Tom Bombadil
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- 4 Jun 2005
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Mientras me preparaba para salir, quizás incluso algunas horas antes, no pude evitar entretenerme divagando sobre si la encontraría de nuevo, que le diría, como reaccionaría ella al verme, que sucedería hoy.... ¿Acaso la diosa fortuna sería hoy propicia para mí? ¿O por el contrario sería nuevamente una víctima de sus caprichos?
A pesar de la semana transcurrida, aún no había podido olvidarla, mientras la razón me decía que si de verdad hubiese estado interesada en mí, poco le hubiese importado la irrupción del amigo patoso, mi corazón, siempre optimista, albergaba esperanzas de que tan solo hubiese querido hacerse la difícil y jugar un poco conmigo.
Tras entrar en el mismo pub en que la encontré la semana anterior, me fui con mi amigo (otro diferente, por supuesto) a la barra a cumplir el obligado trámite de pedir algo, mientras, oteé sobre la multitud en busca de mi ninfa, no la encontré al primer instante, decidí pues, comenzar una típica e intrascendente charla sobre lo acertada de la música en aquel local, mientras, mataba los minutos irritado conmigo mismo por ese nerviosismo que me invadía y que me esforzaba inútilmente por desterrar.
No podía evitar, por mucho que me esforzase, dirigir mis ojos hacia la puerta, en cada ocasión en que esta se abría, a veces la voluntad tiene la batalla perdida, y ésta era una de ellas, más no tuve que esperar mucho para ver de nuevo aquello que tanto ansiaba, cuando el reloj marcaba las dos, la vi cruzar el umbral de la entrada, moviéndose con el descaro y la seguridad de las que se saben atractivas, me pareció incluso más sensual que la semana anterior, su combinación de botas altas de tacón fino, vaqueros ceñidos y un insinuante top negro la convertían en la diva del lugar, no había competencia posible para la reina entre las reinas, más mi alegría poco tardó en desvanecerse, pues en lugar de verla acompañada por las tres amigas de antes, la flanqueaba un guaperas de 1.85, más cuadrado que mi televisor y con aires de ser de los que con un simple chasquido de dedos tiene cientos de admiradoras a sus pies, poco tiempo aguanté viéndoles besarse y acariciarse con maneras de entregados amantes, cuando le dije a mi amigo “aquí el ambiente está demasiado cargado y hay mucho humo, vamonós a otro sitio” no contestó, pues los buenos entendedores pocas palabras necesitan y él siempre fue de esos.
El resto de la noche poco tuvo de especial, intenté divertirme y olvidar esa opresión que se había instalado en el costado izquierdo de mi pecho, más cuando el ánimo está decaído solo el tiempo puede alzarlo de nuevo, y poca de esa medicina había transcurrido desde que en mis retinas se posase la cruel imagen de aquellos dulces galanteos.
Tras reflexionar a posteriori he llegado a al conclusión de que estaba cantado lo que iba a suceder, el hecho de que no hubiese querido ni darme el móvil tras partir la semana anterior ya me debería haber abierto los ojos, posiblemente, yo había sido elegido como juguete aquella noche, y ayer ya tenía otro.
Pero no pasa nada, la vida es larga, muchas son las noches y muchos son los peces en el mar.
:cry:
A pesar de la semana transcurrida, aún no había podido olvidarla, mientras la razón me decía que si de verdad hubiese estado interesada en mí, poco le hubiese importado la irrupción del amigo patoso, mi corazón, siempre optimista, albergaba esperanzas de que tan solo hubiese querido hacerse la difícil y jugar un poco conmigo.
Tras entrar en el mismo pub en que la encontré la semana anterior, me fui con mi amigo (otro diferente, por supuesto) a la barra a cumplir el obligado trámite de pedir algo, mientras, oteé sobre la multitud en busca de mi ninfa, no la encontré al primer instante, decidí pues, comenzar una típica e intrascendente charla sobre lo acertada de la música en aquel local, mientras, mataba los minutos irritado conmigo mismo por ese nerviosismo que me invadía y que me esforzaba inútilmente por desterrar.
No podía evitar, por mucho que me esforzase, dirigir mis ojos hacia la puerta, en cada ocasión en que esta se abría, a veces la voluntad tiene la batalla perdida, y ésta era una de ellas, más no tuve que esperar mucho para ver de nuevo aquello que tanto ansiaba, cuando el reloj marcaba las dos, la vi cruzar el umbral de la entrada, moviéndose con el descaro y la seguridad de las que se saben atractivas, me pareció incluso más sensual que la semana anterior, su combinación de botas altas de tacón fino, vaqueros ceñidos y un insinuante top negro la convertían en la diva del lugar, no había competencia posible para la reina entre las reinas, más mi alegría poco tardó en desvanecerse, pues en lugar de verla acompañada por las tres amigas de antes, la flanqueaba un guaperas de 1.85, más cuadrado que mi televisor y con aires de ser de los que con un simple chasquido de dedos tiene cientos de admiradoras a sus pies, poco tiempo aguanté viéndoles besarse y acariciarse con maneras de entregados amantes, cuando le dije a mi amigo “aquí el ambiente está demasiado cargado y hay mucho humo, vamonós a otro sitio” no contestó, pues los buenos entendedores pocas palabras necesitan y él siempre fue de esos.
El resto de la noche poco tuvo de especial, intenté divertirme y olvidar esa opresión que se había instalado en el costado izquierdo de mi pecho, más cuando el ánimo está decaído solo el tiempo puede alzarlo de nuevo, y poca de esa medicina había transcurrido desde que en mis retinas se posase la cruel imagen de aquellos dulces galanteos.
Tras reflexionar a posteriori he llegado a al conclusión de que estaba cantado lo que iba a suceder, el hecho de que no hubiese querido ni darme el móvil tras partir la semana anterior ya me debería haber abierto los ojos, posiblemente, yo había sido elegido como juguete aquella noche, y ayer ya tenía otro.
Pero no pasa nada, la vida es larga, muchas son las noches y muchos son los peces en el mar.
:cry: