Konstanz
Veterano
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Esta es una historia de pesados, de los típicos tíos agobiantes a los que es mejor dejarles las cosas claras con una bordería lo suficientemente cortante antes que darles largas (como comprobé después), esos tíos que quieren tener pareja estable aunque vivas en la Conchinchina, les dan igual tus sentimientos (por tanto también son egoístas), y que no saben dónde está el límite.
Corría el mes de junio de 2004 cuando me fui al sur para ir a ver a unos amigos durante un fin de semana. Todo iba bien hasta que me di cuenta de que uno de ellos no paraba de invitarme a copas. Sabía que si me intentaba emborrachar era para algo más. Una actitud demasiado vil y cobarde por parte de un tío. Era bastante evidente por mi parte que yo no quería nada con él. Después de aguantar indirectas de todo tipo salí a la puerta del bar donde estábamos, a que me diera el aire, y me puse a hablar con gente que pasaba por allí. Yo notaba en mis venas los efectos del alcohol y, por supuesto, estaba más charlatana que nunca. De repente me vi liándome con un tío. Fue un rollo, unos toquiteos, nada más.
Salieron mis amigos del bar y me dijeron que nos íbamos. El tío con el que estaba liándome me pidió el móvil para quedar más tarde y yo, ilusa de mí, se lo di. No pensé en las consecuencias.
Volví a casa. Me olvidé completamente de ese tío. Para mí no había sido nada.
Cinco meses más tarde me llamó. No tenía muchas ganas de hablar con él pero como estuvo insistiendo toda una tarde, al final cogí el teléfono. Él, muy agradable, me dijo que quería volver a verme y me invitó a su casa. Le puse excusas de todo tipo, diciéndole que estaba muy ocupada y que no podía ser, siempre educadamente.
Él tenía que entender que había sido un rollito de nada, ni siquiera hubo sexo.
Después de esa conversación no volví a tener noticias de él hasta un año más tarde. A finales del año pasado empezó a llamarme día sí y día también, quería venir a verme y yo no estaba por la labor.
Él se había ilusionado conmigo sin apenas conocerme, más bien sin conocerme de nada, y me dio a entender que quería algo más.
Cuando me dijo que se venía para aquí me acojoné. Yo no quería nada con él. Opté por dejar que el móvil sonara cada vez que me llamaba, que eran muchas, y pensaba que ya se cansaría. Pero no fue así.
Un día, harta ya de su insistencia y optando por decirle la verdad, le llamé. Le dije que no quería que viniera a verme, que no se ilusionara más conmigo, que dejara de llamarme porque no iba a cogerle ni una sola llamada más, que borrara mi teléfono y que se olvidara de mí.
Aunque suene cruel, era mejor así. Siempre he pensado que es mejor dar un solo golpe que sea certero que dar muchos golpes y no atinar nunca. Lo de las llamadas por parte de él no eran nada exagerado, me llamaba todos los días, algunos incluso dos veces. Para mí que en todos los meses que no tuve noticias de él empezó a idealizarme de tal manera que me tenía en una especie de pedestal. Soy consciente de que mis palabras en esa última llamada fueron muy bruscas, pero estaba harta de su insistencia, de que se hubiera montado una historia rara en la cabeza con respecto a mí. Le estuve dando largas durante mucho tiempo a ver si se cansaba. Yo sólo le llamé una vez, esa última llamada, para decirle simplemente que se olvidara de mí, que desde que estuve en su ciudad había pasado más de un año y para mí había sido algo muy pasajero.
Soy consciente de que le hice daño. Escucho su voz suplicante y me siento mal. Era la única manera de que me dejara en paz.
Sólo sé que por no querer liarme con mi amigo caí en un infierno peor. No aguanto a los pesados, este chico me terminó agobiando, hasta que me di cuenta de que si estaba así era solamente mi culpa, por haberle dado largas (que no esperanzas, ¡ojo! que nunca le dije nada de sentimientos, aunque tampoco le dijera que pasaba de él), me di cuenta de que si desde el primer momento le hubiera dicho: "Mira, por mi parte hay esto y esto otro. No quiero nada contigo. Lo siento" hubiera sido mejor. Simplemente no hubiera creído nunca que después de ¿una hora con él? le hubiera dejado una huella tan profunda.
Con los errores se aprende y desde luego ahora no doy mi móvil a nadie que acabo de conocer. Tampoco ha aparecido otro pesadín después de él, pero si apareciera estoy segura de que tendría claro qué hacer.
¿Habéis tenido alguna experiencia de este tipo? ¿Cómo os las arregláis para quitaros de encima a alguien que se haya obsesionado con vosotros?
Estaréis conmigo en que es mejor ser claro aunque duela. Luego todo pasa y se olvida. Yo también prefiero que me digan las cosas claramente y sin rodeos.
Corría el mes de junio de 2004 cuando me fui al sur para ir a ver a unos amigos durante un fin de semana. Todo iba bien hasta que me di cuenta de que uno de ellos no paraba de invitarme a copas. Sabía que si me intentaba emborrachar era para algo más. Una actitud demasiado vil y cobarde por parte de un tío. Era bastante evidente por mi parte que yo no quería nada con él. Después de aguantar indirectas de todo tipo salí a la puerta del bar donde estábamos, a que me diera el aire, y me puse a hablar con gente que pasaba por allí. Yo notaba en mis venas los efectos del alcohol y, por supuesto, estaba más charlatana que nunca. De repente me vi liándome con un tío. Fue un rollo, unos toquiteos, nada más.
Salieron mis amigos del bar y me dijeron que nos íbamos. El tío con el que estaba liándome me pidió el móvil para quedar más tarde y yo, ilusa de mí, se lo di. No pensé en las consecuencias.
Volví a casa. Me olvidé completamente de ese tío. Para mí no había sido nada.
Cinco meses más tarde me llamó. No tenía muchas ganas de hablar con él pero como estuvo insistiendo toda una tarde, al final cogí el teléfono. Él, muy agradable, me dijo que quería volver a verme y me invitó a su casa. Le puse excusas de todo tipo, diciéndole que estaba muy ocupada y que no podía ser, siempre educadamente.
Él tenía que entender que había sido un rollito de nada, ni siquiera hubo sexo.
Después de esa conversación no volví a tener noticias de él hasta un año más tarde. A finales del año pasado empezó a llamarme día sí y día también, quería venir a verme y yo no estaba por la labor.
Él se había ilusionado conmigo sin apenas conocerme, más bien sin conocerme de nada, y me dio a entender que quería algo más.
Cuando me dijo que se venía para aquí me acojoné. Yo no quería nada con él. Opté por dejar que el móvil sonara cada vez que me llamaba, que eran muchas, y pensaba que ya se cansaría. Pero no fue así.
Un día, harta ya de su insistencia y optando por decirle la verdad, le llamé. Le dije que no quería que viniera a verme, que no se ilusionara más conmigo, que dejara de llamarme porque no iba a cogerle ni una sola llamada más, que borrara mi teléfono y que se olvidara de mí.
Aunque suene cruel, era mejor así. Siempre he pensado que es mejor dar un solo golpe que sea certero que dar muchos golpes y no atinar nunca. Lo de las llamadas por parte de él no eran nada exagerado, me llamaba todos los días, algunos incluso dos veces. Para mí que en todos los meses que no tuve noticias de él empezó a idealizarme de tal manera que me tenía en una especie de pedestal. Soy consciente de que mis palabras en esa última llamada fueron muy bruscas, pero estaba harta de su insistencia, de que se hubiera montado una historia rara en la cabeza con respecto a mí. Le estuve dando largas durante mucho tiempo a ver si se cansaba. Yo sólo le llamé una vez, esa última llamada, para decirle simplemente que se olvidara de mí, que desde que estuve en su ciudad había pasado más de un año y para mí había sido algo muy pasajero.
Soy consciente de que le hice daño. Escucho su voz suplicante y me siento mal. Era la única manera de que me dejara en paz.
Sólo sé que por no querer liarme con mi amigo caí en un infierno peor. No aguanto a los pesados, este chico me terminó agobiando, hasta que me di cuenta de que si estaba así era solamente mi culpa, por haberle dado largas (que no esperanzas, ¡ojo! que nunca le dije nada de sentimientos, aunque tampoco le dijera que pasaba de él), me di cuenta de que si desde el primer momento le hubiera dicho: "Mira, por mi parte hay esto y esto otro. No quiero nada contigo. Lo siento" hubiera sido mejor. Simplemente no hubiera creído nunca que después de ¿una hora con él? le hubiera dejado una huella tan profunda.
Con los errores se aprende y desde luego ahora no doy mi móvil a nadie que acabo de conocer. Tampoco ha aparecido otro pesadín después de él, pero si apareciera estoy segura de que tendría claro qué hacer.
¿Habéis tenido alguna experiencia de este tipo? ¿Cómo os las arregláis para quitaros de encima a alguien que se haya obsesionado con vosotros?
Estaréis conmigo en que es mejor ser claro aunque duela. Luego todo pasa y se olvida. Yo también prefiero que me digan las cosas claramente y sin rodeos.