THORNDIKE
Cojones de fogueo
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¿Qué tal, hamijos de lo acero?
Ya saben que yo no tengo mojo, y que follar me cuesta más que a un lince de Doñana. Son contadas las ocasiones en que percibo que la situación es ideal para troquelar alguna fulana.
Lo curioso del asunto, es que una de las recepcionistas del templo donde voy a esculpir mi cuerpo, es un cayo malayo, con careto avinagrada y carácter similar. Siempre me ha dado mucho repelús.
La cosa es que una noche cualquiera, en el sitio de copas de moda, mi crew y yo nos la encontramos con otras amigas.
me dio por hacer el mongo, hasta el punto, que la piba se vino arriba y me quería follar vivo. Me dio un mordisco en el pectoral que asomaba por mi camisa abierta, mientras me pegaba el coño a la pierna, una paranoya.
Le dije que no era buena idea meternos en el catre, dado que nos íbamos a ver todos los días, y para mi eso era un mal rollet. Esos kikis son con tías que ya no vas a volver a ver.
Ahora cada vez que entro me dice "Hola truño" y yo empujo el torno con decisión y huyo despavorido hacia el refugio que me obsequia el hierro y el sudor.
¿Y sus líos con el personal de los girnazzios? ¿Les ha enculado ya Tomás, ese exculturista dominicano reconvertido en monitor?
¿O quizás Catalina, la relaciones públicas, se les ha abierto de patas?
Ya saben que yo no tengo mojo, y que follar me cuesta más que a un lince de Doñana. Son contadas las ocasiones en que percibo que la situación es ideal para troquelar alguna fulana.
Lo curioso del asunto, es que una de las recepcionistas del templo donde voy a esculpir mi cuerpo, es un cayo malayo, con careto avinagrada y carácter similar. Siempre me ha dado mucho repelús.
La cosa es que una noche cualquiera, en el sitio de copas de moda, mi crew y yo nos la encontramos con otras amigas.
me dio por hacer el mongo, hasta el punto, que la piba se vino arriba y me quería follar vivo. Me dio un mordisco en el pectoral que asomaba por mi camisa abierta, mientras me pegaba el coño a la pierna, una paranoya.
Le dije que no era buena idea meternos en el catre, dado que nos íbamos a ver todos los días, y para mi eso era un mal rollet. Esos kikis son con tías que ya no vas a volver a ver.
Ahora cada vez que entro me dice "Hola truño" y yo empujo el torno con decisión y huyo despavorido hacia el refugio que me obsequia el hierro y el sudor.
¿Y sus líos con el personal de los girnazzios? ¿Les ha enculado ya Tomás, ese exculturista dominicano reconvertido en monitor?
¿O quizás Catalina, la relaciones públicas, se les ha abierto de patas?