Imaginad un país donde todo el mundo cobrase más o menos lo mismo, el que quiera ser médico que sea médico; el que quiera barrer las calles que las barra; el que quiera arar tres hectáreas que are tres, y el que quiera arar treinta que are treinta; nadie roba a nadie, nadie es más que nadie, todas las casas son iguales, todos los pisos son iguales, no hay barrios ricos ni pobres, los padres no quieren que sus hijos tengan más que ellos, quieren que tengan lo mismo, todos los niños sacan sobresaliente en el colegio, lo mismo el que se quema las pestañas a estudiar que el zoquete que no da palo al agua y a todos les parece bien. Todos iguales, sin distinción, con el mismo traje, o en azul o en gris; los mismos tres coches, el familiar, el pequeño y la furgoneta, cada uno se pide el que más le gusta. Si necesitas un piso el estado te da uno, si tienes dos hijos, con tres habitaciones; si tienes cuatro, con cinco. Todos iguales, si la gente fuera como debe ser no querrían nada diferente. La gente no quiere una chica más guapa de novia, quiere una como la de todos los demás. La gente no quiere más por menos, todos quieren lo mismo por lo mismo y todos son felices teniendo lo mismo que cualquier otro, y que la ley debe obligar a que esto sea así y a que nadie tenga ideas perniciosas que no vayan con esto, porque si no no es igualdad.
Luego te bajas a la calle, ves el mundo y encuentras que no encaja absolutamente nada con la realidad. Resulta que nadie quiere barrer las calles, y que si uno trabaja más quiere cobrar más, como es natural; que unos benefician a los suyos frente a los extraños, que uno tiene una casa mejor que el otro porque como cobra más se la compra mejor, que como es natural uno quiere una casa mejor y que las que haya alrededor no sean mierdas, y que por tanto la tendencia natural e inevitable es que haya barrios ricos y pobres; luego uno se da cuenta de que uno que cobra lo mismo que otro igual ahorra más y al cabo de un tiempo acaba teniendo más dinero, como es normal, y que ya que lo ha ahorrado quiere comprarse algo mejor que lo que tiene. A nadie le parece bien que si te has dejado los cuernos a estudiar y a sacarte una carrera y eres de los pocos que saben hacer una cosa quieres cobrar más que el que hace lo que hace cualquiera. Resulta que si uno sólo tiene dos opciones para comprarse echa de menos la tercera y aún la cuarta, porque al ser humano esto le gusta. También ocurre que hay gente que quiere montar una empresa, un negocio, o tiene una idea que quiere llevar a cabo, y que a esta gente le gusta poder hacerlo y que no se quede en un sueño, y mucho menos le gusta que el estado no le deje hacerlo y se considere ilegal, sino que quiere un estado que le incite a hacerlo. Y, por supuesto, a poco que no se sea un auténtico zoquete sabe que quien parte y reparte se lleva la mejor parte, que quien manda arrima el ascua a su sardina y que el mundo siempre ha funcionado así y siempre lo hará.
Pero Zurraspas no, Zurraspas cree que lo primero es posible. El comunismo funciona, y si no ha funcionado es porque no era auténtico comunismo, así que intentémoslo de nuevo. No funciona, luego no era comunismo; intentémoslo de nuevo. No funciona, luego no era comunismo; intentémoslo de nuevo. No funciona, luego no era comunismo; intentémoslo de nuevo. No funciona, luego no era comunismo; intentémoslo de nuevo. No funciona, luego no era comunismo; intentémoslo de nuevo. No funciona, luego no era comunismo; intentémoslo de nuevo. No funciona, luego no era comunismo; intentémoslo de nuevo. No funciona, luego no era comunismo; intentémoslo de nuevo. No funciona, luego no era comunismo; intentémoslo de nuevo. No funciona, luego no era comunismo; intentémoslo de nuevo. No funciona, luego no era comunismo; intentémoslo de nuevo. No funciona, luego no era comunismo; intentémoslo de nuevo. No funciona, luego no era comunismo; intentémoslo de nuevo. Repetir ad nauseam. Siempre habrá un Zurraspas que, en sus ensoñaciones sin fuste se crea que eso es lo justo.