. ¿no tenía amigo invisible y algún juguete fabricado de pobre niño pobre, como una caja de zapatos con ruedas?
Jugaba con las pinzas de la ropa que quitaba a mi madre, les abría por la mitad y les quitaba el muelle. Y cada parte de madera simulaba la línea de un fórmula uno, haced la prueba y veréis. Y jugaba a las carreras con las mitades de las pinzas. Otras veces las ponía todas juntas en la cuerda de tender y ya tenía el teclado de un piano que tocaba improvisadas melodías mentales. También me servían de piezas de Tente, con las que hacía torres y otras formas estructurales. Pistolas, culebras, aviones, trenes, cienpies, cabañas de indios y un largo etc tan largo como lejos puede llegar la imaginación de un niño. Con las piedras y el barro también jugaba, jugaba a ser ingeniero hidráulico y controlar la fuerza de la naturaleza, concretamente los corrientes de agua. Cuando llovía hacía presas en los charcos y después provocaba una rotura para hacer simulacros de dinámica de fluidos. También jugaba con mis manos y la tierra, dibujaba en el suelo pelado lo que en mi mente era una granja, ponía el índice y el corazón curvados y ya tenía el arado de un tractor con el que roturaba la fértil tierra mientras hacía el ruido con la boca. Pinchaba ramas de árboles y ya tenía la plantación de frutales. Unas cuantas piedras blancas eran las charolesas, los trozos de ladrillo eran las retintas, y algo negro eran las de lidia. Me solía hacer con grandes ganaderías en un momento, solo buscando por la zona unos cascotes. Con la cuerda que cose la boca de los sacos de papel del pienso, me hacía los cercados. Pinchaba unas púas roñosas y le ataba ese cordel y ya tenía un pastor eléctrico para que no se me escapase el ganado. Todo estaba en mi mente.
El palo del cepillo era mi caballo, y otro palo la espada. Luchaba contra adversarios invisibles y tenía que mantener vivo la ilusión del caballo y la del rival. Eran juegos agotadores. Con un simple trapo atado al cuello ya tenía capa. También jugaba a subirme por las paredes y los tejados. Cuando eres un mocoso conseguir subir al tejado es como llegar a la luna, un jodido logro del que te sientes orgulloso y que cuando miras para abajo no se te ocurre cómo bajar, porque subir es difícil, pero bajar lo era más.
Otras veces me sentía un gamo y corría como si llevase el demonio dentro, interiorizaba que era ese animal y corría como un campeón sin parar, porque los gamos no paran cuando se cansan, así que yo tampoco paraba, solo corría como foresgan.

Joder, he jugado a muchas cosas. Y cuando no podía jugar imaginaba aventuras. La verdad es que me hartado a jugar, eso si que lo puedo decir.
 
Otro juego mu divertido era el de ir a por albaricoques al huerto de tío Nino, o a por higos a la higuera de tío Elías, o rebañar todas las granadas que salían por encima de la tapia de la casa del abuelo de Mario. Hartos de bocadillos de morcilla casera de la matanza, un grupo de harapientos con liendres y yo nos dedicábamos a ir rebañando todo la fruta que podíamos. Era nuestro única fuente de azúcar, ya que por aquella época los donus valían 20 pesetas y eso era un dineral al alcance de unos cuantos. Como un grupo de macacos, tísicos y con más orejas que cara en la cabeza, pelo grasiento y roña por todas partes, con los ojos bien abiertos como alimañas a la expectativa, trepábamos muros, íbamos de tejado en tejado, agazapados en el pasto hasta llegar a los frutales de las huertas. Sigilosos, astutos, atrevidos y macarras. Alguno alguna vez se dejó coger y se las llevó todas juntas, pero así es la vida, la ley del más fuerte y más adaptado.

En invierno el azúcar lo sacábamos robando en la pastelería del pueblo, sabíamos a la hora en que la dueña se metía en casa y tardaba tiempo en salir hasta la pastelería, que era una habitación contigua a la casa. En ese momento aprovechábamos para guardarnos un huevo kinder o lo que hubiese a mano. Entrar a la iglesia por la ventana de la torre y coger las monedas grandes del cesto del cepillo. Otras veces había que rebuscar en un mueble donde le cura guardaba la ropa y ahí había bolsas con la calderilla ya contada, se abría el nudo y con cuidado se sacaba algo. Y con las mismas se volvía a poner en su sitio. En época del Domund hacíamos buena cosecha, entrábamos a la escuela por las tardes y arrasábamos con el dinero que los tontos del pueblo donaban para los niños del áfrica. Menuda tupa de polos de chocolate nos dábamos a su costa, que Dios me perdone y alguno murió desnutrido por mi culpa.

Yo no era malo, de verdad, no tenía maldad dentro, pero joder, a la fuerza ahorcan.
 
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Quien no haya mangado nunca de la colecta del domund de su clase que tire la primera piedra.
Años jugando a las maquinitas gratis a costa de los tontainas que daban para construir pozos en el Congo.

Mejor en el metal slug que para que los pederastas de las ongs se montasen sus bukakkes con los bonobos en el África profunda.en el fondo éramos unos vision-arios
 
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Tenga cuidado con sus relatos, con dar tantos detalles, caro Verrugo.
Lo digo porque hay un user por ahí, de nick @Verruga , que con menos te triangula y saca una foto de tu mami en segundos.

Ka®ma robapereños
 
Cuando era pequeño y me metía en la cama por las noches, ya con la luz apagada, proyectaba mi propia vida llena de objetos que veía en la tv. Recuerdo que había una telenovela donde salía el cuarto de un jambo con un balón en lo alto el armario. Sí, es un detalle insignificante, ahora entiendo que simbolizaba la adolescencia del personaje. Pero para un niño como yo que quería sobre todas las cosas un balón para poder darle patadas hasta reventar, no entendía cómo podía haber alguien en el mundo que tuviese un balón en su habitación y nunca jugase con él. Siempre estaba en el mismo sitio, siempre limpio, como nuevo.
Esto me hizo comprender que había gente en el mundo harta de todo. Entonces me imaginaba una habitación llena de cosas chulas, todo lo que quería estaba colocado perfectamente en mi imaginaria habitación. Todo: botas de fútbol, rodilleras, una equipación de la selección española, un monopatín, casco, wolkitolkis, un arco deportivo, una diana, un avión teledirigido. Cosas que tenían mis amigos y que veía en la tv. Suponía un esfuerzo tremendo, porque en una sola noche no podía recrear toda la habitación con todos los objetos perfectamente colocados. Disponía de un espacio, que eran las dimensiones de mi habitación real, y sobre eso iba colocando estanterías y cosas imaginarias. Hasta que caía rendido del esfuerzo mental y a la noche siguiente seguía acumulando más y más cosas en mi habitación imaginaria. No me imaginaba a mí mismo jugando con ellas, solo poseyéndolas.
Deseaba tanto aquellas cosas que solo con imaginarme que las tenía y las podía usar si quisiera ya me bastaba. También me gustaba la sensación de tener todo aquello y poder permitírmelo, porque el no tenerlas me producía ansiedad, y suponía que las personas que estaban colmadas de mierdas de estas serían felices y vivirían relajados y plenamente. Tener chorradas superfluas era de gente acomodada, y yo no quería ser pobre, era una mierda, yo quería sentir lo que siente los ricos al tener de todo. Y me montaba mis movidas en la oscuridad de la noche, y me sentía bien, la verdad, rodeado de abundancia etérea.

Ahora podría tener mi casa llena de mierdas de cuarentones solteros, libros de pseudointelectuales, una tv plana de 32", unos altavoces en las esquinas, un minibar acolchado, un póster de Kill Bill, souvenires de viajes exóticos, una colección de discos antiguos para tirarme el pegote. Pero no, sigo rodeado de miseria y proyectando estancias ideales. ¿Qué conclusión saco de esta reflexión? Ninguna, soy demasiado simplón. Solo quería comentároslo en mi hilo.
Como te curras los likes, cómo para no dártelos.
Yo tb era un niño así.
 
Tenga cuidado con sus relatos, con dar tantos detalles, caro Verrugo.
Lo digo porque hay un user por ahí, de nick @Verruga , que con menos te triangula y saca una foto de tu mami en segundos.

Ka®ma robapereños
¿Has visto las pelis esas donde el asesino en serie va dejando pistas pa que le pillen? En el fondo, dicen, quiere que le descubran para que se reconozca su obra.
 
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