Tom Bombadil
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- 4 Jun 2005
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La del sábado pasado era una noche común, ya habíamos cruzado algunos garitos sin excesivo interés por nada que no fuesen las típicas bravatas sobre quien había sido el mejor en la bolera y, como no, sobre los inevitables comentarios provocaban las selectas féminas (o quizás no tan selectas) que, cruzándose ante nosotros, a bien tenían de solazar nuestras vistas. Mientras, vagábamos ante la infinidad de pubs que formaban una interminable fila de luces multicolores.
Al azar entramos en uno que nos pareció más acogedor, quizás el único que externamente ofrecía la impresión de poder desplazarnos por su interior sin recurrir a (excesivos) codazos, estando ya dentro y cuando apenas había consumido la mitad de mi cubata, me fijé en ella, estaba a escasos 2 metros de mí, ligeramente distanciada de su grupo de amigas, como ausente de su conversación, nuestros ojos se cruzaron un segundo y ella esbozó una ligera sonrisa antes de retirar la mirada, ante esa “invitación” no pude resistirme y al poco me planté frente a ella:
Yo: “ perdona, pero es que no vengo muy a menudo por aquí ¿Sabes si siempre ponen el mismo tipo de música?”
(Ya se que no fui muy original, pero esa frase me suele ir bien para entrar)
Ella: Sí, casi siempre ponen de esa, a mí me gusta bastante, no está muy alta pero se puede bailar.
Yo: Sí, a mí también me gusta, no es el típico chunda chunda de otros sitios, por cierto ¿Cómo te llamas?
Ella me encandiló con su mirada picarona, la frescura de su sonrisa, y sus contorneos de diva hollywoodiense, sabía usar sus armas de mujer, y se notaba, yo tan sólo podía dejarme embelesar por sus cantos de sirena, no había resistencia posible, puesto que esclavo de mis hormonas soy desde que nací. Cuando, transcurridos 10 minutos de amena charla, vi a una amiga suya acercarse con gestos presurosos, sentí durante unos instantes el aliento de la “bat factor” sobre mi nuca, pero, con gran alivio, mis temores pronto se desvanecieron:
Amiga: Cárol, nosotras nos vamos a pacha ¿Nos acompañas o te quedas con este chico?
La vi dudar durante unos instantes, pero finalmente…
“Me quedaré un rato más, luego iré allí..”
Sonreí para mis adentros, prefería quedarse conmigo a irse con sus amigas, ella parecía tan interesada en mí como yo en ella, esa, al fin y al cabo, podía ser mi noche de suerte, tras verla despedir a sus amigas, vacilé unos instantes sobre el siguiente tema de conversación ¿Le preguntó si le gusta su trabajo? No, demasiado banal, ¿Cuándo libras? No, parecería que la acoso ¿Cuántos hijos quieres que tengamos? No, quizás un poco precipitado……
Pero ella se me adelantó “¿Te apetece que al acabar la copa vayamos a pasear un rato por el marítimo?“
Todo iba sobre ruedas, la observé con la escasa objetividad que mis turbados sentidos aún conservaban mientras ella apuraba su copa: posiblemente no era el tipo de mujer que cubre las portadas de las revistas, apenas superaba el 1.60, de caderas generosas y dulcemente pecosilla, pero tenía ese extraño magnetismo que hace irresistibles a muchas, y para mí en ese momento era la única poseedora de estrógenos en varios kilómetros a la redonda, se agachó para recoger su abrigo, lo hizo mediante un movimiento forzado y en dirección hacía mí, con lo que me dejó otear durante unos breves pero gratos instantes entre su pecoso escote (su mirada picarona parecía ser fiel reflejo de su personalidad…que interesante ) y entre una animada charla salimos del local, entonces, cuando ya nada parecía poder estropear la noche, apareció él, más peligroso que la más ladina de las “bat factors”, era el temido pero omnipresente “amigo inoportuno”.
X: (en voz de grito)¡¡¡¡¡Ey, tío!!!! ¡vaya pedazo de chorba que te acabas de ligar! ¿Me la presentas?
( ¡De donde ha salido este gilipollas! Hay que controlar la situación, me dije para mis adentros, al tiempo que le lanzaba la mirada más asesina de mi repertorio)
X: ¡Venga, preséntamela! No tienes mal gusto ¿Eh, pillín? (con un guiño de ojo que supongo pretendía ser gracioso)
(facilmente se apercibió en ella una mueca de incomodidad, decidí sacármelo de encima por la vía rápida)
Yo: Se llama Carolina, tiene 27 años, ahora nos vamos a….
X: ¡Carolina! ¡vaya nombre más bonito! Ten cuidado con éste (mientras me daba una palmadita en al espalda) que se las sabe todas , anda que no me lo conozco yo, jajajjaa
Fueron 5 minutos de ímprobos esfuerzos por deshacerme de él, no quería enviarle al cuerno directamente para no parecer grosero delante de ella, pero su estado de embriaguez le impedía captar mis indirectas (algunas no tan indirectas) cada segundo que pasaba , percibía in crescendo la sensación de hastío en el rostro de Carol, y me iba desesperando ante mi incapacidad de controlar la situación, hasta que, al fin, escuché la tan temida frase “Se me ha hecho tarde, mis amigas me deben estar esperando”
Y el mundo cayó a mis pies, no intenté convencerla para seguir conmigo, supuse que sólo empeoraría las cosas, le pedí el móvil para quedar algún día entre semana a tomar algo pero: “ya nos veremos por aquí, espero que vuelvas la semana que viene” y se alejó lentamente, mientras yo seguía con la mirada el ritmo lento y cadencioso de sus pasos imaginando lo que habría podido ser y no fue…
¿Debería odiar al estúpido que lo echó todo a perder? Quizás sí, él siempre fue un tipo torpe en las relaciones humanas, y estaba bebido sin duda, pero el fuego del rencor me recorre y no entiende de eximentes ni atenuantes.
Demasiado tarde me di cuenta de mi error: No haberle cortado desde el principio, pensar que se despediría rápidamente y que no me hacía falta dar el toque de grosería delante de ella, no haberle pedido antes el móvil o su msn…..quizás, y solo quizás, el próximo sábado, si la veo de nuevo, pueda enmendar alguno de esos errores.
Perdón por el ladrillo, necesitaba desahogarme.
Al azar entramos en uno que nos pareció más acogedor, quizás el único que externamente ofrecía la impresión de poder desplazarnos por su interior sin recurrir a (excesivos) codazos, estando ya dentro y cuando apenas había consumido la mitad de mi cubata, me fijé en ella, estaba a escasos 2 metros de mí, ligeramente distanciada de su grupo de amigas, como ausente de su conversación, nuestros ojos se cruzaron un segundo y ella esbozó una ligera sonrisa antes de retirar la mirada, ante esa “invitación” no pude resistirme y al poco me planté frente a ella:
Yo: “ perdona, pero es que no vengo muy a menudo por aquí ¿Sabes si siempre ponen el mismo tipo de música?”
(Ya se que no fui muy original, pero esa frase me suele ir bien para entrar)
Ella: Sí, casi siempre ponen de esa, a mí me gusta bastante, no está muy alta pero se puede bailar.
Yo: Sí, a mí también me gusta, no es el típico chunda chunda de otros sitios, por cierto ¿Cómo te llamas?
Ella me encandiló con su mirada picarona, la frescura de su sonrisa, y sus contorneos de diva hollywoodiense, sabía usar sus armas de mujer, y se notaba, yo tan sólo podía dejarme embelesar por sus cantos de sirena, no había resistencia posible, puesto que esclavo de mis hormonas soy desde que nací. Cuando, transcurridos 10 minutos de amena charla, vi a una amiga suya acercarse con gestos presurosos, sentí durante unos instantes el aliento de la “bat factor” sobre mi nuca, pero, con gran alivio, mis temores pronto se desvanecieron:
Amiga: Cárol, nosotras nos vamos a pacha ¿Nos acompañas o te quedas con este chico?
La vi dudar durante unos instantes, pero finalmente…
“Me quedaré un rato más, luego iré allí..”
Sonreí para mis adentros, prefería quedarse conmigo a irse con sus amigas, ella parecía tan interesada en mí como yo en ella, esa, al fin y al cabo, podía ser mi noche de suerte, tras verla despedir a sus amigas, vacilé unos instantes sobre el siguiente tema de conversación ¿Le preguntó si le gusta su trabajo? No, demasiado banal, ¿Cuándo libras? No, parecería que la acoso ¿Cuántos hijos quieres que tengamos? No, quizás un poco precipitado……
Pero ella se me adelantó “¿Te apetece que al acabar la copa vayamos a pasear un rato por el marítimo?“
Todo iba sobre ruedas, la observé con la escasa objetividad que mis turbados sentidos aún conservaban mientras ella apuraba su copa: posiblemente no era el tipo de mujer que cubre las portadas de las revistas, apenas superaba el 1.60, de caderas generosas y dulcemente pecosilla, pero tenía ese extraño magnetismo que hace irresistibles a muchas, y para mí en ese momento era la única poseedora de estrógenos en varios kilómetros a la redonda, se agachó para recoger su abrigo, lo hizo mediante un movimiento forzado y en dirección hacía mí, con lo que me dejó otear durante unos breves pero gratos instantes entre su pecoso escote (su mirada picarona parecía ser fiel reflejo de su personalidad…que interesante ) y entre una animada charla salimos del local, entonces, cuando ya nada parecía poder estropear la noche, apareció él, más peligroso que la más ladina de las “bat factors”, era el temido pero omnipresente “amigo inoportuno”.
X: (en voz de grito)¡¡¡¡¡Ey, tío!!!! ¡vaya pedazo de chorba que te acabas de ligar! ¿Me la presentas?
( ¡De donde ha salido este gilipollas! Hay que controlar la situación, me dije para mis adentros, al tiempo que le lanzaba la mirada más asesina de mi repertorio)
X: ¡Venga, preséntamela! No tienes mal gusto ¿Eh, pillín? (con un guiño de ojo que supongo pretendía ser gracioso)
(facilmente se apercibió en ella una mueca de incomodidad, decidí sacármelo de encima por la vía rápida)
Yo: Se llama Carolina, tiene 27 años, ahora nos vamos a….
X: ¡Carolina! ¡vaya nombre más bonito! Ten cuidado con éste (mientras me daba una palmadita en al espalda) que se las sabe todas , anda que no me lo conozco yo, jajajjaa
Fueron 5 minutos de ímprobos esfuerzos por deshacerme de él, no quería enviarle al cuerno directamente para no parecer grosero delante de ella, pero su estado de embriaguez le impedía captar mis indirectas (algunas no tan indirectas) cada segundo que pasaba , percibía in crescendo la sensación de hastío en el rostro de Carol, y me iba desesperando ante mi incapacidad de controlar la situación, hasta que, al fin, escuché la tan temida frase “Se me ha hecho tarde, mis amigas me deben estar esperando”
Y el mundo cayó a mis pies, no intenté convencerla para seguir conmigo, supuse que sólo empeoraría las cosas, le pedí el móvil para quedar algún día entre semana a tomar algo pero: “ya nos veremos por aquí, espero que vuelvas la semana que viene” y se alejó lentamente, mientras yo seguía con la mirada el ritmo lento y cadencioso de sus pasos imaginando lo que habría podido ser y no fue…
¿Debería odiar al estúpido que lo echó todo a perder? Quizás sí, él siempre fue un tipo torpe en las relaciones humanas, y estaba bebido sin duda, pero el fuego del rencor me recorre y no entiende de eximentes ni atenuantes.
Demasiado tarde me di cuenta de mi error: No haberle cortado desde el principio, pensar que se despediría rápidamente y que no me hacía falta dar el toque de grosería delante de ella, no haberle pedido antes el móvil o su msn…..quizás, y solo quizás, el próximo sábado, si la veo de nuevo, pueda enmendar alguno de esos errores.
Perdón por el ladrillo, necesitaba desahogarme.