Yo tomé mi último café en lugar público con un compañero de trabajo que me encontré de sopetón y ya no había marcha atrás. No suelo ir a ese bar pero por carambolas de la vida fui y me encontré al susodicho. No me quedaron más cojones que ir donde estaba y socializar de eso. Total, que me bebí el café solo sin hielo y como después de tomármelo aquello era insostenible porque a mí nunca se me ocurren temas de conversación, saqué el monedero y quise pagar, pero él insistió que no pagase que pagaba él, después de un rato de cómica charla donde entró al juego el camarero diciendo que nos cobraba a los dos y ya está, jajaja. Pagó él, y yo me guardé el monedero derrotado por quedar por debajo, pero en el fondo iba contento porque el otro se había tomado dos cervezas con sus respectivos pinchos.
La última cena fue con mis hermanas que cada X tiempo vienen por casa y me obligan a salir de compras pa comprarme polos, pantalones y demás mierdas. Y ese día tengo que comer con ellas en el centro comercial o por las inmediaciones y luego salir a cenar por la noche a algún sitio. Lo hacen pa que me dé un poco el aire en la cara porque saben que vivo como un ermitaño. En esta cena pagué yo, pero no me escoció porque con ellas disfruto y su compañía hace que pueda soportar estar en un lugar con extraños sin colapsar emocionalmente.
Y lo de las vacaciones, ya sabes de sobra que jamás he ido. Never.
¿En qué me convierte esto? Pues en un forero como la copa de un pino. En una persona enferma y amargada y en un ser desvalido. En un cateto de tomo y lomo, en un inútil social y en una rata despreciable que todos los días cuenta las monedas de la hucha con la persiana bajada para que nadie sepa dónde la guardo.