De interés dice

anda, que os gusta un cotilleo.
En cuanto a mí, estoy absolutamente paralizada: tengo miedo de vivir. Soy, en resumen, un ser pusilánime, al que le pasan las oportunidades por delante de los morros y es incapaz de aprovecharlas por LOL sabe bien qué.
No es vagancia, creo. Me encuentro mal, físicamente también. Sigo viviendo en un piso mohoso y frío y pagando las facturas gracias a un trabajo de mierda (en el que me roban la mitad de las horas) que parece ser que en estos tiempos vale oro. No tengo valor para dejar ninguno de los dos. Supongo que pienso que no me merezco algo mejor. Quiero hacer otra carrera, acabar el doctorado, aprender neerlandés, blao, pero no sé cómo ni con qué dinero.
Inteligente no sé, pero sigo exactamente igual de quemada que cuando dejé el perroflautismo. Podemos fagocitó el 90% del tejido asambleario de este país y ha tenido que venir una pandemia mortal mundial anal para que vuelva a moverse algo. Yo, personalmente, no tengo ganas de volver a meterme en ninguna jarana, ni siento que pueda aportar gran cosa. No sé si estoy abrazando la estética de la derrota, pero casi. Si pierdo el tiempo, que sea rascándome el coño.
Lo que sí tengo claro es que sólo sirvo para hacer la yihad por mi cuenta, por dos razones: primero, porque en cuanto se descubre que no compras parte del paquete te conviertes en el monstruo de Amstetten, y segundo, porque no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que el porcentaje de peña con trastornos del clúster B que anda dando vueltas por el circuito político-movimentario es terroríficamente elevado, y ya he aguantado a suficientes en esta vida, como para encima llamarlos camaradas. Me devuelve la esperanza pensar en el hecho de que sé a ciencia cierta que gente capaz hay en todos lados (incluso dentro del Congreso, jate tú), eso sí. Ese es el único afecto que la política oficial puede suscitarme ahora mismo.
En cuanto a la política de verdad, pues ahora me estoy leyendo la vida, obra y milagros de Arthur Koestler. Seguiré con el bizco, a ver cuántas páginas aguanto. A ver también, por probar, si el humanismo radical me salva de pegarme un tiro, que cerca ando.
Boniat está bien, mejor que yo. Me lleva en volandas y me da mangos, papayas, guayabas y galletas Tirma mientras vemos los greatest hits de Lenin en YouTube.
Mi madre jodida por todos los frentes y encima metida en casa, pero a ver. Me da un pánico terrible perderla.
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