Modfather
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Una vez de camino a la universidad me empezaron a entrar sudores fríos y escalofríos. Me estaba dando un ataque de cagalera impresionante. No sé por qué pero no pude jiñar en la universidad, no me resultaba amistoso. Cogí el tren y me volví a mi casa, temblando y apretando el esfínter, rezando para no tener un momento de debilidad y cagarme entero en el tren.
Llegué a mi casa, raudo al inodoro y en cinco segundos quedé vacío de todo rastro fecal que habitaba en mi intestino. Fue el viaje en tren más largo de toda mi puta vida.
Hago mías todas y cada una de estas palabras, hasta la última coma. Exactamente igual: camino de la facultad, apretón a las 8.30 de la mañana y media vuelta para casa. El viaje en metro más largo de mi vida. A pesar de ser enero yo estaba sudando de lo lindo mientras intentaba cerrar las compuertas como buenamente podía. Joder, hasta el viaje en ascensor se me hizo eterno.
Ya en casa me quité el abrigo camino del váter, me desabroché el pantalón con mis manos temblorosas y... gloria bendita. Hacer el movimiento para sentarme en la taza y soltar el chorrazo fue todo uno, de manera que cuando me senté del todo ya había terminado de cagar.
Qué mal lo pasé, pero qué alivio al echarlo todo. Y no fue a parar nada ni a mis pantalones ni al suelo, ¡conseguido!