Por desgarcia, si, ya está todo perdido, y de la peor manera. ¡Tanta belleza, por Dios, tanta belleza...! "Al final, todo fue para nada" Una cosa es caer defendiendo los muros, y ya vencidos, dejar al enemigo tristes y estériles cenizas, aspirar a un final atómico, ruina sobre ruinas, a un epílogo cruento, trágico y devastado. Y otra cosa caer como un tuberculoso, tísicos, idiotizados y pusilánimes. Entregar las llaves y dejarse morir devorados por la fiebre y la cobardía. Europa merecía otros europeos, después de dos mil años, merecía legar a los invasores tierra yerma, que se ganaran el derecho a vivir en el mejor de los mundos.
Monos saltando entre las ruinas, monos colgados de los cuadros, monos sin memoria de Erasmo, de Dante, sin haber abierto jamás una sola página de la Montaña Mágica. Un reino de monos, una civilización simiesca. Por Dios, cuanta belleza, cuanta belleza...Lloro como un niño o como un demente, me angustio con absoluta y ridícula sinceridad mirando la Europa del siglo XXII, la Europa herrumbrosa e irrecuperable, pisoteada por las manadas que van ganando terreno de forma imparable. Europa está condenada y estos ojos que lloran por ella, la van a ver, piedra a piedra, desmoronada, pávida, fría como un cadáver.
No me engaño con espejismos, no hay ilusiones que me conmuevan, todo esta decidido. En menos de dos décadas, las dos mayores monstruosidades que han asolado el planeta nos han herido sin remedio: feminismo y multiculturalismo, mano a mano, han cometido la mayor obra de destrucción cultural desde la caída del Imperio Romano. Esperad dos décadas más y veréis decapitadas las estatuas de Newton, de Bach, de Carlos I o Virgilio. La idiocia será proclamada religión oficial y los bisontes volverán a hundir sus pezuñas en los pasillos de Versalles. Tanta belleza y al final...