Gunnr30
Forero del todo a cien
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Anonadado me hayo al leer que la Fiscal de la Sala del Tribunal Supremo Soledad Cazorla va a investigar si un artículo de opinión del escritor Salvador Sostres que publico El Mundo el pasado 7 de abril constituye delito por apología de la violencia de genero.
Y claro, si uno no lee el artículo puede pensar que el susodicho defiende que hay que pegar a las mujeres o cosas así. Pero no.
Resulta que uno lo busca por internet y el articulo habla de un chico rumano que presuntamente ha matado a su novia tras confesarle esta que el hijo que esperaban en realidad no es suyo, y de cómo el tal Sostres, que en ningún momento justifica el crimen, dice que entiende desde el punto de vista humano que a una persona se le vaya la cabeza en situaciones tan fuertes.
Lean y juzguen:
“Un chico normal” (Salvador Sostres, El Mundo, 7 de abril de 2011)
El chico rumano de 21 años que ha estrangulado a su novia embarazada, también rumana, de 19, “era un chico normal”, según han dicho de él sus vecinos y conocidos. “Discutían como cualquier pareja”, ha explicado la madre de la víctima. Después de cometer el crimen -o de presuntamente cometerlo, hasta que no se celebre el juicio- el chaval, horrorizado por lo que había hecho, telefoneó a su padre a Rumania y le mostró el cadáver de su novia muerta a través de una webcam.
Porque un chico normal de 21 años que está enamorado de su novia embarazada, es normal que pierda el corazón y la cabeza, el sentido y el mundo de vista, si un día llega a su casa y su chica le dice que le va a dejar y que, además, el bebé que espera no es suyo.
Ni puedo justificar ni justifico un asesinato, ni cualquier forma de maltrato tenga consecuencias más leves o más graves. No pienso que haya causas morales que puedan justificar matar a alguien, ni que puedan servir siquiera de atenuantes en el juicio. Digo que a este chico le están presentando como un monstruo y no es verdad. Es un chico normal que se rompió por donde todos podríamos rompernos.
Porque hay muchas formas de violencia, y es atroz la violencia que el chico recibió al saber que iban a dejarle y que el niño que creía esperar no era suyo. No te causa la muerte física, pero te mata por dentro y aquel día algo de ti muere para siempre. No justifico lo que hizo, ni creo que se pueda justificar, pero no es un monstruo: es un chico normal sometido a la presión de una violencia infinita, una violencia que no por ser física es menos violenta; un chico que luego tuvo una reacción terrible, inaceptable e inasumible, criminal, y que no sólo terminó con la vida de su novia y la de la criatura que esperaba, sino que terminó, en cierto modo, con la suya propia.
Espero que si algún día me sucede algo parecido disponga del temple suficiente para reaccionar quemándome por dentro sin que el incendio queme a nadie más. Pero me reconozco en el dolor del chico, en su hundimiento, en su caída al fondo de sí mismo oyendo las explicaciones de su novia. Me reconozco en su desesperación, muy normal y nada monstruosa: en su herida, en su desgarro. Quiero pensar que no tendría también su reacción, como también lo quieres pensar tú. Pero, ¿podríamos realmente asegurarlo? Cuando todo nuestro mundo se desmorona de repente, cuando se vuelve frágil y tan vertiginosa la línea entre el ser y el no ser, ¿puedes estar seguro de que conservarías tu serenidad, tu aplomo?, ¿puedes estar seguro de que serías en todo momento plenamente consciente de lo que hicieras?
Que la justicia dicte su sentencia y que sea tan severa como tenga que ser. Ante un asesinato no hay causas morales. Pero este chico no es un monstruo. Es un chico normal disparado al centro de su querer, arrancado a la vez de la novia y de su hijo, sometido a una violencia brutal que al no ser física nunca se considera, pero que ahoga y machaca lo mismo que cualquier otra violencia.
Hay muchas formas de violencia. La mayoría de los que escriben y leen sobre sucesos ignora cómo a veces el amor se convierte en escoria y en desgracia y se abraza desesperadamente a la tragedia”.
Ahora imaginen ustedes a toda esa patulea de imbéciles e imbecilas de género, genere y genera pidiendo garrote para el autor del artículo y soltando frasecitas grandilocuentes y lugares comunes, compitiendo a ver quién es el más progresista y menos sospechoso de misógino.
Me dan ganas de ponerme una camiseta en plan Rubianes con el lema "Todos somos Sostres".
Espero que a la Ilustrísima Sra. Fiscal no le dé por enchironarme a mí también.
Y claro, si uno no lee el artículo puede pensar que el susodicho defiende que hay que pegar a las mujeres o cosas así. Pero no.
Resulta que uno lo busca por internet y el articulo habla de un chico rumano que presuntamente ha matado a su novia tras confesarle esta que el hijo que esperaban en realidad no es suyo, y de cómo el tal Sostres, que en ningún momento justifica el crimen, dice que entiende desde el punto de vista humano que a una persona se le vaya la cabeza en situaciones tan fuertes.
Lean y juzguen:
“Un chico normal” (Salvador Sostres, El Mundo, 7 de abril de 2011)
El chico rumano de 21 años que ha estrangulado a su novia embarazada, también rumana, de 19, “era un chico normal”, según han dicho de él sus vecinos y conocidos. “Discutían como cualquier pareja”, ha explicado la madre de la víctima. Después de cometer el crimen -o de presuntamente cometerlo, hasta que no se celebre el juicio- el chaval, horrorizado por lo que había hecho, telefoneó a su padre a Rumania y le mostró el cadáver de su novia muerta a través de una webcam.
Porque un chico normal de 21 años que está enamorado de su novia embarazada, es normal que pierda el corazón y la cabeza, el sentido y el mundo de vista, si un día llega a su casa y su chica le dice que le va a dejar y que, además, el bebé que espera no es suyo.
Ni puedo justificar ni justifico un asesinato, ni cualquier forma de maltrato tenga consecuencias más leves o más graves. No pienso que haya causas morales que puedan justificar matar a alguien, ni que puedan servir siquiera de atenuantes en el juicio. Digo que a este chico le están presentando como un monstruo y no es verdad. Es un chico normal que se rompió por donde todos podríamos rompernos.
Porque hay muchas formas de violencia, y es atroz la violencia que el chico recibió al saber que iban a dejarle y que el niño que creía esperar no era suyo. No te causa la muerte física, pero te mata por dentro y aquel día algo de ti muere para siempre. No justifico lo que hizo, ni creo que se pueda justificar, pero no es un monstruo: es un chico normal sometido a la presión de una violencia infinita, una violencia que no por ser física es menos violenta; un chico que luego tuvo una reacción terrible, inaceptable e inasumible, criminal, y que no sólo terminó con la vida de su novia y la de la criatura que esperaba, sino que terminó, en cierto modo, con la suya propia.
Espero que si algún día me sucede algo parecido disponga del temple suficiente para reaccionar quemándome por dentro sin que el incendio queme a nadie más. Pero me reconozco en el dolor del chico, en su hundimiento, en su caída al fondo de sí mismo oyendo las explicaciones de su novia. Me reconozco en su desesperación, muy normal y nada monstruosa: en su herida, en su desgarro. Quiero pensar que no tendría también su reacción, como también lo quieres pensar tú. Pero, ¿podríamos realmente asegurarlo? Cuando todo nuestro mundo se desmorona de repente, cuando se vuelve frágil y tan vertiginosa la línea entre el ser y el no ser, ¿puedes estar seguro de que conservarías tu serenidad, tu aplomo?, ¿puedes estar seguro de que serías en todo momento plenamente consciente de lo que hicieras?
Que la justicia dicte su sentencia y que sea tan severa como tenga que ser. Ante un asesinato no hay causas morales. Pero este chico no es un monstruo. Es un chico normal disparado al centro de su querer, arrancado a la vez de la novia y de su hijo, sometido a una violencia brutal que al no ser física nunca se considera, pero que ahoga y machaca lo mismo que cualquier otra violencia.
Hay muchas formas de violencia. La mayoría de los que escriben y leen sobre sucesos ignora cómo a veces el amor se convierte en escoria y en desgracia y se abraza desesperadamente a la tragedia”.
Ahora imaginen ustedes a toda esa patulea de imbéciles e imbecilas de género, genere y genera pidiendo garrote para el autor del artículo y soltando frasecitas grandilocuentes y lugares comunes, compitiendo a ver quién es el más progresista y menos sospechoso de misógino.
Me dan ganas de ponerme una camiseta en plan Rubianes con el lema "Todos somos Sostres".
Espero que a la Ilustrísima Sra. Fiscal no le dé por enchironarme a mí también.