Rouco ha convertido la Iglesia católica en una sucursal del PP
En la imagen, Rouco y Dagnino.
Enrique de Diego.- Estos son tiempos que exigen claridad: Rouco ha convertido la Iglesia católica en España en una sucursal servil del Partido Popular y lo ha hecho en niveles degradantes y escandalosos de complacencia con la corrupción.
Toda la corrupción en el norte de Madrid, epicentro de toda la corrupción del PP, empezando por la trama Gürtel, ha sido perpetrada por “católicos” en nombre del catolicismo y amparados por el cardenal Rouco. La mezcolanza de religión y corrupción, digna de la saga de “El Padrino”, llega hasta el punto de que la sede de la televisión de la Conferencia Episcopal, 13TV, en Boadilla del Monte, es propiedad de la trama Gürtel y está alquilada en términos de trato de favor entre amigachos.
La secta corrupta gúrteliana, que surca todo el PP, y que tiene a su cabeza a los Aznar en la Urbanización Monte Alina, donde se acumula más corrupción que harina, tiene su propia parroquia de referencia, Nuestra Señora de Caná, una iglesia con fama de ortodoxa y estricta, donde recalan todos los corruptos ppeperos. Hay escenas que ni las podía imaginar Coppola: el gran acto de la secta corrupta gürteliana fue la asistencia en el Vaticano a la beatificación del hermano Rafael, un joven arquitecto que abandonó el mundo por el claustro, como arquitecto es su sobrino, arquitecto municipal de Boadilla y por el que han pasado y pasan todos los oscuros negocios urbanísticos del PP.
La corrupción generalizada del PP ha sido llevada a cabo por católicos oficiales próximos y amparados por Rouco. Puedo escribir un libro sobre esta página negrísima de este catolicismo degenerado. La corrupción del PP se inició en la Universidad Complutense de la mano de dos de estos católicos oficiales corruptos: Gustavo Villapalos, ex rector, un hombre que, como Carlos Dívar, compatibiliza un exagerado catolicismo público con una compulsiva homosexualidad privada, y José María Michavila, ex ministro de Justicia, que proveniente de ambientes del Opus dei, ha recalado en las extrañas orillas de los legionarios de Cristo, un movimiento al que son adictos los corruptos del PP y del que, tras los groseros escándalos bisexuales y económicos de su nefando fundador, nadie entiende que la Iglesia católica no lo haya disuelto con censura.
La Universidad Francisco de Vitoria de los legionarios de Cristo, está tomada por la secta gürteliana del PP. La esposa de Ángel Acebes y la hermana de Ana Botella están colocadas allí, con altos cargos remunerados. Esta relación entre los legionarios de Cristo y la corrupción ppepera es conocida por Rouco. El cardenal, por ejemplo, ha mediado en la solución dada por siete millones de euros al colegio Hispano-irlandés de Monte Alina, antes perteneciente a Lumen dei, también surcado por nauseabundos escándalos sexuales, entregado a Antonio Arcones, de la Fundacion Burke, y también muy relacionado con los legionarios.
El homosexual Villapalos extendió la corrupción cuando fue nombrado consejero de Educación y Universidades de La Comunidad de Madrid, institución donde toda corrupción tiene asiento y donde los del PP han alcanzado tales niveles de amfia que se han espiado unos a otros – la mafia de Ignacio González a la mafia de Francisco Granados- para monopolizar los negocios. La construcción de edificios universitarios y colegios se convirtió en un suculento negocio de comisiones y mordidas.
Todo esto es el gran Gürtel que está aún por aclarar y depurar. El católico José María Michavila, con el respaldo de Esperanza Aguirre y José María Aznar, dos de los mayores focos de corrupción moral de España, dotó a la trama Gürtel de un despacho de abogados, Eius Abogados, en el que recalaron letrados de catolicismo oficial y cercanía a Rouco como Alfredo Dagnino, rector entonces del CEU y presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, un engolado e incapaz mercader del templo que ha hecho del catolicismo una patente de corso para el negocio personal.
Michavila y Dagnino extendieron los negros tentáculos de la corrupción católica por la Comunidad Valenciana, donde Ana Michavila, hermana del ex ministro fue jefa de gabinete de Francisco Camps. Dagnino, con el venal director general del CEU, Raúl Mayoral, implicaron al CEU en el escándalo de TELE 7, d ela mano del empresario urbanístico José Luis Ulibarri, mediante la concesión de 13 televisiones locales por Esteban González Pons.
Lo enervante de toda esta corrupción irrestricta es su importancia católica y su cercanía a Rouco. El cardenal de Madrid ha protegido en todo momento a un hombre de la catadura de Dagnino, al que ha situado como consejero de Radio María y de la COPE.
La satelización de la Iglesia católica es España, su falta de denuncia de las políticas del PP y de la corrupción del PP perpetrada en los aledaños y por personas cercanas a Rouco, tendría algún sentido si ello redundara en algún aspecto de la moral natural, pero el Partido Popular no ha hecho nada en lo relacionado con Educación para la Ciudadanía, salvo cambiarla de nombre, en el matrimonio gay, ni en lo relativo al aborto, donde son comunidades gobernadas por el PP –Madrid y Valencia- los que lo subvencionan en mayor medida.
Se establece de esa manera una doble moral porque se sitúa la condena del aborto como si fuera una propuesta exclusiva socialista cuando lo es del sistema. La cuestión es aún más escandalosa cuanto que el PSOE no hace cuestión de catolicismo mientras el PP ocupa ese espacio electoral. El actual Gobierno de Rajoy, por ejemplo, tiene tres miembros del Opus Dei: Luis de Guindos, Miguel Arias Cañete y Jorge Fernández, sin que ello conlleve ninguna consecuencia en aspectos de moral natural.
Parece que para Rouco lo más importante es no pagar el IBI o mantener el sistema de la crucecita que convierte a la Iglesia en comparsa del Estado. Los católicos de Rouco han destacado por su corrupción.